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Canarias / IMPERTINENCIAS LIBERALES

¿Y las farmacias?

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Algún alto cargo canario ha llegado a forzar la ley para permitir que su concesión de botiquín pasara a farmacia

Día 12/07/2011 - 02.48h

Un ciudadano cualquiera acude a una oficina de farmacia para que le despachen lo que pone en la receta expedida por su médico. Todos son actores particulares y no parece que deba entrar lo público en este escenario. Craso error. El farmacéutico le retira su receta (con lo que en caso de tener que repetir el tratamiento le obligará a regresar a ver a su médico, con el consiguiente aumento del gasto) y le toma sus datos personales, tras confirmar su identidad. Tenemos a un ciudadano que prefiere, de acuerdo con sus particulares deseos, acudir a la sanidad privada y que indirectamente beneficia a los usuarios de la pública porque no contribuye a aumentar las listas de espera de esta, por más que esto no estuviese en su intención inicial. Con lo que no contaba es con que sigue dentro de un sector intervenido hasta las entrañas, sorprendentemente ausente de cualquier debate sobre liberalización.

Y todo porque los gobernantes han sido incapaces de arreglar un desaguisado que proviene desde la época de Franco, apenas terminada la Guerra Civil. Entender las razones por las que a día de hoy sea casi tan complicado abrir una oficina de farmacia como una central nuclear nos lleva irremediablemente a subrayar el enorme intervencionismo que se ha adueñado de todo, hasta el extremo de preguntarse a quien demonios se estarán refiriendo políticos y tertulianos cuando hablan, con notable desdén, de los mercados. Aquí no hay nada de eso; mientras por un lado miles de jóvenes finalizan sus estudios de farmacia, unos pocos propietarios de botica mantienen sus privilegios millonarios gracias a una legislación que determina quien y en qué condiciones puede abrir una oficina, con el pretendido fin de que las zonas rurales no se vean abocadas a quedarse sin servicios, que es justo lo que termina sucediendo con el actual sistema de planificación.

Añádase el escándalo habitual que sucede cada vez que se dan nuevas licencias, pues son muchos los pretendientes para esa singular lotería que, en ocasiones, terminan en manos sospechosamente próximas al poder político que las otorga. Si esto es así y resulta tan flagrante, ¿por qué parece existir un consenso sobre el asunto sin pretender alterar el modelo? Personas próximas a diversos dirigentes, cuando no ellos mismos, se benefician de las ventajas de legislar sobre sus actividades y así hemos visto como algún alto cargo canario ha llegado a forzar la ley para permitir que su concesión de botiquín pasara a farmacia, atendiendo a su ubicación en un centro comercial, ignorando los criterios sobre el número de personas a las dar servicio, que es la condición exigible para quien no dicta las normas, es decir, usted o yo. Así les cosas, seguiremos teniendo un ejemplo destacado de planificación con farmacéuticos millonarios capaces de defender sus privilegios, restringiendo la competencia y condenando a millares de jóvenes universitarios a malvivir tras una dura carrera. Y eso sí, unos políticos que seguirán siendo uno de los principales problemas que somos capaces de identificar los habitantes de este país.

Twitter: @antoniosalazarg

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