Castilla y León

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Centro de distribución de libros

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Día 31/10/2011 - 10.07h

En el siglo XVI, Medina del Campo fue el principal centro financiero de España. Por una serie de factores que han sido largamente comentados por numerosos autores, la localidad acabó convirtiéndose en el mejor punto de encuentro de mercaderes y en la base fundamental del Norte de España para el intercambio de los productos peninsulares e hispanoamericanos con los europeos.

Los dos principales puntos de venta de libros en la España del siglo de Oro fueron Medina del Campo y Salamanca, la primera servía de puerta de entrada a los productos de las imprentas europeas, la segunda ejercía como la mayor consumidora de textos de toda la Corona Española. Testimonio inmejorable de esto es la cita de Juan López Osorio, a comienzos del XVII, que dice: «así que se descargaba los navíos, luego por junto las traían [las mercancías] para hacer en ella [Medina del Campo] la primera venta... así de la misma manera [de] todas las ciudades y villas de Castilla la Vieja y Nueva acudían a esta villa los mercaderes más principales de ellas a comprar todo género de mercaderías.... Finalmente esta villa era plaza pública de la contratación de ferias, pagos y correspondencia de negocios con todos los mercaderes del mundo».

Plaza pública

Plaza pública de todos los mercaderes del mundo, incluidos los libreros, como bien puede verse en los registros de la biblioteca de Hernando Colón. Primero fueron libreros que llegaban a las ferias, alquilaban una casa con magazin y exponían en ella las producciones más recientes, las novedades de las imprentas de Italia, Francia, Alemania y Flandes. Siguieron mercaderes que decidieron asentarse permanentemente en la villa, buscando no solamente vender libros en la temporada de ferias, sino todo el año, organizando una red comercial sin la cual no sería posible entender ni el Siglo de Oro español, ni las Historias del Libro y de la Imprenta durante el mismo. Incluso, aunque no tenga que ver específicamente con la Llegaban tantos mercaderes a la vez, se hacían tantos negocios simultáneos, que los escribanos no daban abasto, lo cual debió atraer al primer impresor de la villa mencionada Historia del Libro, es posible que Medina del Campo sea la cuna española de los impresos comerciales. Llegaban tantos mercaderes a la vez, se hacían tantos negocios simultáneos, que los escribanos no daban abasto, lo cual debió atraer al primer impresor de la villa: un maestro que se asentó con la simple y llana intención de imprimir innumerables y repetitivas cartas de pago, de obligación, etc. como las que llenan a rebosar algunos de los protocolos notariales redactados en la población en dicha época.

Sospechosos de herejía

Concluyamos con una última referencia a sus libreros: una visita ordenada por el inquisidor Fernando de Valdés, en busca de libros religiosos que consideraba sospechosos de herejía, nos informa de que en 1551 las tiendas instaladas en Medina del Campo eran quince: las de Francisco de Aguilar, Álvaro de Castro, Juan de Espinosa, —que entre otras cosas llevaba, ya en 1536, la distribución de los libros de Nebrija—, Mateo Forniel, Francisco Gallego, Francisco García, el flamenco Adrián Gemart, Jacques Marichal, Antonio de Medina, Guillermo de Millis, Jácome de Millis —hermano del anterior y especializado en la importación de libros lyoneses—, el veneciano Stéphano Palazuolos, Domingo Sagaray, Rogel Senat y Juan María de Terranova, florentino con tiendas tanto en Medina como en Salamanca. Hombres de muy diversa procedencia que conectaban a España, por medio de Medina, con las grandes ferias del libro europeas.

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