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Después de la tempestad

Los desaparecidos líderes del PSOE que sacaban pecho en los mítines atribuyen a Montilla toda la responsabilidad

Día 01/12/2010
LOS políticos que usan gafas, como José Montilla, tienen un problema de imagen añadido a los muchos que conlleva el hecho de estar permanentemente sometido a la curiosidad de los ciudadanos y al análisis, en ocasiones mal intencionado, de quienes tenemos por misión describir sus hechos y valorar sus dichos. En las últimas horas, tras su fracaso electoral, el todavía president se ha dirigido a sus interlocutores con micrófono mirándoles por encima de las gafas. Eso suele indicar un enfado profundo y contenido. No le faltan razones para la indignación. Sus mentores de Madrid, los desaparecidos líderes del PSOE que sacaban pecho en los mítines de hace una semana, le atribuyen a él toda la responsabilidad del entuerto. Eso no es justo. José Luis Rodríguez Zapatero, que para consolarse ha ido a visitar a sus líderes más parejos, tal que Muammar al-Gadafi o Evo Morales, no quiere saber nada de él. Ni siquiera le ha dedicado unas palabras de consuelo y, aunque fuera retóricamente, de lamento ante una autoría compartida en el diseño de la política socialista en Cataluña. Tampoco José Blanco, el número dos de los socialistas, le ha dado la palmadita en la espalda que parece de rigor. Solo el recién llegado Marcelino Iglesias que, visto en la distancia aragonesa, parecía más de lo que es, le ha entonado un canto funerario —al estilo de los de Pericles—, que más parecía que el catalán de Iznájar hubiera perdido Atenas y no un mero contrato de interino en el Palau de la Generalitat.
Mientras los líderes del PSOE actúan como si nunca hubieran conocido al todavía president, los mandamases del PSC le sustituirán al frente del grupo socialista —es decir, como jefe de la oposición en el Parlament— por Joaquim Nadal, un hombre culto, de buenas maneras, con experiencia municipal —alcalde de Gerona—, práctica de Govern—consejero de Obras Públicas y Política Territorial— y menos feroz en el catalanismo del que hasta ahora era su jefe en el partido y en el ejecutivo. Otra cosa será, y para eso se necesita un Congreso, quién sustituirá a Montilla al frente del PSC. El saliente, al modo de su mentor Zapatero, ha descabezado en mucho las filas socialistas para evitar la incomodidad de la competencia y la servidumbre del sermón que requieren los próximos. Ya veremos. El muy activo entorno de Carme Chacón, que ve venir la hecatombe del PSOE en los próximos comicios, propone el nombre de la ministra de Defensa. El liderazgo de un gran partido, que se lo pregunten a Mariano Rajoy, es un buen balneario desde el que se pueden ver pasar los acontecimientos sin mucha fatiga y poco desgaste. De perfil.
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