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Málaga, siempre multicultural

«La cocina de esta ciudad, que se encuentra a la vanguardia de la andaluza, coexiste pacíficamente con el espeto y el pescado frito»

Málaga, siempre multicultural ÁNGEL DE ANTONIO

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Con este artículo terminamos el recorrido que hemos venido haciendo por las provincias andaluzas más cercanas a la Sevilla. Al hablar de Málaga, como ocurrió con Cádiz, hay que empezar aclarando que lo que vamos a contar hoy es sólo referido a la capital ya que sus costas, tanto la oriental como, especialmente, la occidental superan en número y diversidad a la primera.

Como siempre partamos por lo básico y por lo que no tenemos en Sevilla. A Málaga si se va poco hay que lanzarse nada más llegar a cualquiera de los establecimientos que tienen en la playa a tomar espetos de sardinas asadas. Antes sólo se recomendaban los de la playa del Pedregalejo, entre ellos casi siempre el Cabra y el Lirio. Ahora de una punta a otra de la capital puede tomarse este manjar: sardinas pequeñas asadas a fuego lento con brasa de olivo. Así, hemos estado recientemente en el chiringuito María en el nuevo paseo marítimo Antonio Banderas que nos gustó bastante

Al pasar por el Palo hemos recordado que también hay buen marisco —y caro— como por ejemplo en Godoy donde la exclusividad de la materia prima en manos de la mujer de Juan hacen insuperables sus cigalas, langostas y bogavantes, pero también pargo, besugos y calamares.

Para restaurantes de cocina creativa, el clásico sigue siendo el Café de París, el restaurante que dirige José Carlos García, y al que hemos ido tres veces en menos de un año y sigue sorprendiendo (no sólo por sus precios que casi siempre rondan los tres dígitos). En esa línea, pero algo más aburrido está bien Palo Cortado (con especial atención a las carnes) y Montana, en una típica casona malagueña con un estupendo patio que divide naturalmente a las mesas, siempre dan bien de comer en los dos sentidos: servicio y materia prima (para los gallina adictos, no perderse ni sus huevos de corral trufados ni sus huevos poché). Muy buenos también el foie y el chuletón.

Hay un lugar a medio camino entre cocina tradicional y creativa que es Dom Vino en el barrio de la Victoria, pequeño, escondido y distinto pero al que hay que ir si te gusta combinar buenos vinos con una cocina que queda sólo un poco por detrás.

Como restaurantes de cocina tradicional valgan cuatro recomendaciones: Refectorium (buena barra y mejor ensaladilla), Adolfo, El Envero y Astorga. En estos podrás encontrar un poco de todo: frituras correctas (sobre todo en el primero), pescados y mariscos y platos malagueños en general. También merece la pena Miguel en La Malagueta, especializado en platos redondos para comer bien y guisos y María, en Pintor Sorolla, nuestro restaurante de referencia aunque con cocina más del norte que del sur.

Por último y de tapeo por el Centro hay que ir a La Moraga (el de Dani García, moderno pero en bien no como lo que se intentó en el hotel Colón), Gorki, origen de la cadena que se extiende por toda España, y Kobe también moderno, tipo «tempuras». Y nunca dejar de pasar de largo en la calle de la bolsa, con dos bares enfrentados en la calle pero complementarios: La reserva 12 y La Barra.

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