No sólo se ve con fuerzas para auto presentarse como seguro candidato del PSC a la alcaldía de Barcelona, sino que está dispuesto a tener voz propia en el proceso de refundación al que los socialistas catalanes se ven abocados tras la debacle del pasado domingo. A pocos meses para las elecciones locales, tras un mandato en tono muy bajo y en una situación más que delicada, el alcalde Jordi Hereu parece transmutado tras el varapalo en las autonómicas. El vacío de poder que en la dirección del partido se ha creado tras las elecciones y el paso atrás de José Montilla ha sido aprovechado por Hereu para blindar su posición, algo que entiende pasa también por reforzar su proyección dentro del PSC, partido del que ahora es el máximo cargo en activo.
EFE
Hereu y el ministro de Fomento, José Blanco, ayer en Madrid
Su posición es como mínimo peculiar: cuanto más delicada es su situación, más brío coge, ya que si finalmente llega a ser el candidato del partido y sale victorioso de la prueba de las municipales del próximo mes de mayo —decir que lo tiene difícil quizás es quedarse corto— podrá reivindicar con derecho su posición como la última ancla de un PSC, y casi por extensión del PSOE, a la deriva. El congreso de refundación del PSC en otoño sería entonces su congreso. Tras las elecciones del 22 de mayo, todo o nada para Hereu.
Sin tiempo que perder, Jordi Hereu comenzó ayer a trabajar en esa dirección, con una conferencia en el foro Nueva Economía de Madrid en la que habló más como dirigente del PSC que como alcalde. Algo así como un aquí estoy yo.
Tercera vía
La tesis de Hereu para un nuevo PSC viene a representar un remedo de tercera vía, en lo que sería una mixtura de eso que se ha conocido como las dos almas del PSC: una que habita en lo más «deep» del Baix Llobregat—Montilla, Corbacho, etc.— y la otra que, cayendo casi en la caricatura, tiene un pie en Sarrià y el otro en Gerona, caso del ex presidente de la Generalitat y ya ex militante del PSC, Pasqual Maragall, o del actual consejero de Política Territorial y Obras Públicas, Joaquim Nadal. «Saldría mal el PSC de un congreso en el que ganase una alma frente a la otra», explicó ayer Hereu, convencido de que el futuro del partido no pasa por una dualidad entre el PSC catalanista y el PSC sucursal del PSOE.
«La defensa del autogobierno de Cataluña es compatible con la implicación en el proyecto común español», explicó el alcalde, para quien Barcelona, y el PSC de la ciudad, tienen que ser el modelo a seguir por el PSC catalán: potente en el Eixample y en Gràcia, pero también en Nou Barris y Sant Martí.
Desenfocados
La osadía de Hereu, y por lo que muchos arquearán las cejas al oír su propuesta, es que se lanza a la «política autonómica» precisamente cuando más débil se presenta el PSC en la capital catalana —el PP se quedó a tres puntos del partido el domingo— y cuando más irrelevante es el peso de la federación del partido en Barcelona dentro de la dirección nacional. En resumen, el PSC que ve Hereu en el futuro pasa por un partido centrado en los ejes izquierda-derecha y españolidad-catalanidad —«en los últimos tiempos nos hemos desenfocado» tras una «inflación retórica y nacionalista», reconoció—, defensor del Estatut y con mayor presencia del partido en las estructuras del Estado.
Pero si esa es la estrategia a largo plazo, nada eso tendrá sentido si se fracasa en la batalla de Barcelona, a la que Hereu está convencido de que va a concurrir. Si así fuera, la estrategia parece clara: confrontación directa con Xavier Trias —cuantos más cara a cara mejor—, un rival que el PSC se esforzará por presentar como el martillo que va a destruir el modelo Barcelona de cohesión social del que el socialismo hace bandera. Una suerte de nuevo «doberman» en versión local.
