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YSL al desnudo

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Éric Gallais, colaborador de Saint Laurent, explica las claves del creador

Día 02/10/2011

«Yves Saint Laurent cambió nuestra forma de ver la moda». Con estas palabras, el diseñador de accesorios Éric Gallais, que trabajó mano a mano con monsieur Saint Laurent durante diez años, resume lo que significó el maestro francés para su época.

«La gente que va a la exposición se sorprende al ver las fechas de la ropa —cuenta Éric—. Creen que lo han visto en Gucci hace unas temporadas, o en Dior o en algún desfile reciente». Al ver la fecha se dan cuenta de que lo que están viendo es la obra de un precursor». Éric insiste: «Hay tantas cosas que tenemos en nuestro armario de las cuales no nos damos cuenta de dónde vienen... Un ejemplo son las alpargatas con cuña de esparto. Esas alpargatas las creó monsieur Saint Laurent, que se las encargó a Cristina Castañer». Y es solo un ejemplo. El chaquetón, la sahariana, la túnica, el mono, todas son prendas que usamos hoy en día, mérito de YSL.

Para entender una obra, hay que entender a su autor. «Monsieur Saint Laurent era tímido y detallista hasta morir. A veces se pasaba quince minutos examinando el bajo de una falda. Su nivel de precisión era al milímetro». La maison estaba compuesta por dos líneas: la de alta costura, que llevaba su nombre, y Rive Gauche, su prêt-à-porter. Pero Éric precisa que «era un prêt-à-porterde lujo, porque cada prenda se elaboraba con el mismo rigor que se hacía la alta costura».

Otro parámetro importante es la forma que tenía Saint Laurent de entender a la mujer y la función de la ropa en la vida de esta. «Él pensaba que una mujer tenía que poder vivir en su ropa. Tenía que estar cómoda, poder sentarse, andar, correr. Su ropa no era para quedarse en la esquina y estar guapa. Esa no era su función».

Esto se notaba también a la hora de enseñar las colecciones. Sus desfiles no eran un show, ni tan siquiera los de alta costura. «Sobre la pasarela también desfilaba ropa de día, como jerséis o abrigos, ropa menos llamativa de lo que entendemos como “costura”, ropa corriente, porque él no buscaba espectáculo». Él buscaba realidad.

Nos explica que era un hombre fiel a su visión y que no seguía las tendencias. «Me recuerda un poco a lo que dijo en su día Coco Chanel: “Yo soy la moda”. YSL era igual. Aunque todo el mundo se decantase por minifaldas, si él no lo veía claro, no lo hacía».

El esmoquin

La pieza que más le caracteriza, en nuestra conciencia colectiva, es el esmoquin. «En todos los desfiles había un esmoquin. Era imprescindible para él». Dicen que ningún esmoquin sienta igual que uno «by» YSL. Éric cuenta que llegó a confeccionar uno para la empresa de venta por catálogo francesa La Redoute (adelantándose a las colaboraciones modernas de grandes diseñadores con firmas mass market). «Ese diseño de esmoquin se hizo con el mismo cuidado que los de alta costura».

Respeto hacia el consumidor, respeto hacia la mujer. El último consejo de Éric a la hora de ver la retrospectiva viene con una pizca de realidad, muy YSL: «Es ropa, no es una religión. Hay que verla por lo que es: ropa bien hecha. Dejar que el ojo se recree y descubrir piezas bonitas, nada más».

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