Córdoba

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Blindaje al tráfico

Cruz Conde se une al goteo improvisado de restricciones a la circulación en el Centro tomadas por el Ayuntamiento desde hace tiempo y sin alternativas

Día 17/10/2010 - 10.37h
ABC
Un camión de bomberos pasa delante de un policía en Cruz Conde.
Una norma esencial de todo proceso de peatonalización, ya sea parcial —como la que el Ayuntamiento planea para la calle Cruz Conde— o completa —como la que llevó a cabo en el Puente Romano—, es la exigencia de acompañar el aislamiento de la zona al tráfico rodado de nuevas alternativas de acceso. Frente al modelo semipeatonal puro y duro, el corte por lo sano implantando un mar de pilonas (hasta 12 en los últimos años), existe otro más trabajado y permeable al tráfico que no es el que el Consistorio cordobés maneja para la principal arteria comercial de la ciudad. Éste requiere un tiempo de maduración menos atento al calendario electoral, unas inversiones que van más allá de la colocación de baldosas en el pavimento y de las que el Consistorio —hecho admitido por él— carece, y un plan serio de pedagogía para crear una cultura peatonal que no se resuelve con campañas de propaganda puntuales.
El resultado es una improvisación permanente, un desconcertante juego de peatonalizaciones parciales, poco digeridas y ejecutadas al trantrán, incapaces de dar una respuesta global a un debate de mayor calado. Desde 2001, el gobierno de IU ha manejado dos planes de accesibilidad al Centro y el Casco. El primero lo reformó y ahora lo aplica con cuentagotas. El Consistorio ofrece un problema a cada solución y no al contrario. Paradigmático de este precipitado modus operandi es la pilona pagada con fondos «anticrisis» que se colocó el verano pasado en Cruz Conde (unos 140.000 euros), a la altura de Correos, y que habrá que volver a instalar, puesto que en aquel momento no estaba prevista la reforma de la vía, las restricción de carriles y, por supuesto, tampoco un itinerario alternativo.
Desde hoy y durante seis meses, Cruz Conde se someterá a unas obras de reforma, que la convertirán en una vía con un único carril y limitada con cuatro pilonas automáticas (Tejón y Marín-Lope de Hoces; Valladares-Tesoro; Capuchinas y Cruz Conde) y dos fijas (San Álvaro y Góndomar-Sevilla) a los coches de residentes, transporte público y carga y descarga. Los trabajos arrancarán dos años después de que el gobierno local lanzara a modo de globo sonda la reforma, que oportunamente ha sacado del cajón donde aguardaba desde hace muchos años, para que su final coincida con la precampaña. Le costará 1,5 millones de euros que no saldrán de las arcas locales, sino de los fondos «anticrisis» de la Junta —bajo la filosofía de gastar por gastar en tiempo record—, lo que no deja de resultar chocante para la actuación estrella del mandato, con permiso del lastrado Palacio del Sur (Centro de Congresos).
Por todo ello, Cruz Conde se prepara para una semipeatonalización a medias, que será el culmen a una progresiva «bunkerización» del Centro en los últimos tiempos, al que cada vez resulta más difícil penetrar en coche y donde sigue sin resolverse la falta endémica de aparcamientos. Se han restringido calles nucleares con pilonas como San Pablo y el eje de Barroso-Jesús María, a las que, en breve, se sumarán cámaras «ponemultas» en Ambrosio de Morales con Claudio Marcelo o Las Tendillas. Las limitaciones circulatorias con sistemas automáticos se extenderán también a Conde de Torres Cabrera, Tejón y Marín y Valladares, y unas señales obstaculizarán el paso de los vehículos particulares a Diario de Córdoba y San Fernando, donde 25 calles de su entorno se verán afectadas.
145 calles restringidas
El blindaje del Centro se adorna de números: once zonas de circulación restringida para cerca de 145 calles; media docena de pilonas y ejes de tránsito en vías de extinción: San Basilio, la Ribera y el uso del puente de Miraflores, Alfaros-San Fernado o María Auxiliadora-San Pablo; seis bucles de entrada al mismo, algunos tan angostos como el de Caño-Osario que multiplicará el tráfico, y una notable ausencia de información y planificación. Baste que la Policía Local tenga que flexibilizar la aplicación de las tarjetas de residentes para las pilonas por la avalancha de peticiones en los últimos días, y que nada se sabe de cómo se verán afectadas las líneas de Aucorsa a Las Tendillas.
