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Medios y Redes / OBITUARIO

Vidas paralelas. Una periodista en estado puro

Susana Olmo murió el mismo día en que 34 años antes empezó a trabajar en la agencia Colpisa

Día 01/02/2011 - 19.42h

Cuando la periodista madrileña Susana Olmo entró en la redacción de la agencia Colpisa, el martes 1 de febrero de 1977, la Transición no había hecho más que empezar. Adolfo Suárez preparaba las primeras elecciones legislativas y la UCD se perfilaba como la fórmula política idónea para traer la democracia a España, después de 40 años de dictadura franquista. Susana falleció hoy por la mañana como consecuencia de un cáncer de pulmón cuando contaba sólo 60 años. En el colmo de la coincidencia, su vida se agotó también un martes 1 de febrero.

A principios de 1977, restos del viejo régimen, en su mayoría uniformados, plantaban cara al débil gobierno de la Monarquía mientras ETA azuzaba a los reaccionarios sembrando de víctimas militares el país. En ese ambiente, el reportero Manu Leguineche dirigía un joven equipo de periodistas que, con pocos medios, mucha vocación y una gran profesionalidad servía la información nacional a un grupo de periódicos regionales. Necesitaba gente joven, comprometida -como él- con la búsqueda de la verdad y la democracia, para contar a sus lectores las vicisitudes de unos años transcendentales en nuestra historia. Susana Olmo se sintió enseguida como pez en el agua en aquella redacción de Colpisa, donde se encontró con Amalia Sánchez Sampedro, María Jesús Arroyo, Pilar Cernuda, Juanjo Paradinas y Fermín Cebolla. Poco sospechaba entonces 'la rubia' que su trayectoria vital discurriría en un casi perfecto paralelismo con la historia de la agencia y el concepto del periodismo de verdad. Ese periodismo que se detiene a contrastar hasta el último dato, el que busca el rigor, la objetividad más honesta y, ante todo, la independencia.

Así era ella. Exigente y meticulosa hasta la última coma, vigilante del buen empleo de los verbos y el vocabulario, poco amiga de los excesos y los adjetivos. Con todas estas armas, la fortaleza de su carácter y una sonrisa conciliadora se convirtió en una de las mejores analistas de la Transición, en la medida en que la sociedad recorrió el camino a la democracia de la mano de los periodistas que se la relataban "en vivo y en directo", como ella decía. Y así vivió el 23-F en el Congreso de los Diputados, convertida en rehén de los golpistas con el resto de colegas que seguían las votaciones para la investidura de Leopoldo Calvo Sotelo.

Como muchos de sus coetáneos, Susana era fervientemente institucional y extremadamente respetuosa con todas las instancias democráticas, estuvieran ocupadas por el PP o por el PSOE. De trato fácil, se convertía en un muro infranqueable ante las presiones e injerencias del poder en su trabajo. Siempre mantuvo buena relación con los populares procedentes de la UCD, pero sus mejores fuentes se encontraban entre los 'felipistas' no en vano era considerada una de las profesionales que de forma más certera explicó la trayectoria de los gobiernos de Felipe González.

Pertenecía a una familia de larga tradición socialista -emparentada también con los Calvo Sotelo- y nunca renunció a sus convicciones ideológicas, que no sólo le fueron inculcadas en casa sino en el colegio Estudio, donde recibió una sólida formación intelectual laica y del que heredó el gusto afrancesado. Le gustaba presumir de tener en sus venas sangre de todas las esquinas de España, andaluza, gallega, vasca, madrileña , "un cuartillo", solía decir, de cada sitio. Ese mestizaje dejó un poso de tolerancia con naciones, regiones y autonomías, como corresponde a quien vio alumbrar la Constitución. Lejos de las prisas que hoy se exige a los informadores por encima de todo, era de las que prefería la calma para la reflexión, la verdad antes que la inmediatez mentirosa, la profundidad a la superficialidad y la corrección a la chapuza.

Confesionario

En sus últimas declaraciones publicadas, recogidas el pasado verano en 'Cuadernos de Periodistas' de la Asociación de la Prensa de Madrid, Susana, ya gravemente enferma, nos dejó una herencia inestimable sobre la vigencia de una profesión que algunos se apresuran a dar por muerta. "Hoy más que nunca, el reto es mantener el periodismo de calidad. Internet ha aumentado el flujo de la información, pero también ha revolucionado la desinformación y la basura informativa", razonaba en plena coherencia con los principios en los que siempre creyó, alejada de cualquier tentación amarillista.

Superada la Transición y asentada la democracia, Susana Olmo pasó a la mesa de redactora jefa de Nacional, el confesionario de todos los compañeros y la escuela de los más jóvenes. Allí la encontró el cáncer de pulmón el último jueves de julio de 2009 cuando preparaba las previsiones informativas del día. Cuando acudió a mi mesa en busca de ayuda fue el único momento en que vi el miedo en sus ojos. A partir de ahí, luchó durante año y medio contra esa maldita enfermedad, y lo hizo con su habitual pertinacia, sin exageraciones ni dramas y siempre profundamente agradecida al equipo médico que cuidaba de ella en el Hospital Madrid de Sanchinarro.

La comunión entre su vida y su profesión fue tan real que hasta para el breve matrimonio que tuvo en su juventud eligió a un periodista. Disfrutó de la vida y sus placeres, especialmente el gastronómico, pero lo que más le conmovía era una noche de luna de agosto en su esplendorosa playa de Almería. Junto a su trabajo como 'colpisera', la dedicación a sus amigos la mantenía siempre ocupada y así forjó un batallón de gente que la adoraba. Como ella quería, sus amigos no la compadecieron ni se olvidaron, sino que mantuvieron llena su casa y su teléfono estuvo activo hasta el último momento.

Muchos tenemos la sensación de que la marcha de Susana, en coincidencia con la agonía del trabajo informativo profundo, meticuloso, respetado y veraz, es una metáfora de lo que ocurre hoy en este periodismo que nos roba la vida a quienes lo ejercemos, pero del que no podemos prescindir. Del mismo modo que estoy segura de que 'la rubia' seguirá viva entre quienes compartimos la vida con ella, también creo que su periodismo de calidad sobrevivirá.

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