Cuando salgan publicadas estas líneas, la presidenta del Palau de la Música de Valencia, Mayren Beneyto, ya habrá hecho entrega de la Medalla de la institución a esa gran artista que es Waltraud Meier, mujer por la que -debo confesarlo- siento especial admiración, pues en su persona se aúnan de manera admirable (lo que no es tan común como cabría pensar) el cultivo de dos artes como la música y la interpretación. Es evidente, por tanto, el acierto de que recaiga en esta gran cantante tal distinción, tanto por la calidad que atesora como por la estrecha relación de Meier con el Palau.
Su debut en nuestra ciudad se remonta a septiembre de 1990, años de absoluto esplendor vocal, en un concierto junto a la Orquesta Nacional de España, interpretando el «Requiem» de Verdi. Desde entonces, ha cantado junto a la Orquesta de Valencia en cinco ocasiones, con programas como el II Acto de «Tristán e Isolda» y dos veces el II Acto de «Parsifal» de Richard Wagner, los «Cuatro últimos lieder» de Richard Strauss y un recital de canciones de Strauss. A ello hay que añadir su intervención en Fidelio, única ópera de Beethoven, que sirvió para inaugurar operísticamente el Palau de les Arts.
Bajo el signo de Wagner
Puede definirse a Meier como una cantante -para algunos mezzo, para otros soprano- eminentemente wagneriana, puesto que de hecho se ha metido en hasta diecisiete papeles del compositor alemán. Pero también la hemos disfrutado como excelente traductora de la música de Richard Strauss, si bien no tanto de su faceta operística como excelsa interprete de sus lied, género que en el caso de Strauss se adecua más a su oscura tesitura vocal.
Nacida en 1956, la gran Mezzosoprano, en esta etapa postrera de su carrera, disfruta de un dorado y maravilloso ocaso -ya no presume su voz de la frescura de antaño- que posiblemente se prolongue todavía un tiempo. Un arte canoro del que se sirvió con magisterio para proclamarse tanto la gran Isolda, como la no menos mayestática Kundry -su gran creación, su papel favorito- de las últimas décadas. Memorables son las grabaciones de estas óperas con Daniel Barenboim, director con el que se siente especialmente a gusto.
En esta ocasión, dentro de la Integral sinfónica de Gustav Mahler que conmemora el centenario de su muerte en el Palau de la Música, Meier protagonizó ayer la «Canción de la Tierra» junto con el tenor Thomas Mohr, para repetir con los «Rückert Lieder» el 3 de junio. Ambos conciertos cuentan con la aportación en la dirección de Yaron Traub, con el que la cantante guarda una especial relación en los últimos años.
La Medalla del Palau de la Música fue creada en 1997 siendo Mstislav Rostropóvich el primero en recibirla, mientras que Daniel Barenboim lo hizo al año siguiente. El resto de músicos galardonados han sido la mezzosoprano Teresa Berganza (1999), el tenor Alfredo Kraus (2000), el director Luis Antonio García Navarro (2001), el compositor Joaquín Rodrigo (2001) -estos tres últimos a título póstumo-, Zubin Mehta (2002), Cristóbal Halffter (2005), la soprano Ainhoa Arteta (2007), Joaquín Achúcarro (2008), el director ruso Valery Gergiev (2009) y Rafael Frühbeck de Burgos en 2010.
