El pantano de los seis mil días
Cuando se terminen las conducciones, en 2013, el proyecto del embalse de Melonares habrá cumplido 16 años
El pantano de Melonares ya no es un espejismo, aunque lo parezca. Está ahí, lleno de agua que sin embargo aún no podemos beber porque estamos a la espera de que terminen las conducciones.
Cuando estas terminen, dentro de dos años, habrá terminado un proyecto del que empezó a hablarse hace muchos, muchos años — las primeras referencias se tienen de 1972, pero que no empezó a hacerse realidad a mediados de los años noventa, que se activó tras la gran sequía que sufrió la ciudad entre 1992 y 1995 y que luego ha sufrido no pocos vaivenes y retrasos arrullados al son de los intereses políticos. No fue hasta 1997 cuando se aprobó el proyecto. Desde entonces hasta esa fecha que ahora se apunta como final de las obras, el año 2013, habrán pasado 16 años. Casi seis mil días de trabajo que han estado llenos de no pocos problemas y en el que el pantano se convirtió en objeto de polémica —su afección ambiental hizo que se acometiera un área de compensación que costó 28 millones de euros frente a los 41 en los que se presupuestó el cuenco de la presa—; enfrentamiento entre administraciones y partidos políticos y, al final, pasada la época de bonanza, hasta en víctima de la crisis económica y la escasez de recursos para infraestructuras.
El pantano ha tenido un coste total, incluida la presa, las medidas ambientales, las expropiaciones, las actuaciones compensatorias en los municipios y las conducciones, que superará los 120 millones de euros. Tiene una capacidad para almacenar 185,6 hectómetros cúbicos de agua que se sumarán al agua embalsada en los otros cuatro pantanos que abastecen a los habitantes del área metropolitana de Sevilla —Zufre, Aracena, La Minilla y Gergal—, aunque en este caso no estarán en la cuenca de Huelva, sino en la del río Viar.
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