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Así sería Lady Di a los cincuenta

T. DE LA CIERVA

Los años habrían dejado su huella en el rostro de la «princesa del pueblo». Habría perdido esa frescura que da la juventud pero habría ganado la personalidad que acompaña la madurez. Asomarían algunas arrugas en la frente, su adoración al sol habría dejado huella en forma de manchas oscuras, su afición al té habría oscurecido sus dientes... Pero según el cirujano plástico Rubén García-Guilarte, el aspecto que más habría acusado el paso del tiempo serían sus cejas y párpados. «Si analizamos sus fotos vemos que la ceja ya tenía cierta caída lateral, se insinuaban algunas patas de gallo, su órbita cada vez estaba más excavada...». Otro aspecto que habría sufrido son sus pómulos. «Con los años, lo que en las articulaciones es osteoporosis en la cara significa una cierta pérdida de proyección». Sus desórdenes alimenticios se habrían cobrado su deuda con una pérdida de la densidad del pelo. La peluquera Yolanda Aberasturi cree que se habría traducido en un corte más alargado y desfilado, a

lo Sharon Stone. Y el tono menos claro, con mechas castañas, «que el rubio platino envejece». Con todo, seguiría siendo lo que siempre deseó: reina en el corazón (y en el recuerdo) de la gente.

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