Teatro

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Compañía Antonio Gades: Una lección necesaria

Obras: «Carmen», «Fuenteovejuna», «Bodas de sangre» / «Suite flamenca». Dirección: Stella Araúzo. Lugar: Teatro Real, Madrid

Día 10/05/2011 - 12.20h

El Teatro Real ha hecho un acto de justicia con Antonio Gades, una figura desaparecida hace algo menos de siete años y cuyo legado se va engrandeciendo conforme pasa el tiempo. En la danza española la memoria es extremadamente frágil y apenas queda ya huella del trabajo que desarrollaron sus grandes creadores, desde Vicente Escudero a Mariemma, pasando por Antonio Ruiz Soler, Antonia Mercé «La Argentina», Encarnación López «La Argentinita» o su hermana, Pilar López. El «repertori»” apenas existe. Por eso el homenaje que le rinde estos días el Real cobra una dimensión casi histórica, por rimbombante que suene esta palabra; máxime cuando las funciones, en las que se han representado las tres principales obras del coreógrafo y bailarín alicantino, se han grabado para ser editadas en dvd dentro de unos meses.

La danza española es una de las mayores señas de identidad de nuestra cultura. En ella se han desarrollado y fundido muchas expresiones artísticas, desde el más arraigado folclore hasta el flamenco, que con su fuerza fagocitadora es la que más ha sobresalido. La fuerza de nuestra danza radica en su origen popular, incorporado a formas académicas y estilizadas, lo que le otorga un sabor diferente. Antonio Gades lo supo entender como pocos, y desde su todavía vanguardista «Bodas de sangre» hasta su último trabajo, «Fuenteovejuna», sus coreografías son, fundamentalmente, una lección escénica. Gades, un hombre que, según confesión propia, no tenía la capacidad de crear una obra cada año, destiló en unas pocas piezas el inmenso talento que poseía. Pocas figuras de la danza internacional –acaso también Maurice Béjart o George Balanchine, en registros totalmente distintos- tenían el instinto teatral de Antonio Gades, que trasciende lo meramente coreográfico. Escenas como la clase de «Carmen», la pelea a cuchillo de «Bodas de sangre» o la respuesta del pueblo al requerimiento del Rey en «Fuenteovejuna» son momentos de una belleza plástica y una intensidad dramática verdaderamente inolvidables.

La Fundación Antonio Gades, que el propio artista dejó constituida antes de morir, y con ella la compañía que lleva su nombre, defiende con uñas y dientes ese legado, al que no siempre se le da la importancia que posee –la danza sigue siendo la cenicienta de las artes escénicas- y es un ejemplo de respeto al pasado, algo imprescindible para poder construir el futuro de cualquier arte.

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