Le faltan todavía dos meses para cumplir el año, pero este torito que lleva la bravura en los genes ya apunta maneras: se arranca con embestidas cuando Javier Azpeleta, el propietario de la ganadería en la que nació, se acerca a echarle la comida. Este añojo es Got, el primer toro de lidia español clonado. Ha pasado la primera etapa de su vida en la explotación en la que nació, en Melgar de Yuso, bajo los cuidados del ganadero y con la periódica supervisión del veterinario de la zona Julio César Díaz, experto en vacuno, y de Vicente Torrent, responsable del equipo de la Fundación Valenciana de Investigación Veterinaria (Fevive), que llevó a cabo el proyecto.
El becerro aparenta poco tamaño en comparación con las reses entre las que se ha criado, de raza frisona, más voluminosas. Sin embargo, pesa ahora unos 160 kilos, «un poco gordo para su edad», comenta el ganadero, quien indica que las reses bravas son de menor envergadura que las que se crían para carne o leche, y que, al estar en dehesas, las de lidia tienen menor peso.
Y es que Got lleva una vida tranquila, en una cuadra de la localidad, donde su cuidador le ha hecho un pequeño corral. Su alimentación es la misma que la del resto de las reses de la explotación -«paja, forraje a discreción y pienso»-, y no ha sufrido enfermedades. En el programa de seguimiento, con análisis periódicos, no ha evidenciado ninguna anomalía. El comportamiento del becerro es normal, aunque, como comenta su cuidador, «no estoy muy seguro de qué es normal, porque yo nunca he criado un toro bravo, siempre hemos criado frisonas».
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