Hazte premium Hazte premium

NO DO

ES LA ECONOMÍA, PAPAFRITA

FRANCISCO ROBLES

LA frase que escribió en un papel James Carville, el asesor de Clinton que era algo así como Curro Pérez para Zoido, se ha convertido en un clásico. Había que ganarle las elecciones a Bush padre y los demócratas empezaron a dar palos de ciego hasta que Carville se dio cuenta y clavó la campaña en un tablero de corcho con esa frase: «Es la economía, estúpido». No hacía falta hablar de otros asuntos que distrajeran el interés del electorado.

En Sevilla sigue creciendo el paro aunque en España y en el resto de Andalucía descienda tímidamente. ¿Por qué? Pues por eso mismo, por la economía. El paro no es el problema. El paro es el síntoma más grave y evidente de la postración económica en la que se halla sumergida la ciudad que vive de eso que los economistas llaman transferencias de renta y que no es más que la acumulación de sueldos de funcionarios y pagas de pensionistas con que se mantienen los bares y los comercios. Como dicen los castizos, es el euro que va dando vueltas y más vueltas por la ciudad sin que produzca ningún beneficio.

El paro no es el problema. El paro es el drama para quien lo padece, o la tragedia para quien ve cómo pasan los días, las semanas, los meses y los años sin que se divise la luz al fondo del túnel. Pero el paro en sí mismo no es ningún problema. Ningún empresario deja de contratar a un trabajador porque no pueda hacerlo, sino porque su empresa no da más de sí. Tendemos a confundir las causas con las consecuencias, y viceversa. Y para colmo llega Torrijos, resucitado en la oposición que forma el grupo Imputa-Dos, y propone que el Ayuntamiento se gaste quince millones de euros que no tiene en contratar a tres mil parados para darles un sueldo a cambio de nada. Como si eso no fuera un simple parche que agravaría aún más la situación de las maltrechas arcas públicas que le han dejado a Zoido. Ahora Torrijos pide austeridad. Nunca fue más cruel un adverbio: ahora…

En Sevilla debería haber alguien que colgara en las farolas modernillas o fernandinas —éstos son los debates que preocupan en la ciudad del desempleo— donde apareciera la variante local de la frase de Carville: «Es la economía, papafrita». Un estúpido al sevillano modo es el papafrita, ese individuo que está a medio camino entre el vaina y el «enterao». Cientos de papafritas van recetando los remedios contra el paro en las barras de los bares como si fueran clones de Rubalcaba, ese vicepresidente que presume de conocer la fórmula mágica para terminar con esta lacra… aunque no la emplee desde su privilegiada posición gubernamental. Los socialistas que han provocado estas cifras alarmantes no se han ido todavía del Gobierno ni de la Junta, y los liberales que no enseñan sus reformas aún están por llegar. Y Sevilla, en manos de los papafritas que no se enteran de que el problema no es la tragedia del paro, sino la economía.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación