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Música contra la pobreza

La noche del 27 de diciembre de 2009 Christian Vásquez no pudo dormir bien, estaba «asustado», recuerda. La ansiedad, producida por el anuncio de que iba a dirigir la Orquesta Filarmónica de Israel, lo había desvelado. No era para menos: apenas tenía 25 años cuando iba a coronar su sueño de dirigir a una de las grandes orquestas del mundo.

El titular de la Filarmónica de Israel, Zubin Mehta, le había recomendado para que sustituyera al ruso Yuri Terminakov durante su reposo médico. En total Vásquez dirigió seis conciertos en el Auditorio de Tel Aviv con un repertorio que incluía la Quinta de Tchaikovsky , el concierto número dos de Rachmaninov y el concierto en La menor de Schuman.

El prodigioso Vásquez es un producto de las Orquestas Sinfónicas y Coros Juveniles de Venezuela, fundadas hace 37 años con el objetivo de rescatar a los niños de la pobreza a través de la música. Un sistema gracias al cual el país cuenta con una formidable cantera de músicos, a partir de unos 350.000 niños y jóvenes formados en la decana red de escuelas y orquesta. «A los 12 años entré con un violín, que me compró mi papá, y a los 16 años empecé a dirigir obras pequeñas. En 2006 inicié la dirección orquestal con el maestro José Antonio Abreu», nos cuenta Vásquez, nacido en Caracas en 1984, pero criado en San Sebastián de los Reyes, una localidad del Estado Aragua que queda a una hora de la capital venezolana.

«Mi origen es humilde, como el de la mayoría de los integrantes de las Orquestas de Jóvenes —continúa—. Se trata de una red amplia y fuerte, que necesita a muchos directores jóvenes. Así, el director crece y se forma delante de la orquesta. Aprende desde el origen, dirigiendo a agrupaciones musicales infantiles».

La juventud de Vásquez no ha sido obstáculo para dirigir a músicos de más edad. «Al principio me miran con recelo, pero después de romper el hielo, compartir chistes y bromas me aceptan y respetan. Primero estudio la obra y luego la memorizo. Los conciertos los dirijo como me sale en el momento. A la batuta le imprimo pasión, fuerza, energía, alegría y sangre latina», declaró a ABC.

La proyección internacional de Gustavo Dudamel, el más famoso de los directores venezolanos, no es una sombra que le intimide. Al contrario, es un ejemplo y estímulo a seguir. «Nos ha abierto las puertas a una escala internacional... Y después de todo, también Dudamel fue lanzado por el mismo sistema de Orquestas Sinfónicas y Coros Juveniles, que en 2008 ganó el Príncipe Asturias, y del que yo formo parte».

El músico debe aprender desde temprana edad, insiste: «Tenemos a muchachos que ya están dirigiendo desde los 13 años. Son muy talentosos».

Vásquez es director titular de la Orquesta Sinfónica Juvenil Teresa Carreño de Venezuela. Y también ha dirigido la Sinfónica de Gavler de Suecia, la Stavanger de Noruega, la Filarmónica de Radio France, la Residente de La Haya, la Filarmónica de Bruselas. En el pasado verano ha compartido la batuta con otro venezolano, Dietrich Paredes, en la gira de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela por los países escandinavos. En su próxima agenda figuran la Orquesta Nacional de España y la Filarmónica de Londres.

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