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Ocho cuadros para una exposición

Pinturas de Valdés Leal, Murillo o Zurbarán se exponen en el Hermitage tras haber pasado por el taller de restauración del Museo sevillano

P. GARCÍA

Ocho cuadros del Museo de Bellas Artes de Sevilla cuelgan desde el pasado mes de junio en el Hermitage de San Petersburgo. Se trata de tres pinturas de Juan de Valdés Leal («La Virgen con las tres Marías y San Juan camino del Calvario», «Los desposorios místicos de Santa Catalina» y «Las tentaciones de San Jerónimo»), dos de Francisco de Zurbarán («La Virgen del Rosario» y «Crucificado») y una de Francisco Barrera («La primavera»), Pedro Núñez de Villavicencio («El vendedor de vino») y Bartolomé Esteban Murillo («Dolorosa»).

«Obras singulares de la pintura barroca en museos de Andalucía» es el título genérico de la exposición en la que se integran y de la que, en conjunto, forman parte una veintena de piezas representativas de aquel periodo procedentes, a su vez, de Granada, Córdoba y Cádiz. Organizada por la Consejería de Cultura, y patrocinada y producida por el Patronato de la Alhambra y el Generalife con el comisariado de Ricardo Tenorio, la muestra permanecerá en el Hermitage hasta el próximo 25 de septiembre. Para la pinacoteca sevillana, el hecho de haber cedido las obras reseñadas, pertenecientes todas ellas a su exposición permanente, ha supuesto «un gran esfuerzo», según ha comentado a ABC la jefa del taller de restauración, Fuensanta de la Paz, dado el trabajo previo que ha sido necesario para proceder a su traslado. Y es que, con tal motivo, los cuadros han sido objeto de un tratamiento de conservación y en dos de ellas —«Dolorosa», de Murillo, y «Crucificado», de Zurbarán— se ha practicado, además, una restauración integral, sufragada por el Patronato de la Alhambra.

Todo el trabajo fue asumido por el taller del Bellas Artes, compuesto por dos restauradores (Mercedes Vega y Alfonso Blanco) y la responsable del mismo, y al que se incorporaron temporalmente dos expertos más (Carmen Álvarez e Ignacio Bolaño), amén de dos restauradores licenciados en Bellas Artes en prácticas.

Hay que tener en cuenta que la labor que se desarrolla en este taller depara un beneficio complementario al estrictamente conservador o restaurador por la información histórica, técnica y científica que se genera durante todo el proceso, en el que interviene un grupo interdisciplinar de especialistas. La investigación ha sido, precisamente, uno de los aspectos en los que la directora del Bellas Artes, Valme Muñoz, ha hecho hincapié como una parte «inseparable» del propio concepto de museo, una actividad que se materializa en la elaboración de publicaciones por parte de su personal técnico. De hecho, la creación de una completa base de datos sobre los materiales y técnicas de una serie homogénea de pinturas presentes en la pinacoteca constituye una de las finalidades del trabajo de este departamento, en el que también se realizan estudios radiográficos de la colección; un análisis que se prevé complementar con el de los dibujos subyacentes en pinturas sobre tablas y lienzos una vez se ponga a punto el equipo de reflectografía infrarroja.

Entre tanto, y desde finales de 2005, miembros del Museo forman parte, junto a expertos del Centro Nacional de Aceleradores (CNA), de un grupo de investigación que viene trabajando en un proyecto de estudio con fluorescencia de rayos X de la colección de la pinacoteca. El objetivo que se persigue no es otro que ayudar en las tareas de restauración y conservación, al tiempo que se profundiza en la utilización de diferentes técnicas no destructivas. Estos trabajos continúan en la actualidad tras haber conseguido una segunda ayuda de la convocatoria pública de la Consejería de Innovación por tres años.

Y es que la colaboración con otras instituciones representa uno de los focos de atención del departamento de Conservación y Restauración del Bellas Artes, destacando en este sentido la relación que mantiene con el Museo Getty de Los Ángeles (EE.UU.), con el que se pretende intercambiar experiencias en el campo de la investigación y la conservación-restauración de bienes culturales. Todo ello compaginándolo, además, con la labor necesaria y habitual en la pinacoteca de revisión de obras en las salas y tratamiento de maderas para evitar ataques biológicos.

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