—Desde que se confirmó su candidatura a presidir Castilla y León por tercera vez, llama a los suyos a rebajar la euforia. ¿Nota que algunos pudieran estar relajándose a la vista de las encuestas o es sólo un temor?
—Es parte de una experiencia. Fui responsable del PP en Burgos y he conocido lo que es perder unas elecciones inopinadamente. Las elecciones del 22-M se van a celebrar en unas circunstancias muy diferentes a otras. Hay muchas familias y empresas que están sufriendo y no están para milongas. No hay que olvidar el poco aprecio que hay a la función política.
—El propio Rajoy dijo recientemente que si fuera su adversario, se «retiraría» de la batalla electoral...
—Es parte de la cortesía del presidente del PP.
—¿Se ve con posibilidades reales de superar el techo electoral conseguido por Juan José Lucas en 1995?
—El reto es mejorar e incrementar los porcentajes de apoyo. Esa es mi ambición: conseguir algo difícil.
—¿Por qué el PP de Castilla y León no sufre el efecto desgaste pese a llevar gobernando casi 25 años?
—El PP ha conectado desde hace mucho tiempo con la realidad sociológica y ha permanecido con las puertas y ventanas abiertas. Podemos presentar, a pesar de la que está cayendo, una casa razonablemente ordenada.
—En las cuatro plazas donde no gobiernan (León, Palencia, Segovia y Soria) han elegido candidatos poco conocidos. Puede parecer que no han puesto toda la carne en el asador...
—Eso es algo superado. Cuando el partido toma decisiones y concluyen que hay que apostar por un candidato, ahí acaba el debate y hay que volcarse con ellos.
—¿Dar un vuelco electoral en León lleva añadido un triunfo moral por ser la tierra de Zapatero?
—Qué duda cabe de que en los lugares de procedencia de los líderes siempre se dan esas lecturas; pero el PP no se presenta en León en contra el señor Zapatero, sino a favor de los leoneses.
—¿Ha notado el peso del origen leonés de Zapatero en su trato hacia la Comunidad?
—No. He tenido un trato cercano y fácil, pero absolutamente ineficiente.
—En el caso de su adversario político, Óscar López, ¿ve su futuro en Castilla y León?
—No veo ni su presente. El PSCL está perdiendo una ocasión de oro para haberse mostrado comprometido con nuestra Comunidad.
—Los futuros presidentes autonómicos deberán replantearse ciertas formas de gobernar y administrar sus comunidades si quieren preservar el actual modelo autonómico. ¿Qué cambios son los urgentes?
—Esta Comunidad es prudente y austera, pero realizaremos un nuevo esfuerzo en lo estructural. Hay que ser conscientes de para qué estamos aquí sin merma de nuestro autonomismo útil, y centrarse en garantizar un servicio público de calidad. En un momento de crisis nos corresponde hacer políticas austeras y sin castigar fiscalmente al ciudadano. El PSOE, en esta deriva derrotista, nos quiere llevar a un debate falso, ese que dice que la única exigencia a las comunidades es el camino de los recortes. No hay que mirar sólo, aunque hay que mirar, a la austeridad, sino a aquel sistema económico que hemos conocido y que el PSOE ha destrozado.
—Pide la gestión del Duero y la Justicia. ¿Es el momento de más competencias o de ser más competentes?
—Lo segundo, pero son una aspiración que pretendemos que sea racional. Queremos asumir competencias para servir, no para acumularlas.
—¿Es un alivio tener una tasa de paro menor que la media nacional?
—Eso siempre es bueno, pero estamos ante un gravísimo problema.
—Ni es un barón regional excesivamente mediático ni tampoco se le suele ver mucho en Génova. ¿Su gestión es lo que le hace merecedor del respeto conseguido dentro del PP?
—No lo sé. Soy consciente de que sería un esfuerzo mayor en relación a lo que represento, pero cada uno tiene su forma de ser como persona y como político. Para lo que me interesa, que es representar los intereses de la Comunidad, esta manera de comportarme me ha dado buenos resultados.
—¿Por qué cree que desde hace tiempo le persigue la sombra de que si gana el 22-M a mitad de legislatura dejará la Presidencia de la Junta?
—Como se da por descontado que el adversario político que me ha tocado en suerte en 2011 ni siquiera ha acabado de llegar a Castilla y León, pues ese asunto le interesa. Parece que a quién hay que pedir garantías de compromiso es al que lleva 20 años en política y de forma exclusiva en la Comunidad. No me ofenden estos actos de fe que se me piden, me divierten. Dejo claro que de lo que de mí depende, no voy a ir de candidato ni al Senado ni al Congreso.
—Ha dejado muchas veces claro que su futuro no pasa por Madrid. ¿Es un mensaje para Rajoy o sólo para los castellano y leoneses?
—Sería una petulancia darle ese mensaje a Rajoy. Es como cuando hemos escuchado a una futurible candidata a la Presidencia del Gobierno de la Nación decir que España está preparada para tener a una presidenta. Es una forma descarada de postularse.
—¿Se esperaba cuando Patxi López fue nombrado lendakari que le iba a dar tantas largas a la hora de afianzar las relaciones entre ambos territorios?
—Lo siento mucho. Sigo pensando que el cambio político en el País Vasco es una de las buenas noticias de los últimos 10 años de la política española. Y no entiendo por qué es el único presidente autonómico limítrofe con Castilla y León con el que no me he visto para hablar de colaborar en las zonas vecinas. Hemos tenido la misma negativa que con el lendakari del PNV.
