Galicia

Galicia / fragua histórica

Pasado y presente

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Las elecciones debieran ser un paso necesario, pero no suficiente, para llegar a ser lo que potencialmente podríamos ser

Día 13/11/2011

LARRY Summers, Ministro de Clinton, presidente de Harvard, y director del Consejo Económico de Obama, ha propuesto que se abandone la enseñanza de la Economía tal como se ha estado impartiendo en las últimas décadas. La juzga como «distracciones» de lo importante, de ahí que nadie del universo académico haya anticipado la crisis actual, y que tampoco exista consenso sobre las políticas para afrontarla. Defiende el volver a la economía política clásica y al humanismo polivalente. Una rectificación copernicana.

Para los formados en la universidad gallega de los viejos tiempos, en el contexto de la transición política nacional y de la contracultura internacional, esta recomendación recuerda el retorno a la Economía tal como se enseñaba entonces; como una de las Ciencias Críticas de la sociedad. Entonces Galicia tuvo la fortuna de contar con una universidad pluralista, en metodologías, enfoques y magisterio. Y una facultad de Económicas con un decano abierto, genial e irrepetible como Suárez Llanos. Allí se estudiaba marxismo y keyesianismo, friedmanismo con Alfonso Carbajo, estructuralismo con Beiras, el poder financiero con Juan Muñoz, la vanguardia analítica con Javier Sanmartín, filosofía de la ciencia con Quintás, teoría empírica con Art Treadwey, ciencia política con Casanova y Otto, pluralismo histórico con Taboada…

Y el impulso creativo de la facultad se trasladaba a las tertulias de estudiantes, cineclubs y asociaciones para el cambio democrático. En un hervidero de ideas en los que participaban los estudiantes de Filosofía, de Medicina y también de Matemáticas, Ciencias, Letras y Derecho. Sensibles a los movimientos cristianos, de los sacerdotes comprometidos y de las parroquias. Nadie tenía el monopolio de la verdad y toda aportación era potencialmente enriquecedora. Desde Freud al Esquema XIII de Vaticano II, de Teilhard de Chardin —recuperado hoy por Tom Wolf— a J.P. Sastre; del Nouveaux Cinema al teatro del absurdo; de la canción protesta al galleguismo comprometido. Todo valía si esclarecía, si aportaba visión, verdad y caminos para liberarnos del provincianismo y desarrollarnos como personas.

Lo que hoy parece contar más, los datos sin interpretación, las formas y la imagen, las apariencias y la mecánica mediática, resultaban simple praxeología, sombras chinescas a destripar con el ojo crítico despierto. Y pocos años después ya se intuía el desencanto por la vuelta de la tortilla a la banalidad, y una imparable decadencia a largo plazo por la instalación de un modelo de competencia en la mediocridad, como tantas veces frustró nuestra historia. Como esta crisis actual.

La economía total es producción pero también reparto y distribución, relaciones entre grupos y entre personas, en conflicto y cooperación. Y ética moral y social, como nos recuerda Amayrta Sen. La Economía del Bienestar, soporte técnico de los estados democráticos, es enfoque de la interdependencia humana. La economía monetaria no dice solo que el dinero es unidad de cuenta y medio de cambio, sino también plasmación del valor del esfuerzo humano. Que la Deuda es imperio del Leviatán al servicio del gobierno, y los impuestos cargas para el trabajo forzoso. Y así sucesivamente. Toda ecuación, todo modelo, todo registro contable, encierra relaciones entre personas, entre los teóricos ciudadanos iguales de una democracia moderna.

Por eso hoy, esta crisis no es solo un desafío técnico, sino un problema político entre ciudadanos y estados. También un reto moral, de concepciones del ser en nuestro tiempo. Y obviamente en el espacio concreto que vivimos, por eso encierra componentes autonómicos y territoriales. No la resolveremos con la simplificación tan querida por los tecnócratas unidireccionales; claro que necesitamos del registro contable, la estadística y el análisis preciso de cada situación concreta. Pero hay que transcenderlos con las perspectivas que le dan significación, y abren los caminos del futuro. El egoísmo primario y las vanidades elementales están ya muy superadas, no dan más que miseria y vergüenza.

Tenemos que cambiar, de valores, personalidad y visión de nuestros modelos económicos y sociales. Miremos la experiencia histórica, aprendamos de cómo se superan las decadencias que nos amenazan, y carguémonos de voluntad de transformación para alumbrar algo realmente nuevo a legar a nuestros descendientes. Las elecciones debieran ser un paso necesario, pero no suficiente, para llegar a ser lo que potencialmente podríamos ser.

A veces, para resolver el presente, tenemos que aprender del pasado. Para extraer sus enseñanzas basta con no menospreciar el valor cognoscitivo de la humildad.

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