Cataluña

Cataluña / EL MENTIDERO

Otro crédito que se agota

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Para ser justos, que el ejecutivo autonómico baje el ritmo legislador se debe en parte al gran desarrollo competencial de estas tres décadas

Día 10/10/2011 - 09.47h

YA en el ocaso del Gobierno socialista, es difícil de explicar por qué nunca prosperó la propuesta del líder de CiU en el Congreso, Josep Duran Lleida, de hacer un Pacto de Estado contra la crisis. Una propuesta que el nacionalista mantiene para la próxima legislatura, haya o no mayoría absoluta del PP. Por supuesto que de este gran frente común se puede hacer una interpretación partidista —el PP podría neutralizar así a la izquierda opositora—, pero la ciudadanía necesita un gran gesto para volver a confiar en unos políticos en permanente confrontación. Lo realmente extraño es que Convergencia no haya trasladado esta apuesta a Cataluña. No hablo de esa pretenciosa y sectorial fórmula del pacto nacional inventada por el gobierno tripartito y que el consejero de Bienestar y Familia, Josep Lluís Cleries, trasladó hace poco al terreno de los valores —evocar aquel derecho a la felicidad que el ecosocialista Joan Saura intentó introducir en el Estatut es inevitable—; me refiero a un auténtico y unánime acuerdo parlamentario.

Extraña esa renuncia porque, efectivamente, las arcas públicas catalanas están cada vez peor y a la Generalitat se le acaba el crédito basado en echar la culpa de todos los males al despilfarro del ex presidente José Montilla. Claro está que, para proponer ese frente común, es necesario que primero se pongan de acuerdo los miembros del equipo de Artur Mas y que sus asesores no se obsesionen tanto con dar todo el protagonismo al líder convergente en detrimento de otros consejeros con el derecho y el deber de explicar los desaguisados de sus negociados. Que el consejero de Salud, Boí Ruiz, descarte el copago o que el titular de Economía, Andreu Mas-Colell, haga lo propio con el impuesto para ricos —en ambos casos por falta de competencias—, después de que Mas hubiera coqueteado con ello, demuestra una descoordinación que abona la imagen de parálisis gubernamental.

Para ser justos, que el ejecutivo autonómico baje el ritmo legislador se debe en parte al gran desarrollo competencial de estas tres décadas. Además, tenemos un reciente ejemplo de iniciativa gubernamental muy prometedora, pero lamentablemente fallida. Se trata de la reforma del Código de Consumo, cuya finalidad es frenar los abusos hipotecarios de bancos y demás intermediarios. Pero la nueva norma carece de un régimen sancionador. El portavoz del Govern, Francesc Homs, alega que el consumidor puede acudir a los tribunales, algo que ya hace ahora. Por tanto cabe preguntarse de qué sirve esta reforma. Eso sí, el Código mantiene las multas a los comerciantes por no rotular en catalán.

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