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Alfonso Guajardo-Fajardo: «Se puede buscar un consenso para reducir el ruedo y crear más plazas»

Hoy comienza la temporada taurina y en el coso del Baratillo no faltará el teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería, una corporación que nació en 1670 para adiestrar a la nobleza en las armas. La institución se ha adaptado a los nuevos tiempos con una noble tarea: financiar actividades culturales y benéficas

Alfonso Guajardo-Fajardo: «Se puede buscar un consenso para reducir el ruedo y crear más plazas» FELIPE GUZMÁN

maría jesús pereira

—¿Qué requisitos se exigen para ser maestrante?

—Esa es la pregunta del millón. No hay nada escrito, pero considero que la primera condición es el ser y sentirse español. La segunda ser católico, apostólico y romano; la tercera, ser monárquico por tradición familiar y convicción personal. La cuarta, al ser una corporación nobiliaria, ser descendiente de la antigua nobleza del reino de Sevilla. Y la quinta, la más importante y más difícil de cumplir: ser persona. ¿Y que entiende usted por ser persona? Pues esa es la diferenciación entre unos y otros.

—¿Hace falta tener título nobiliario para ser maestrante?

—No.

—¿Pero sí ser descendiente de alguien que haya tenido título?

—No, sólo hace falta ser descendiente de la antigua nobleza del reino de Sevilla. Para ser noble no hace falta tener título nobiliario. Por ejemplo, fue maestrante Garci Pérez de Vargas, un caballero que entró con San Fernando en la toma de la ciudad en 1248 y no tenía título nobiliario.

—La Real Maestranza es una institución de caballería creada en 1676 para el adiestramiento de la nobleza en las armas. ¿Qué razón de ser tiene hoy esta institución?

—El servicio a la Corona ha sido y es nuestra razón de ser. ¿Cómo se demostraba ese servicio? En tiempo, con el adiestramiento de la juventud en el arte de la jineta para estar preparado para la guerra. La corporación se ha adaptando al paso de los años. Ahora, el servicio a la Corona se desarrolla con el fomento de las actividades culturales y con la labor benéfico-social.

—La Plaza de Toros es propiedad de la Real Maestranza, que la tiene alquilada a la empresa Pagés desde 1934. Hay quien se pregunta por qué siempre a la empresa Pagés.

—Es un contrato de renta antigua que está en tercera subrogación. Además, se da la circunstancia de que yo me llevo muy bien con los actuales gerentes de la empresa, Eduardo Canorea y Ramón Valencia.

—¿Qué alquiler paga Pagés?

—De dinero y santidad, la mitad de la mitad. La corporación no reparte dividendos entre los maestrantes. Todas las actividades culturales y la actividad benéfica social de la institución se sufragan con los ingresos que genera la plaza de toros y el alquiler de casas en la calle Adriano: 5 millones de euros en 2010.

—La Unión Taurina de Abonados ha criticado a Pagés por la persistencia en mantener hierros y toreros a pesar de sus fracasos.

—Sobre gustos no hay nada escrito. Yo estoy muy contento con los carteles.

—A usted se le atribuye el haber logrado que el Rey y su familia se hayan involucrado aún más en los actos de la Real Maestranza en un momento en que la Fiesta Nacional no está precisamente en alza.

—Eso es un falso halago. La familia real se ha involucrado en todo lo que supone la Fiesta Nacional desde tiempo inmemorial. El Rey es hermano mayor de la Real Maestranza y muy aficionado a los toros... pero es que es hijo de la Condesa de Barcelona, que iba a los toros más de cien días al año.

—También se le adjudica el mérito acometer sin polémica la reestructuración más importante de la plaza en 60 años, reformando las gradas e incrementando las condiciones de seguridad.

—No es la mayor obra de restauración en los últimos 60 años. A lo largo del siglo XX, la plaza ha tenido una evolución constante. En los años 14 y 15 se reformaron los los tendidos y se crearon tres filas de barreras. En los años 80 se desmontaron todos los tendidos porque las cabezas de las vigas estaban en mal estado...

—En 2009, cuando fue reelegido teniente de hermano mayor, planteó la posibilidad de revisar el proyecto planteado en 1992 de ahondar el coso taurino para ganar tres filas de barreras.

—Es lo mismo que se hizo a principios del siglo XX. Durante mi tenencia se ha reducido en casi 2.000 espectadores porque eran cerca de 13.000. Estamos ahora en el límite para que sea rentable económicamente la celebración de espectáculos de primera categoría. Si seguimos disminuyendo el número de espectadores pondremos en peligro la celebración de festejos de primera calidad. ¿De qué forma podemos compensar esa disminución? Pues aumentando el número de espectadores. Estudiando la plaza de toros y viendo de qué forma se pueden aumentar los espectadores, se me ocurre crear nuevas filas de barreras, igual que se hizo en los primeros años del siglo XX. Dicen que nuestro ruedo es el de mayor diámetro de España. Podríamos reducir su diámetro en tres metros, una disminución apenas apreciable.

—¿Es posible el consenso para hacer esa ampliación?

—Se puede buscar el consenso. Seguro que se llegará a un acuerdo, de forma que todas las partes y personas lo entiendan y lo vean factible. Mientras no me demuestren lo contrario, la armonía, tal como yo tengo conceptuada la ampliación de la plaza, no se altera con ese proyecto.

—Curro Romero dice que para que no decaiga la Fiesta Nacional, los jóvenes tienen que ir a los toros y en eso tienen gran responsabilidad las grandes empresas. ¿Cree que deben abaratarse las entradas?

—Si miramos las fotografías de los años 40 de los tendidos de la plaza de toros de Sevilla no se ven ni mujeres, ni jóvenes ni niños.

—¿Cree que la Junta debería ayudar a los jóvenes a acudir a los toros como una muestra cultural?

— (Silencio).Con mi silencio creo que le doy la razón.

—La Unión Taurina de Abonados critica el deterioro en la crianza y selección del toro.

—Es una opinión. Yo siempre he oído ese argumento desde que tengo uso de razón y voy a los toros.

—Pero habrá oído críticas múltiples porque los toros no embisten porque no tienen trapío.

—Tenemos el toro que el público quiere. El empresario trae a las ganaderías que el público quiere ver.

—¿Cree que se puede extender por Andalucía el movimiento antitaurino que se inició hace tres décadas en Barcelona y que ha culminado con la prohibición de los toros?

—Que haya unanimidad en los gustos y aficiones es difícil. Siempre tienen que haber voces discordantes. Yo respeto esas voces siempre que ellos respetan la voluntad de los aficionados.

—El filósofo francés Wolff dio 50 razones para ir a los toros. Dígame tres razones para ir a los toros.

—Yo en los toros lo paso estupendamente, ya sea la corrida buena, regular o menos buena. La segunda razón, es que si se viene a los toros a Sevilla se recrea uno viendo la plaza y su ambiente. La tercera de las razones es que la mejor tarde que se puede pasar es en los toros.

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