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Cofradías y «subvencionitis»

En pleno contexto de «sociedad subvencionada», las hermandades se han apuntado al carro de pedir subsidios a la Administración pero, ¿son presas del dinero público?

Cofradías y «subvencionitis» NIEVES SANZ

javier macías

El debate actual sobre que vivimos en una sociedad subvencionada ha llegado a las cofradías. Al igual que ocurre con muchas empresas, las hermandades piden subsidios a la administración pública para afrontar proyectos y, aunque las relaciones de interés entre éstas y las instituciones viene de largo, cada vez son más las solicitudes .

Como entidades que mantienen firmemente una doctrina, hay quien piensa que al obtener ayudas pueden ver coartada su independencia y criterio. Así, las administraciones públicas se muestran receptivas a conceder subvenciones, sabiendo que con el tirón de las hermandades se puede llegar a obtener un beneficio político.

En este sentido, Enrique Esquivias, el hermano mayor del Gran Poder , considera que «ni pueden ni deben coartar la libertad, ya que el límite de estas subvenciones debe estar en la independencia doctrinal». Así, y como máximo representante de una corporación que ha recibido una subvención de Urbanismo para acometer una reforma en la basílica, comenta que «existe un interés común que es la mejora en la seguridad y el acceso a minusválidos». «A mí nadie me ha obligado a poner medallitas a un político, tampoco hemos movido ni un ápice nuestros criterios y nadie nos ha invitado a que los cambiemos», cuenta Esquivias que, además, afirma que, en su caso, «no se ha recurrido al amiguismo o influencias para que nos concedan una subvención» y que, «como todo ciudadano o asociación, presentamos un proyecto serio y pasamos todos los trámites legales ». Por ello, cree que «no hacen falta cauces privilegiados para obtener recursos públicos».

Manuel García, el hermano mayor de la Macarena , en la misma línea, afirmó que «no creo que las hermandades se presten a recibir dinero a cambio de que las utilicen políticamente entre otras cosas porque los políticos saben de qué pie cojean las cofradías». Sin embargo, quiso dejar claro que la Macarena no ha recibido «ninguna subvención», sino que la hora de realizar el museo recibió «una cantidad a cambio de poner un punto de interés turístico en la basílica».

Eso sí, cabe recordar que hace dos años la Justicia obligó al Gobierno central a pagar un millón de euros a la hermandad ya que, tras haber sido concedida por el Gobierno de Aznar , el de Zapatero decidió revocarla, por lo que la corporación recurrió y ganó en los tribunales. Esta cantidad, concedida por el Ministerio de Fomento, iba destinada a la ampliación del Museo.

Según García, «a mí si alguien me diera una subvención la aceptaría y no me coartaría mi libertad, al igual que si lo solicitara una asociación de vecinos», y sentenció diciendo que «no se nos van a caer los anillos por pedir una subvención, pero gracias a Dios no nos ha hecho falta».

La Esperanza de Triana , por su parte, más que subvenciones — recibió 200.000 euros destinados al Centro de Apoyo Infantil—, ha obtenido otro tipo de ventajas por el Ayuntamiento como son la Medalla de la Ciudad o dos calles para sus imágenes. Así, su hermano mayor, Adolfo Vela, afirmó que «la Esperanza de Triana no ha hipotecado nada, aunque es cierto que probablemente a las “grandes” nos sea más fácil por la influencia». Con respecto a que los políticos utilizan las hermandades para sacar un rédito dijo que «el político siempre es político y va a actuar en función de los votos. Nosotros, evidentemente, nos aprovechamos de ello aunque eso no nos compromete para nada».

Así, se mostró « muy agradecido al alcalde porque gracias a su mediación la hermandad ha obtenido muchas cosas, pero no entro en la gestión como político, sino personal». En este sentido afirmó que «lo que le he pedido nos lo ha dado porque sé que le hace mucho tilín la hermandad, pero eso no significa que deje de posicionarme claramente en contra de cosas que su partido está haciendo como el aborto, la retirada de crucifijos o la persecución de algunos militantes socialistas a la Iglesia».

Así, indicó que «en el Ayuntamiento saben que estoy en contra de todo eso, porque yo doy charlas contra el aborto y nadie me ha coartado nada, lo mismo que le critico al PP su actitud pasiva con estos temas».

Convenio «fantasma»

Para evitar ese interés político en favorecer a hermandades más influyentes, se anunció a bombo y platillo el pasado año un convenio entre Urbanismo y el Consejo para que sea este último quien gestione las ayudas. Un convenio que aún no está ni se le espera, toda vez que el pasado mes de diciembre hubo un enfrentamiento entre los ediles socialistas sobre la idoneidad de que el Ayuntamiento perdiera ese poder. Y es que curiosamente esta medida se toma al final del mandato de Monteseirín que, mientras ha estado concediendo subvenciones durante años, con el nuevo convenio coarta al próximo alcalde —ya sea Espadas o Zoido— para que tengan libertad a la hora de darlas como sí tuvo Sánchez Monteseirín.

¿Deben las hermandades hipotecar sus presupuestos ante las subvenciones?

La visión del Consejo, según Manuel Nieto, el secretario , es que «esto evitaría los beneficios por amistad o los intereses políticos y todas tendrían el mismo acceso». Así, cuenta que «Urbanismo ha hecho esto para blindarse ante la lluvia de peticiones».

Mientras, las cofradías van a Urbanismo por su cuenta para ampliar sus dependencias o a la Consejería de Cultura para restauración del patrimonio artístico. En este sentido, Cultura creó un organismo que, aunque con fondos públicos, funciona como una empresa privada, que es IAPH .

Un instituto que cuenta con los mejores recursos de personal y tecnología y que, a través del cual, a las cofradías puede resultarle totalmente gratuito la restauración de una imagen o cualquier pieza artística —lo que además genera competencia desleal en este gremio de trabajadores—.

Así, por ejemplo, la restauración del paso del Gran Poder será sufragada «parte por el instituto y la otra parte por la hermandad». Sin embargo, como anunció Esquivias, «el IAPH ha presentado un proyecto de innovación muy ambicioso por el que, si sale a concurso, obtendríamos otra dotación de la Consejería de Cultura».

A partir de aquí, surgen dos debates: ¿deben las hermandades hipotecar sus presupuestos ante las subvenciones? Y, la pregunta clave, ¿son presas del subsidio ante los intereses políticos?

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