Córdoba

Córdoba / PRESIDENTE DE «CORDOBESES POR EL MUNDO»

Rafael Gómez: «El perol nos define»

El INE dice que esparcidos por el planeta hay 14.000 cordobeses. Este joven que reside en Madrid se ha propuesto conectarlos en una web. Cordobeses del mundo unidos por la peña y el flamenquín

Día 11/12/2011

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¿Qué se puede esperar de un cordobés que responde al nombre de Rafael y nace en plena Feria de Mayo? Pues eso mismo. Que ejerza de cordobesismo y acabe fundando «Cordobeses por el Mundo». Aunque su nombre tenga reminiscencias inmobiliarias, lo suyo es el Derecho y, sobre todo, la pasión por la patria chica. De tal manera que en su discurso sobrevuelan con entusiasmo los flamenquines, el salmorejo, el casco histórico, las peñas, la Semana Santa, la idiosincrasia, el perolismo, el clima y, cómo no, el Córdoba Club de Fútbol.

—Córdoba gusta. Gustamos los cordobeses, nuestra forma de ser y nuestra ciudad. Un madrileño vuelve echando piropos a nuestro clima, los bares, la gastronomía y las sensaciones que se lleva.

Seguramente, Rafael Gómez (Córdoba, 1979) no tenía previsto dedicar su vida a la causa cordobesista, pero su exilio en Madrid por razones universitarias le avivaron, pudiera ser, la fibra patriótica y terminó montando un blog junto a cuatro amigos, que atendía al nombre de «Cordobeses en Madrid». El portal digital incluía recetas, consejos prácticos, curiosidades, noticias taurinas y alguna guía para visitar la ciudad. Tuvo una aceptación creciente y en las redes sociales cobró rápida notoriedad. El experimento desembocó en julio de 2009, al empuje de ciertos programas televisivos, en la creación de «Cordobeses por el Mundo».

«Fue entonces cuando nos planteamos la necesidad de hacer un acto presencial. Buscamos una sala de hotel, pero nos pedían 3.000 euros por hora. Así que fui a la Casa de Córdoba en Madrid y me entrevisté con el presidente. Desde el minuto uno me dijo que no había problema, que nos cedía el inmueble gratuitamente con una sola condición: que me incorporara en su junta directiva. La Casa de Córdoba tiene más de 500 socios pero un inconveniente grave: la edad media es de 65 años».

El primer acto presencial de CpM se saldó con un batacazo. Veinticinco asistentes para una conferencia taurina justo al día siguiente de un mano a mano de José Luis Moreno en las Ventas. «Jugaba el Madrid en el Bernabéu y diluviaba», se justifica. Pero el segundo intento ya fue otra cosa: 150 participantes y varios periodistas inmortalizando el acto.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, repartidos por el planeta hay 14.000 cordobeses. Francia se alza claramente en cabeza como destino preferente y le siguen Alemania, Bélgica, Argentina, Suiza y Brasil, hasta casi un centenar de países, algunos tan sugerentes como Afganistán, Costa de Marfil, Camboya o Yemen.

—¿Qué hace un cordobés en el mundo?

—Sale para trabajar y luego le vincula una relación sentimental. Desgraciadamente, el empleo es el punto negro de Córdoba.

—Dígame un tópico insoportable.

—Me saca de quicio que para ser reconocido tengas que salir fuera.

—El cordobés no es profeta en su tierra.

—Es menos profeta en su tierra que fuera. Y no le damos importancia a lo que tenemos.

—Dígame un tópico que le haga justicia.

—Es verdad que hay cierto inmovilismo. Córdoba está carente de emprendedores, de iniciativas, de empuje. Tenemos empresarios importantes contados con los dedos de la mano. La capacidad de superación no es una característica del cordobés.

—¿Contra qué vacuna viajar?

