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Columnas / AD LIBITUM

ÁLVAREZ CASCOS EN ASTURIAS

Rajoy tiende a prescindir de los buenos y rodearse de los menos buenos con la condición de que sean obedientes

Día 16/12/2010
CON la misma pasión que George Borrow recorrió España, en el XIX, para difundir el Nuevo Testamento en nombre de la Sociedad Bíblica Británica, Francisco Álvarez Cascos, en nombre propio, recorre la cornisa del Cantábrico para poner en evidencia los recortes que, con agravios comparativos, el Ministerio de Fomento de Magdalena Álvarez y José Blanco les han hecho a los proyectos concebidos y puestos en marcha durante su tiempo en ese Ministerio. Las comparaciones no son odiosas, y menos en política. Gracias a ellas, y según escribió en estas páginas el citado Álvarez Cascos, sabemos que AENA, el ojo del huracán que se puede llevar por delante a Zapatero, ha crecido de 9.200 trabajadores, controladores aéreos incluidos, a 15.000 que, además, reciben una retribución media de 85.000 euros anuales. La comparación es ilustrativa.
La semana pasada, en Santander, el ex vicepresidente del Gobierno y ex ministro de Fomento expuso ante un gran auditorio convocado por Euroconsumo Cantabria la realidad de la merma en alta velocidad ferroviaria que padecerán los cántabros como consecuencia de los recortes y retrasos decididos por el ministro actual y su célebre —celebérrima— predecesora. Ayer, en convocatoria del Colegio de Ingenieros de Caminos, Cascos hizo lo propio en Oviedo —«El AVE en Asturias»—, que es su pueblo. Es bueno, por clarificador, que los ministros salientes ejerzan la crítica sobre el trabajo de sus sucesores. Aclara las ideas de los próximos, aviva las de los distantes y nos brinda a todos elementos de juicio para quitarle pasión —militancia y seguidores— a las decisiones políticas y darles posibilidad de hacerlas inteligentes y analíticas.
Lo que resulta sorprendente, suponiendo que haya algo que no lo sea en nuestra partitocracia, es que sea un ex y no un in el que se tome ese trabajo apostólico itinerante. La máquina de la propaganda y la comunicación no le funciona al PP —¿cómo habría de hacerlo si solo en la calle Génova hay dos oficinas de prensa diferenciadas? Álvarez Cascos es un titán de la política, algo que escasea en todas las formaciones. ¿Cómo es posible que, después de haber conseguido el hastío de Manuel Pizarro y cuando Cascos manifiesta su deseo de volver a la actividad pública no sea ya candidato para las Autonómicas asturianas? Mariano Rajoy, en quien no brillan las luces de la selección de personal, se permite estos lujos y tiende a prescindir de los buenos y rodearse de los menos buenos con la condición de que sean obedientes. Eso, quizá, sea óptimo para organizar un registro de la Propiedad, pero resulta catastrófico en un partido político.
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