UNA ACCIÓN EUROPEA URGENTE
Las mismas autoridades europeas que reclaman grandes sacrificios a la población de los países que atraviesan dificultades financieras deberían dar ejemplo de eficacia y coherencia en la gestión de la crisis, porque la sensación de desbarajuste que puede transmitir la convocatoria en falso de una cumbre de emergencia no contribuye a calmar los ánimos de los que apuestan por escenarios catastróficos. La dimensión europea de la crisis requiere una respuesta europea, y cuanto más dure la incertidumbre, más complicados serán los posibles remedios. Las dudas sobre la eficacia del primer tramo del rescate de Grecia son legítimas, pero tampoco se puede olvidar que las vacilaciones de Alemania a la hora de ponerlo en marcha no contribuyeron a mejorar las cosas. Mientras duran los titubeos, los síntomas de contagio saltan de Grecia a Irlanda o incluso hasta Italia, porque nadie en su sano juicio puede pensar que la crisis se resolverá sola.
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