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«Me enteré por ABC de la compra de los dos teatros en la Gran Vía de Madrid»

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El ex ministro colombiano, que se ha puesto a disposición de la Fiscalía, ofrece por primera vez las claves de su dimisión

Día 01/11/2011

ENTREVISTA

Ramiro Osorio

Ex director general de la red de teatros Arteria, propiedad de la SGAE

Durante un año, Ramiro Osorio fue director general de la red de teatros Arteria, cargo del que dimitió en la primavera de 2010 sin que trascendieran las causas. Inmediatamente se embarcó en otros proyectos en su país, Colombia, poniendo un océano de por medio con la SGAE. Al tanto de la investigación que la Fiscalía Anticorrupción está realizando sobre todas las empresas de la entidad, se ha puesto a su disposición para facilitar cualquier información. Coincidiendo con su paso por España, donde ha participado en el Festival Iberoamericano de teatro de Cádiz, por primera vez, desvela los motivos de su salida de Arteria.

—¿Por qué decidió retirarse tan repentinamente de Arteria?

D —Desde el principio, y esa fue una de las condiciones que puse para participar en él, mi propósito fue que Arteria se convirtiera en un espacio de excelencia, en el que la SGAE en los primeros años invirtiera no solo en la construcción y equipamiento de los espacios, sino en su programación y en los procesos de formación de públicos; que significara una apuesta inequívoca por los nuevos creadores y por la formación, actualización y perfeccionamiento de los artistas. En síntesis, creía que Arteria debería ser un espacio del máximo nivel artístico, plural, audaz, incluyente y generoso con un modelo de gestión frugal, eficiente y sostenible, en el que por la propia naturaleza del proyecto pudieran coincidir, en sus propósitos, la SGAE, instituciones públicas del orden estatal, autonómico, municipal, empresas privadas y el público como un contribuyente fundamental de ese modelo. Prácticamente desde mi incorporación encontré dificultades para hacerme un hueco en el proyecto y tomar las medidas necesarias para cumplir con esa gran meta de excelencia que quería de Arteria; los mecanismos técnicos y de toma de decisiones de los proyectos tenían ya un rodaje de mucho tiempo y en el que era muy difícil introducir cambios. Por ejemplo: el control económico y técnico de las obras, ejercido por Emilio Cabrera y Ángel Quintanilla, era muy complejo, pues ellos reportaban directamente a Teddy Bautista y así lo siguieron haciendo. Y a pesar de que intenté y sugerí otros mecanismos de control, este sistema continuó sin cambio hasta mi salida de Arteria. Aparte de lo anterior, renuncié por varios motivos: seguramente por la crisis económica y por la oposición de un sector de socios al proyecto Arteria, el criterio de excelencia que había acordado al aceptar el cargo se cambió radicalmente a uno estrictamente comercial. En diciembre de 2009, cuando me encontraba de vacaciones, me enteré por los medios de comunicación de que la Sociedad había adquirido para Arteria dos teatros en la

Gran Vía y que se había nombrado a Luis Álvarez como Director Ejecutivo. Al no haber tenido conocimiento de que se iban a tomar estas decisiones de tanto calado por parte de Teddy Bautista, consideré que no tenía ningún sentido continuar al frente de Arteria, así se lo hice saber al Presidente Ejecutivo del Consejo de Dirección el 7 de enero de 2010.

—Desde el principio Arteria fue un proyecto polémico. Muchos opinan que una entidad de gestión de derechos no debe tener un emporio inmobiliario como este...

—Considero que una de las obligaciones principales de las sociedades de gestión es encontrar los mejores canales para la difusión de los repertorios de sus asociados. Arteria es el proyecto más audaz que haya emprendido sociedad alguna. Otra discusión es si la dimensión del proyecto es la adecuada o si los presupuestos sobre los que se estructura el proyecto son los correctos.

—Imagino que conocerá la operación Saga abierta contra uno de los directivos de la SGAE, y que ha imputado y llevado a la cárcel, entre otros, a Bautista. ¿Le sorprendió la noticia?

