El Gobierno holandés se ha visto obligado a reconocer que considera normal que personas que padecen casos graves de esquizofrenia sean mantenidos en recintos hospitalarios atados permanentemente a la pared de sus celdas con una correa. El asunto ha salido a la luz porque la oposición socialista ha llevado al parlamento el caso de un joven de 18 años que lleva tres años en este tipo de cautividad en un centro público.
«La situación es lamentable pero está dentro de la norma», admitió la secretaria de Estado de Sanidad, Marlies Veldhuijzen. «No es lo que quisiéramos, pero a veces las personas están tan enfermas y discapacitadas que no conocemos ninguna solución mejor. No puedo prometer mejoras sabiendo que este es solo un caso de un grupo más grande. Para ellos buscamos la mejor solución posible, mirando lo que está disponible en Holanda y en otros países, de manera que estamos seguros de haber hecho todo lo posible».
El joven se llama Brandon y su madre denunció en una televisión pública sus condiciones de internamiento. Según el Gobierno, éste padece un caso de esquizofrenia severa y muy violenta que le hace creer que escucha voces que le conminan a tener comportamientos agresivos. Hace cuatro años destrozó por completo las instalaciones en las que había sido internado de forma experimental y cuyo valor el Gobierno estima en más de medio millón de euros.
Según el Ejecutivo holandés, en ese país hay al menos cuarenta enfermos en una situación similar, algo que los ciudadanos desconocían por completo.
Brandon se encuentra en el centro psiquiátrico de Ermelo, al este de Holanda, obligado a mantenerse atado por un arnés de cuero que le maniene asido por el tórax y éste a su vez atornillado a la pared con una correa que limita sus movimientos a un radio de menos de dos metros. Por ahora, los médicos no han logrado resolver sus problemas psiquiátricos y no son capaces tampoco de prever un plazo en el que este joven podría volver a tener una existencia autónoma.