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PGOU: La estafa consentida

El balance de cinco años de vigencia del Plan General confirma el fracaso del modelo concertado

DÍAZ JAPÓN

juan j. borrero

El año 2011 será el quinto de vigencia del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Sevilla. El máximo documento de gestión urbanística local se presentó durante los años que duró su tramitación como un instrumento innovador, en su concepción y sus propuestas, y como una garantía de generación de riqueza y empleo en la ciudad. En 2004, a dos años de su aprobación definitiva, el alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín , aludía al Plan en ciernes como «la herramienta fundamental para la apropiación de la ciudad por los ciudadanos». Y es que el proceso de participación y elaboración del Plan urbanística se convirtió tambien en una extraordinaria campaña de propaganda con el lema que ha marcado buena parte de los últimos mandatos municipales: El PGOU era «la construcción de un sueño». El Plan no era una promesa. Su equipo redactor, encabezado por González Fustegueras , aseguraba que incorporaría mecanismos novedosos para asegurar su total cumplimiento y evitar, como venía ocurriendo históricamente con los planeamientos anteriores que todo quedara simplemente en la teoría. Todo estaba planificado: Las p revisiones sobre los costes económico estaban fijadas al metro cuadrado, y se incluían nuevos mecanismos de gestión para concertar intereses públicos y privados y entre las distintas administraciones.

Entre las innovaciones del nuevo Plan, destacó la de la concertación con los propietarios de suelo mediante la firma de convenios urbanísticos. El PGOU proyectaba la construción de más de 53.000 viviendas , de las que un 41% serían protegidas, y liberaba 13 millones de metros cuadrados para la implantación de actividades productivas. Para garantizar la viabilidad de los nuevos desarrollos, y durante la tramitación del Plan, la Gerencia de Urbanismo dedicó parte del anterior mandato municipal a suscribir decenas de convenios con los propietarios del suelo recalificado, acuerdos que obligaban a estos a realizar aportaciones económicas para financiar las infraestructuras generales externas (comunicaciones, espacios libres y equipamientos previstos en el Plan) —la urbanización interna y la conexión con el viario y los servicios básicos de abastecimiento y saneamiento de su sector corre a cargo de los promotores—. Con ello, los propietarios se aseguraban contar en el tiempo marcado por el PGOU con las carreteras, los parques y el equipamiento necesario para la mejor proyección de sus suelos recalificados . Por su parte, el Ayuntamiento conseguía liquidez económica para impulsar las grandes obras públicas de su competencia que aseguraran el correcto desarollo del Plan. En virtud de estos convenios, la Gerencia de Urbanismo recaudó algo más de 172 millones de euros en metálico y unos 70 millones en suelo .

Pero en menos de cuatro años el Ayuntamiento gastó todo el dinero procedente de esos convenios en proyectos de la llamada «ciudad consolidada». Así financió la red de carriles bici, en cierta forma un sistema general de nueva creación, pero también las obras, o mejor dicho, los extraordinarios sobrecostes de proyectos considerados emblemáticas por el grupo de gobierno , como la reurbanización de la Alameda o el inconcluso Metropol Parasol de la Encarnación, cuyo presupuesto se ha doblado. Al ser ambos espacios públicos son considerados en el Plan como Sistemas Generales de la ciudad. Tal fue la justificacón municipal a los promotores cuando éstos le reclamaron el dinero que habían adelantado al Ayuntamiento, supuestamente para desarrollar las infraestructuras de los nuevos desarollos previstos. como por ejemplo la SE-35. Se da la circunstancia de que sólo dos de los convenios firmados por propietarios de suelo con el Ayuntamiento, ambos de administraciones públicas, Defensa y Puerto, especificaron que el destino de las aportaciones serían los Sistemas Generales adscritos a los sectores objeto del convenio. El resto no tuvo la misma cautela. Un pequeño detalle que supuestamente daba carta jurídica a Urbanismo a emplear el dinero en Sistemas Generales de cualquier tipo, aunque el espíritu del Plan, según el modelo propuesto por Fustegueras, fuera muy distinto. Pero una cosa es el espíritu y otra gobernar para ganar elecciones. El alcalde lo explico con una frase poco afortunada para la pretendida planificación urbana que prometía el PGOU: «no voy a gastar el dinero que hay en hacer carreteras a ninguna parte ».

Esto tiene sus inconvenientes. Cuando es preciso construir una de las pasarelas proyectadas sobre el río —un Sistema General— se depende ahora de un acuerdo con particulares con intereses en el proyecto. Como ocurre con el anunciado proyecto de Cajasol y Barceló para construir un puente a la altura del Hotel Renecimiento.

El Plan se utilizó como herramienta electoral de urgencia con las consecuencias a corto y largo plazo. El Ayuntamiento se había gastado las aportaciones en un mandato de cuatro años, cuando el PGOU tiene un horizonte mínimo de doce, con la circunstancia añadida de una grave crisis económica que ha paralizado el sector de la construcción y por tanto los planes de vivienda en curso, y una ruina de las arcas municipales reflejada en la caída de las inversiones y la constante renegociación de la deuda del Ayuntamiento.