Esta moderna filosofía de «satanización» del automóvil acarreará serios riesgos si no se ofrecen soluciones que trascienden la mera invitación a ir a pie —muy recomendable pero inviable en algunos casos— y alternativas para desplazarse a la escala de un casco histórico tan amplio como el de Córdoba. Un Centro aislado puede acabar desertizándolo, por el éxodo de sus sufridos habitantes, obligados a dar vueltas por calles estrechas para llegar a su casa. Y puede ser la puntilla a las ya cada vez más diezmadas zonas de comercio tradicional, que nada tienen que hacer frente a los pujantes macrocentros de las afueras, bien comunicados por carretera y sin problemas para aparcar. Las obras de Cruz Conde no pararán ni por Navidad ni por la crisis.
Con las obras que hoy comienzan, la espina dorsal del Centro cambiará su fisonomía, tendrá aceras más amplias que harán más cómodas las compras. De entrada, cualquier reforma será siempre mejor que la actual Cruz Conde. Pero ello no subsana el verdadero problema. Faltan actuaciones a fondo que trasciendan el mero maquillaje urbano. Faltan vehículos más ligeros con una mayor frecuencia, los prometidos microbuses (6 millones cuestan para todo el Casco, pero no hay dinero), que ni están ni se esperan aunque los planes de movilidad los subrayan como necesarios (sólo vehículos híbridos de combusti ble por 900.000 euros en una sola línea), o el tranvía que se anunció como la panacea de cara a ese concepto evanescente de movilidad sostenible en las pasadas elecciones y que sigue anclado en estudios interminables. Nada, sólo hay un estudio previo que cifra el coste alrededor de los 400 millones de euros.
Aparcamientos en el aire
Un plan de semipeatonalización implica intercambiadores de transporte público en los bordes de los espacios peatonales que hagan el acceso más fluido a quienes vengan de la periferia. Más carriles bus, aunque cada vez hay menos carriles para los coches por la fiebre del carril-bici a costa de los fondos «anticrisis». Gastar por gastar sin planificar.
Nada de esto está en el cierre al tráfico del Centro, donde la pilona y las cámaras son los principales recursos tras una actualización de las multas de tráfico aprobada por el Ayuntamiento; acaso los únicos, para la ansiada descongestión del tráfico. Tampoco se han acometido los aparcamientos imprescindibles y próximos para que evitarles a los clientes de las tiendas tener que recorrer largos trechos para hacer sus compras, pues, si en algo permiten sacar en claro los numerosos estudios de movilidad que se han encargado en los últimos años, es la mayoría de la gente no va de compras en autobús. No sólo faltan plazas, sino que el problema va camino de agravarse con la conversión del parking rotatorio de la calle Sevilla en uno para residentes.
El aparcamiento de La Victoria se llena en horas puntas y el privado de Edaco, en Conde De Robledo, el único que realmente está insertado en el Centro, ya no da más de sí. El del Plan Renfe funciona por rachas, al igual que el del Cementerio de la Salud —demasiado lejano—, mientras hacer un parking en Colón —o su alternativa en el solar anexo a la Diputación—, como demandan los comerciantes, no entra en los planes inmediatos del Consistorio ni tiene cabida en su limitado presupuesto. Está pendiente el que la empresa Montealto proyectó en el antiguo solar del hotel Gran Capitán. También supondrían un cierto alivio los previstos en la Ronda del Marrubial incluso el anexo al Centro de Congresos en Miraflores.
En este contexto caótico, ha calado entre los sectores afectados —vecinos, comerciantes, hosteleros y padres que acuden a diario con sus hijos a los colegios del Centro— una sensación generalizada de desconcierto e impremeditación, acrecentada por las lagunas informativas que aún subsisten a horas de que se den de bruces con las primeras vallas clausurando la entrada desde Ronda de los Tejares en dirección a Las Tendillas. Aunque el Consistorio ha habilitado pasillos peatonales para que los escolares de los cinco centros afectados accedan a ellos y sus padres aparquen sus coches en otros puntos, los progenitores reciben mensajes cruzados de que podrán, en un primer momento, cruzar por el carril habilitado en solitario en el inicio de las obras.
Aunque en la patronal de los comerciantes se ha defendido la peatonalización íntegra de Cruz Conde, muchos tenderos anónimos son pesimistas ante lo que se les viene encima con este blindaje.

Prescindir del 90% del tráfico en 2016

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