Un real sitio como San Lorenzo de El Escorial echaba ya de menos un lugar de esparcimiento cultural digno de su alcurnia. El cierre por reforma, en 2006, del Real Coliseo Carlos III había dejado huérfano al pueblo de la Sierra del que es el teatro cubierto más antiguo de España, un templo de la escena por el que han pasado Rafael Alberti, Víctor Ullate o Ana Mariscal. Ahora, con su reciente reapertura y el inicio de una programación estable, gestionada por la Comunidad de Madrid, vuelve a ser el único teatro de corte español en uso y parada obligatoria para todos aquellos que buscan pasar un fin de semana en la villa. Porque la vida cultural escurialense no sólo se reduce al monasterio…
Consagrado en esta nueva etapa a los espectáculos de mediano y pequeño formato, seguirá siendo una referencia en música de cámara, una impronta que lleva consigo desde su puesta en marcha en 1779. Para cerrar este mes, combina los títeres para adultos de Teatro Corsario («La maldición de Poe», sábado 22), un espectáculo sobre textos del siglo XV y XVI de Teatro de la Cornucopia y Nao d’ Amores («Dança da Morte», domingo 23) y un montaje dirigido por Angélica Lidell («El año de Ricardo», sábado 29). Variedad y calidad para arrancar un año en el que se prevé que el Real Coliseo acoja más de un centenar de representaciones.
Pero, pretender pasar por San Lorenzo de El Escorial y no visitar el Monasterio es tarea inútil. Perderse en sus 33.000 metros cuadrados de enorme valor histórico y artístico supone descubrir algo nuevo en cada nueva cita con la monumental obra, a la que se accede desde la lonja. No por conocidos, hay que olvidar los numerosos frescos de El Bosco, Velázquez o Van der Weyden, la espectacular basílica o la pintoresca biblioteca, que se halla entre las mejores del mundo. Junto a estos reclamos, conviene citar el siempre sorprendente descenso a la cripta, el juego de eco en las monumentales salas (los sonidos se escuchan de esquina a esquina con una claridad sorprendente) o la reproducción de la sábana santa presente en uno de los aposentos, como algunos de los detalles menos trillados de un conjunto de edificios a la altura de su leyenda. Para terminar la visita, nada mejor que tomarse un respiro en el Jardín de los Frailes, zona de esparcimiento alabada por intelectuales como Ortega y Gasset o Manuel Azaña por su idoneidad para la meditación, y coger aire para lo que viene después…
La silla de Felipe II
Casi cuatro kilómetros de agradable paseo separan el Monasterio de la silla de Felipe II, un «asiento» labrado sobre roca de granito situado en lo alto del Monte de La Machota. Según cuenta la leyenda, el monarca era trasladado aquí para seguir las obras del Monasterio. La ruta de ascenso discurre entre los robles, fresnos y pequeñas praderas del Bosque de la Herrería. En la subida, nos topamos con la encantadora Ermita de la Virgen de Gracia, situada entre pinos y última superviviente de un amplio conjunto de pequeñas capillas que se encontraban en la zona. Una vez arriba, nos espera un asiento de reyes, si bien algunos historiadores consideran que es una construcción sacra vetona y que Felipe II no se acercó jamás por allí. Leyenda o no, la vista del Monte Abantos y de los alrededores –siempre que la niebla no lo evite– bien justifica la ascensión a este trono de piedra.
De vuelta al pueblo tras explorar sus numerosos encantos naturales, San Lorenzo ofrece al visitante numerosas opciones para disfrutar de un café, una copa o una cena, ya sea en su vertiente más tradicional como en otras menos previsibles. El auténtico clásico de la restauración escurialense, el Charolés (Floridablanca, 24. 91 890 59 75) ofrece su célebre cocido de receta tradicional, muy recomendable en estas fechas y excelente para coger fuerzas (si se ha ascendido a la silla). Otras opciones son las croquetas de cigalas, las pochas o la carne de novillo, platos esenciales para degustar en un ambiente tan clásico como elegante, entre paredes de piedra y con una iluminación tenue.
Por otro lado, si se quieren romper los tópicos sobre El Escorial y dar una nota de provocación y modernidad a la visita, es muy recomendable acudir a Yamaoka (Pozas, 31. 91 890 58 28), una auténtica «izakaya» –taberna japonesa– como sacada del corazón de Tokio. Su dueño, Yamaoka-San, artista nipón, propone sushi, ensaladas con algas, fideos y brochetas yakitori en un ambiente peculiar decorado con sus inclasificables obras. Además de restaurante, Yamaoka ejerce también de centro cultural y propone conciertos en su estupenda terraza interior, uno de los mayores reclamos del local.
Para rematar la visita, el Cafetín Croché (San Lorenzo, 6. 91 890 52 82) en las llamadas «Casas de los Doctores», del arquitecto Juan de Herrera, propone copas y licores en un espacio singular, con un encanto decadente y una amplia programación de espectáculos de magia, humor y veladas de poesía. Entre mobiliario antiguo y postales de San Lorenzo de todas las épocas, el Croché funciona como símbolo de ese clasicismo escurialense que nunca pasa de moda.
Más datos
Cómo llegar: Desde Madrid, a tres cuartos de hora en coche por la A-6 hasta la salida 47 a San Lorenzo de El Escorial.
Dónde dormir: Posada Don Jaime (San Antón, 24. 619 308 936. www.posadadonjaime.es). Este hotelito con encanto se encuentra en el centro histórico de San Lorenzo de El Escorial, ubicado en una casa señorial. Cuenta con salón, mini piscina y jardín.
