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Galicia / la garita de herbeira

Botín confirma a Zapatero

Nadie defiende en verdad a los crecientes perdedores en el Reino de España: el talento, el mérito, el Bien, la Libertad, la Justicia, la Cultura, la educación, la juventud...

Día 01/04/2011

Gobernar es administrar, nos explicaba Feijóo, y el consejo de administración en La Moncloa es una contundente imagen del verdadero estado de la nación y de las instituciones constitucionales. Ningueados el Parlamento, el Senado y los diecisiete parlamentos regionales, se acaba de escenificar dónde reside de verdad la soberanía nacional.

Ya muchos sospechábamos que el viejo partido de Pablo Iglesias se había convertido en el preferido del gran capital, la banca y los grandes monopolios españoles, varios de ellos logrados gracias a la desamortización y apropiación a precio de saldo de la parte más rentable y eficiente del sector público formado y consolidado con los ahorros y los esfuerzos de los españoles durante los años sesenta y setenta hasta la muerte de otro ferrolano, Francisco Franco.

Como se ha demostrado otra vez, muchos de los patrióticos plutócratas españoles están encantados con Zapatero, el llamado PSOE y sus sindicatos gubernamentales comanditarios porque o nos engañan en los balances o se están poniendo las botas mientras les mantiene la paz social sin guardia pretoriana ni violentas camisas pardas, engañando a la gente peor informada o la que por fanatismo, sectarismo o estupidez no le importa que la saqueen y le roben el futuro, su futuro y el de sus hijos, siempre que lo hagan «los nuestros».

Todo un pueblo sacrificado para crear valor para el accionista.

Por el precio asequible, porque además lo pagan otros, de la corrupción y de mantener una casta política y sindical inútil, envilecida cuando no corrupta, les satisface comprobar que la política socialista logra esa faz -¿acaso engañosa, sin embargo?- de resignación ciudadana, de embrutecimiento generalizado, de amorfa calma o de las colas sin apenas incidentes en las oficinas del INEM. Nadie defiende en verdad a los crecientes perdedores en el Reino de España: el talento, el mérito, el Bien, la Libertad, la Justicia, la Cultura, la educación, la juventud, la arruinada clase media, los profesionales, los autónomos, las pequeñas y medianas empresas, que ven como sus impuestos y los costes de la deuda soberana sirven para reforzar los beneficios declarados de la banca que mientras cobra los cupones de la ruina de España mantiene cerrados los grifos del crédito olvidando su papel social en la creación de riqueza, amén de los abusos de las compañías que actúan en régimen de oligopolio sobre el consumidor indefenso.

Querido Emilio, cuyo lugarteniente acaba de ser condenado por el Supremo, ha felicitado a su consejero delegado, le ha renovado en el cargo y le ha pedido que siga hasta el final en la Moncloa. El poder financiero le necesita. Le llama y Zaplatero, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón que no lleva huesos, acude dulcemente y va a él con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal… Pero no sabemos si en este caso Botín se pasa y la codicia le ciega más allá de lo conveniente a largo plazo.

Y Mariano que nos acaba de explicar que «las medidas de Zapatero son prescindibles e inútiles» acaso debería preguntarse por qué querido Emilio se va con los socialistas del viejo partido del tenebroso ferrolano. Botín e Iglesias, dos nombres premonitorios unidos para la eternidad porque administrar es gobernar.

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