—Sí, me sorprendió mucho. Entre mis funciones no estaba la participación en SDAE, por lo cual no puedo opinar al respecto. En lo que a mí me consta, o sea en Arteria, los procesos administrativos y técnicos se hacían seriamente, a través de un comité técnico en el que se le daba seguimiento a lo relativo a la construcción y equipamiento de los espacios así como a los procesos inherentes a la puesta en marcha de ellos: programación, campaña de difusión, sistema de ticketing, etc… Todas las decisiones que tomé estaban respaldadas por las determinaciones del comité técnico, avaladas por los servicios jurídicos de la SGAE a cargo de Pablo Hernández, y las firmábamos conjuntamente el Secretario General de la Fundación Autor Francisco Galindo, la Directora Administrativa Olaya Fernández de la Riva, el Presidente Ejecutivo del Consejo de Dirección Eduardo Bautista y yo. Decisiones que solo se ponían en práctica si eran aprobadas por la Junta Directiva de Arteria compuesta por muy eminentes autores.

—Según parece la investigación del juez Ruz se ha extendido a todas las empresas del grupo, incluida Arteria, ¿cree que ha habido algún tipo de irregularidad? El arquitecto Santiago Fajardo ha presentado varias querellas cuestionando su gestión económica.

—Tengo plena confianza en que todas las actuaciones se hicieron correctamente siguiendo los protocolos y controles adecuados; las obras generalmente tuvieron sobrecostes, la mayor parte de ellos debido a que se ampliaron o enriquecieron los proyectos originales, un ejemplo: en el Teatro Paral-lel de Barcelona se adicionó un balcón que aumentó la capacidad del Teatro en más de 200 espectadores y un restaurante, y todo ello por supuesto aumentó el presupuesto original; en Bilbao, con la obra muy avanzada, se modificaron dos plantas completas para añadir un restaurante; en Sevilla se aumentó el aforo de la sala secundaria ampliando el anfiteatro y reforzando la estructura, se modificó el sistema acústico de la sala principal incorporando dos nuevas entreplantas; la incorporación del sistema Gala en ambos proyectos supuso una reconfiguración completa, modificaciones todas ellas inoportunas que tuvieron graves consecuencias en plazo y costo. Tengo un gran respeto por el arquitecto Santiago Fajardo. Desconozco los argumentos que él tenga, y si hubiese existido alguna irregularidad en ese periodo él nunca me la comentó.

—Tengo entendido que ha enviado un escrito a la Fiscalía para ponerse a su disposición...

—Efectivamente. Consideré necesario hacerlo dado que en ésta como en todas las responsabilidades públicas y privadas que he desempeñado siempre he estado dispuesto a prestar toda mi colaboración para que las dudas que pudieran existir se aclaren.

—¿Le han llamado de la Fiscalía para que declare?

—Hasta ahora no.

—La comisión rectora de la SGAE, encargada de la refundación de la entidad, ha decidido vender todos los teatros de Arteria, ¿qué opina?

—Respeto las decisiones de la comisión rectora, especialmente porque carezco del conocimiento profundo del contexto que origina una decisión de esta naturaleza. Solo podría decir que algunos de los espacios Arteria tienen todas las posibilidades de ser sostenibles y de contribuir a los objetivos fundamentales de la SGAE. Le doy un ejemplo: el Teatro Cervantes en México D.F., en el que personalmente negocié para que estuviera enmarcado en el proyecto de la plaza Carso y que contara por diez años con el apoyo de las empresas de ese grupo para su difusión, es uno de los mejores teatros de esa gran ciudad, ubicado en un sitio estratégico, con magníficas posibilidades de recuperar la inversión y especialmente apto para la difusión con criterios de excelencia de los repertorios de los socios.

—¿Qué siente al ver como el proyecto se viene completamente abajo?

—Siento mucha tristeza, pues me gustó tanto el proyecto que dejé la Secretaría General Iberoamericana para embarcarme en él.

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