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Columnas / EL RECUADRO

Vendamos el Museo del Prado

Como éste le coja el gusto a eliminar el déficit vendiendo las joyas de la abuela, es capaz de enajenar hasta el Prado

Día 05/12/2010
A pesar de lo pronto que ponen las luces callejeras de las Pascuas, que un año las van a colocar cuando estemos veraneando, no he comprado lotería de Navidad todavía este año y tengo una profunda duda: comprar lotería cuando alguien ha comprado «la Lotería». La lotería de Navidad que compre, ¿será todavía de Apuestas del Estado, o ya de propiedad privada? Yo, la verdad, desconfiaría mucho de una lotería que no es del Estado, sino de un señor particular que ha hecho el negocio del siglo, comprando por 5.000 millones de euros un chiringuito que cada año deja al menos 3.000. La mesa presidencial del sorteo de Navidad tiene algo de tribunal de oposiciones. Cuando los había, claro, cuando los empleos públicos se daban con publicidad y por méritos, y no a dedo y con el carné en la boca. Esos señores que cuando los niños de San Ildefonso están con su cante se ponen allí en la mesa muy serios tienen algo de imagen del Estado. En la que confiaba muchísimo el catedrático don Manuel Giménez Fernández, ex ministro de Agricultura de la República con la CEDA, quien en las guasas antifranquistas que se gastaba en sus clases de la Universidad de Sevilla, solía decir a sus alumnos:
—Compren lotería de Navidad, porque es lo único del Estado en lo que no manda Franco. Por muchas órdenes que dé, Franco no puede conseguir que le toque el gordo a su yerno, el marqués de Villaverde.
El Estado, cuando se quedó sin tabaco, vendió ya Tabacalera. Vendió los cuarteles en el casco urbano de las ciudades. Vendió Telefónica. Ahora, sigue vendiendo. ZP vende el aeropuerto de Barajas. Lo que me recuerda el timo que se cuenta en muchas ciudades, de los pícaros que le vendieron un tranvía a un cateto que venía al médico. Vender un aeropuerto es como vender un tranvía. O como comerse un cortijo. O jugárselo a las cartas. Esta almoneda del Estado para hacer caja que anuncia ZP me recuerda a esos señoritos andaluces engominados que van por la calle como oliendo a mierda y mirando por encima del hombro a la gente, y de los que te dicen:
—¿Tú ves a ése? Pues ese tío, que no la ha doblado en su puñetera vida, se ha comido cuatro cortijos y se ha jugado a las cartas otros dos. No tiene un duro.
La Merkel y Trichet, cuando vean a ZP por Europa, les dirán a sus colegas:
—¿Ustedes ven al de las cejas circunflejas? Pues por su mala cabeza se ha comido la Lotería del Estado y los aeropuertos de Madrid y Barcelona...
Me imagino a ZP vendiendo la Lotería como a Concha Piquer cantando «Mañana sale»: «La fortuna pá mañana,/ ¿quién me compra un quince mil?». Un quince mil millones de déficit a enjugar como sea: «¿Quién me compra esta penita?/ Son de Doña Manolita,/ mañana, mañana sale...».
Cómo le han cundido las dos tardes en que Sebastián le enseñó Economía... Así acabo yo también con el déficit de Grecia, de Irlanda y de Portugal juntos, ¿no te jode? Y puestos así, ¿por qué vender sólo Barajas, El Prat y la Lotería, que es de Doña Manolita? Vendamos la Fábrica Nacional de la Moneda. Vendamos Correos. Vendamos la Policía Nacional y la Brigada Paracaidista. Vendamos el Banco de España. Vendamos el Ministerio de Obras Públicas. Vendamos Radio Nacional de España. No, no es broma. Como éste le coja el gusto a eliminar el déficit vendiendo las joyas de la abuela, es capaz de enajenar hasta el Museo del Prado. Éste se come las Meninas como el otro se comió cuatro cortijos. Vamos que si se las come...
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