Un estudio publicado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles (Anfac) constata que durante 2010 las arcas del Estado recibieron 24.688 millones de euros por la fiscalidad que se paga en el sector de la automoción, cantidad que según la patronal de los fabricantes «resta competitividad» al sector, pese a que España es un país productor. Por este motivo, asegura, no debería existir una fiscalidad tan alta a la compra de un vehículo nuevo, porque «coarta la capacidad de crecimiento del mercado». En este sentido, no se puede olvidar que las ventas han caído más de un 27% en el primer trimestre del año.
Desglosados estos ingresos de Hacienda, se observa que en la mayoría de los conceptos se ha producido un incremento. Lo que más, lo relacionado con el IVA, que subió 2 puntos el 1 de julio del año pasado, hasta el 18%. Para Anfac, una recaudación que sobrepasa 24.000 millones «excede en mucho los costes directos e indirectos que genera el automóvil», como la construcción de carreteras, su mantenimiento o los accidentes.
Uno de los apartados que mayores ingresos capta es el consumo de carburantes, con más de 18.000 millones y donde los Impuestos Especiales se llevan la mayor parte (12 millones). En 2010, dado el incremento del precio del petróleo, ha supuesto un incremento del 7,8% en términos generales, aunque por la vía de IVA este aumento ha sido del 25,2%, frente al 1,6 de subida de los Impuestos Especiales. Por la compra de vehículos nuevos, Hacienda ingresó más de 2.898 millones, lo que supone un aumento del 1,2%
La patronal de los fabricantes recuerda que a la fiscalidad se suman los «enormes esfuerzos» que realiza la industria del automóvil para mejorar la calidad medioambiental, un esfuerzo que bien podría tenerse en cuenta, más aún si se reconoce la necesidad de rejuvenecer el parque de automóviles español, con una media de edad que supera los 10 años.
Los fabricantes tampoco se olvidan de la «discriminación fiscal» que sufre el consumidor medio español, cuyo poder adquisitivo está por debajo de la media de la UE, por lo que al aplicarles elevados impuestos, su discriminación es doble.
Ante esta situación, Anfac cree que la modernización de la presión fiscal pasa por superar la concepción «exclusivamente recaudatoria», y su enlace con políticas energéticas, industriales y medioambientales. Por ello, consideran lógico que si los costes externos se producen por la utilización del vehículo, la imposición deba dirigirse esencialmente hacia estos supuestos, como ocurre en la UE, aunque controlando los impuestos locales al uso del vehículo.
