Cataluña

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«En Japón nos hemos quedado en shock»

Haruki Murakami recibe hoy en Barcelona el Premio Internacional Cataluña

Día 09/06/2011

Haruki Murakami confiesa estar exhausto. Vacío. Y no por qué, tal y como hizo en su anterior visita a la ciudad, haya salido a quemar suela por la costa de Barcelona dando pleno sentido a su ensayo «De qué hablo cuando hablo de correr». No. Nada de eso. Murakami está exhausto desde que terminó «1Q84» y, asegura, se quedó «vacío». Seco. «Estoy esperando que me lleguen nuevas historias», confiesa. Quizá por eso responde lacónico y evasivo cuando se le pregunta sobre el rastro de Orwell o las posibles interpretaciones de tan ambiciosa trilogía. «Cada lector es libre de interpretar las cosas como quiera», añade.

El «solo sé que no sé nada», reformulado desde el otro lado del mundo y en boca de un autor que asegura no interrogarse demasiado sobre sus propias historias. «Simplemente escribo las visiones que tengo y las voces que escucho. Tengo mis propias opiniones políticas y mis propios valores, pero básicamente soy un escritor. Esta es la razón por la que estoy aquí», explica.

Cuando dice aquí se refiere a Barcelona y, más concretamente, al Palau de la Generalitat, donde esta tarde recogerá de manos del presidente catalán, Artur Mas, el XXIII Premio Internacional Cataluña, galardón dotado con 80.000 euros con el que el gobierno catalán reconoce a creadores y pensadores por contribuir a desarrollar valores culturales, científicos o humanos.

El galardón, queda claro en el acta del jurado, valora especialmente la habilidad del autor de «After Dark» a la hora de crear un universo personal y de tender puentes entre Oriente y Occidente, pero al japonés parece divertirle especialmente ver que un ex presidente estadounidense le precede en la lista de premiados. «¡De Jimmy Carter a mí! Me parece increíble!», exclama justo antes de abalanzarse sobre ese puente con el que, aseguran, conecta dos mundos, dos culturas.

Oriente y Occidente

«¿Qué es Oriente y qué es Occidente?», se pregunta Murakami. «Lo oriental y lo occidental están mezclados, y no es fácil definir qué es una cosa y qué la otra. Yo, por ejemplo, nací en Japón, hablo japonés y como comida japonesa, pero también me gustan el jazz y la literatura occidental. Y supongo que en mi obra no se puede diferenciar lo uno de lo otro». De hecho, el autor de «Norwegian Wood» reconoce que es esa mezcla constante la que ha llevado a los críticos japoneses a arrugar la nariz cada vez que publica un nuevo libro. «Creo que no les gusto porque siempre intento absorber influencias. Stephen King, Dostoievski, “Los Soprano”, Radiohead, las sinfonías clásicas… Soy como una esponja», asegura.

Una esponja que, cabe añadir, no permanece ajena a su realidad más cotidiana. De ahí que episodios como el del tsunami que azotó la costa japonesa y la crisis nuclear de Fukushima le lleven a reclamar una función algo más social de la escritura. «Los japoneses estamos habituados a sufrir desastres, y ahora mismo, con la crisis nuclear, nos hemos quedado en estado de shock; estamos un poco perdidos ahora mismo. Pero nos recuperaremos y creo que nosotros, los escritores, encontraremos el camino. Tenemos que escribir historias que den coraje al pueblo. Ese es nuestro trabajo», señala.

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