«Belén Rueda ha nacido para interpretar a Sophie von Essenbeck». Toda una declaración de amor de Tomaz Pandur hacia la actriz, una de las protagonistas de «La caída de los dioses», montaje teatral dirigido por el esloveno, que se ha basado en la película de Lucchino Visconti. El espectáculo, producido por el Teatro Español, verá la luz el próximo 17 de marzo en el teatro Calderón de Valladolid. Está previsto que viaje, entre otras plazas, a Barcelona y Pamplona, y estará en las Naves del Matadero, en Madrid, a partir del 25 de agosto. Además de Belén Rueda, están en el reparto Emilio Gavira, Pablo Rivero (en lo que significa su debut teatral), Alberto Jiménez, Fernando Cayo, Manuel de Blas, Santi Marín, Olivia Molina, Francisco Boira y el pianista Ramón Grau.
Tomaz Pandur reconoce su deuda con Visconti, «que transformó el cine en algo nuevo; es el padre del culto a la estética, entendida en su significación más profunda. He estado aprendiendo de él desde hace muchos años. Los conceptos de Visconti, sus ideas, son capaces de responder hoy en día a determinadas cuestiones mejor y más contundentemente que entonces».
«La caída de los dioses» es, dice Pandur, la historia de una familia. «Visconti la contó aquí como Bergman en “Fanny y Alexander” y Thomas Mann en “Buddenbroks”; cuenta la ascensión y caída de los von Essenbeck». «Es una historia —añade Alberto Jiménez— con la crisis como fondo; la historia de la caída de una familia muy poderosa en la Alemania en los años treinta. No puede ser más actual».
La película de Visconti, estrenada en 1969, es el punto de partida de este montaje, en el que, dice Pandur, «todo y nada es nuevo. No hay una imitación del filme Se ha enriquecido el guión con la experiencia del tiempo transcurrido, y hemos sido fieles a los personajes: tienen los mismos nombres y viven las mismas historias. Pero no contamos la historia de Ingrid Thulin, sino la de Belén Rueda creando el personaje de Sophie».
La actriz —en su segunda experiencia teatral, después de «Closer»—, insiste en la actualidad de la historia, y cree que Visconti, sin las trabas de la censura, hubiera profundizado aún más en los personajes. «Es interesante ver el paralelismo entre la familia y los estamentos del poder; y está claro que cuando éste cae en las manos equivocadas, las consecuencias pueden ser muy graves». Sobre su personaje, confiesa que es «mala, malísima», y que le costó encontrar sentido al comportamiento de Sophie.
El montaje cuenta con un importante componente estético —Pandur siempre ha dado pinceladas «viscontianas» a sus montajes—. «Pero la estética no es sino una consecuencia, el resultado de algo más profundo». «Estética —tercia Belén— es una palabra denostada, pero el arte es estética. Las emociones, las sensaciones que transmiten las cosas bellas son muy importantes y diferentes».