La patronal de promotores y constructores, Gaesco, habló entonces de «estafa» y anunció una querella contra el Ayuntamiento. Los informes jurídicos auguraban un largo proceso de consecuencias imprevisibles. Y el Ayuntamiento se enfrentaba a un escándalo que le estallaba a final del mandato, a pocos meses de la cita electoral de mayo. La polémica se diluyó en un proceso de negociación que culminaba a finales del pasado año con la firma de un acuerdo en el que el Ayuntamiento se comprometía, a sólo cuatro años de la aprobación del PGOU, a aprobar un Plan Especial de Infraestructuras, en trámite de contratación, para «impulsar, programar y agilizar la ejecución de las redes de energía eléctrica, telefonía, abastecimiento y saneamiento de agua, gas, etc. para el desarrollo de los suelos urbanizables del Plan». En el mismo acuerdo, el Ayuntamiento se compromete con los propietarios de suelo urbanizable, que sean promovidos por empresas asociadas a Gaesco y que firmaron en su día los convenios urbanísticos, a sufragar los costes de expropiación o adquisición de los terrenos calificados como Sistemas Generales exteriores a los sectores a desarrollar, a adjudicar y sufragar la ejecución de los Sistemas Generales viarios y de abastecimieno y saneamiento, sin exigir cantidad adicional a la ya aportada por estos en los convenios urbanísticos previstos ». Gaesco obtenía sus garantías.

Diálogo competitivo

Además, el convenio se inscribe en una nueva fórmula de relación de Urbanismo con los promotores, definida como «diálogo competitivo» en el que el Ayuntamiento se compromete además a financiar con fondos procedentes del Patrimonio Municipal de Suelo la urbanización interior de los sectores que corresponde a los promotores a cambio de suelo. Hasta el momento ha culminado una convocatoria dotada con 43 millones a la que se han acogido las constructoras Metrovacesa y Rus , y acaba de lanzar una segunda oferta por 56 millones. Se espera que estos acuerdos reactiven los planes de vivienda, aunque la demanda se haya resentido drásticamente por la falta de liquidez de las economías domésticas que ha ralentizado tanto la compra de vivienda de renta libre como protegida.

Y es que el parón del sector de la Construción y el desvío de los fondos para los Sistemas Generales no sólo supone un freno en la programación del Plan sino una ruina para la propia gerencia de Urbanismo que no obtiene los ingresos prvistos debido a la pérdida de actividad, la menor cncesin de licencias, etc.

El acuerdo, por tanto, satisface a Gaesco, que considera asegurada la reposición del dinero entregado a cuenta para el desarrollo del Plan cuando haga falta según la programación del propio PGOU. Y al Ayuntaiento que sale al auxilio de las construtoras para que no paren las grúas. Sin embargo, el acuerdo, redactado en tres folios, no aclara de dónde sacará Urbanismo esos 172 millones de euros cuando sea necesario . Y todo en un proceso de crisis que ha reducido las inversiones reales municipales en un 95%, según el informe del Consejo Económico y Social sobre los Presupustos Municipales para 2011. Esto indica que el dinero gastado tendrá que salir ahora de procesos de despatrimonizalización del Ayuntamiento mediante la venta de suelo, o directamente por la vía impositiva, es decir, pagarán los ciudadanos. Será, no obstante, un problema del próximo gobierno municipal, al que le tocará despertar a la ciudad del «sueño».

Papel mojado

Sea por la crisis, por incapacidad de gestión o por falta de apoyo de otras Administraciones, lo cierto es que en estos cinco años también se han caído muchas expectativas del PGOU. Posiblemente entre las más relevantes están las que se refieren a la movilidad. El PGOU adolecía de mucha teoría sobre el tráfico privado y el transporte público pero no supo responder a las necesidades de la ciudad. En la práctica, sin el desarrllo del Metro y con la indefinición del destino final del tranvía, que se apuntaba como solución al problema del táfico dentro del casco histórico, o hay soluciones para mejorar en este aspecto. Es más, las medidas que del P lan ha puesto en marcha el gobierno municipal , no precisamente las que requerian más inversión pública, han complicado más la situación.

Otros proyectos emblemáticos del Plan ya son imposibles, como el traslado de la Feria al Charco de la Pava, lo que condiciona la liberación del suelo de Los Gordales .

En otros casos, las urgencias del Gobienro municipal han llevado a tomar decisiónes contrarias al Plan como el intento de venta de la antigua comisaría de la Gavidia, concebida como suelo de interés público.

Tampoco el Plan ha permitido conseguir el parque metropolitano de Tablada que prometía, ni ha dirigido la política municipal a volcarse en los equipamientos del casco histórico o ha generado grandes transformaciones urbanas a la ciudad consolidada.

Otras ilusiones interrumpidas del «sueño», como el diseño de la parcela simbólica de Heineken en Nervión por los gurús de la arquitectura mundial, parece que sólo fueron parte del guión promocional del Plan... Y es que en todos estos años de la construcción del «sueño», hemos comprobado que el guión no era infalible y se podía cambiar al antojo y la necesidad , generalmente electoral, del gobernante.

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