—Te abre la mente. Consigues valorar una misma cuestión con otros puntos de vida. Te nutres de cultura. Te hace sentir un privilegiado cuando vas a países que no tienen la fortuna que nosotros tenemos. Lo que tenemos es mucho. Quejarse de lo que podríamos tener es una pijería. Un paseo por Nepal te culturiza el triple que un libro. Si eres una persona sensible y eres capaz de apreciar la arquitectura, la sociedad, el comercio o los medios de comunicación.

—¿El cordobesismo se cura viajando?

—Bastante. El cordobés, cuando viaja, pule sus defectos y engrandece sus virtudes.

—¿Qué pecado nos condena?

—Las ganas de crecer, de ser más, de ganar más.

—Perdone, pero ¿sobre qué se asienta la cultura cordobesa?

—Es muy peculiar. Tiene grandes rasgos de Andalucía, pero quien no sepa ver las características castellanas que tiene no la conoce. Geográficamente pertenece a Andalucía pero el norte se podría considerar Castilla. Es un andaluz castellanizado en algunos casos y un castellano andaluzado en otros. Es simpático, alegre, pero no tiene la chispa del gaditano y sí la seriedad del leonés. Es una persona reservada. No quiere darse a destacar, en general. Es importante comprender que Córdoba tiene mucho de andaluz, pero muchísimo de castellano.

—Díganos un «pego» muy cordobés, por favor.

—No sé si va a gustar a algunos: la necesidad de tener aeropuerto en Córdoba.

—Aparte del flamenquín, ¿qué nos une?

—Muchas cosas. El flamenquín es un plato encubierto. La gente ama el salmorejo, pero el flamenquín está agazapado esperando su oportunidad. En el programa de Echanove e Imanol Arias hablaron del flamenquín y al día siguiente recibí ocho o diez correos pidiéndome información. Algún día dará el salto. A los cordobeses nos une la gastronomía y la forma de ser. Nos une la cultura. Y el equipo de fútbol muchísimo: el cordobés es del Córdoba.

—¿Existe la identidad colectiva?

—A grandes rasgos sí. Si profundizo me veo más en la Andalucía oriental que en la occidental. Nos asemejamos más a un jiennense o un granadino, y veo diferencias con un sevillano y un gaditano. Somos iguales pero pelín diferentes.

—¿Un «cordobita» es un señor que nunca salió de su barrio y lo sabe todo del mundo?

—Para saber qué es un «cordobita» hay que leerse el libro de Alfonso Gómez (su padre). Pero no estoy de acuerdo al 100 por cien con él. Lo considero más positivo que negativo. Quizás no tiene la inquietud de abrir la mente a nuevas perspectivas y está encerrado en sí mismo. Pero es el que mejor entiende nuestras costumbres, nuestros valores, nuestra cultura, nuestra Semana Santa, nuestra Feria. Es el que mantiene Córdoba. Me encanta el auge de las cofradías y las peñas. La cofradía es un ámbito donde mucha gente se encuentra a gusto. Ser cofrade es ser cordobés. Es una parte importante de nuestra cultura y nuestro turismo.

—¿El perolismo es una religión?

—Una religión que hay que practicarla y presumir de ella. Los madrileños se van de barbacoa, que no suena ni español. El perol nos define. El perolismo hay que mantenerlo hasta que la muerte te separe.

—¿Si se extingue el peñismo se extingue Córdoba?

—Se extingue una parte muy importante de Córdoba. Pero el peñismo está muy fuerte. Hay peñas a raudales y con muchísimo tirón. Tenemos que fomentar las peñas, pertenecer a las peñas. Que el cordobés se involucre con su peña, con su barrio, con los actos. Que las peñas sigan vivas.

—Y si el Córdoba sube a Primera, ¿de qué nos vamos a lamentar?

— Si sube, el año que viene me dedicaré cada fin de semana a perseguirlos. Nos lamentaremos al año siguiente, porque no creo que repitamos en Primera. Pero un año de placer no nos lo quita nadie.

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