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Incógnitas que precisan respuestas contundentes

El Cajasol intentará ante el Valladolid purgar sus penas tras dos jornadas sin ganar

Incógnitas que precisan respuestas contundentes FELIPE GUZMÁN

sergio a. ávila

Las derrotas se mezclan con los tópicos en la centrifugadora. Ya saben: el Cajasol ha tropezado dos veces en la misma piedra y se ha caído en el llano justo cuando había superado con nota el tramo más duro del calendario. Todo eso es cierto, pero en realidad esas lecturas no explican nada ni revelan los porqués del abrupto paso de un estado de felicidad a otro que no cabe calificar de tristeza —el equipo sigue estando bien posicionado, en puestos de Copa del Rey— pero sí de indudable incertidumbre pasajera tanto por el rastro de fragilidad baloncestística y mental que ha dejado en sus dos últimas comparecencias como por la evidente mayor dificultad de los partidos que le esperan antes de que se despida un año histórico para la entidad porque en 2011 alcanzó su primera final europea.

Treviso es pasado, el presente guarda otras exigencias, y es verdad que la tropa de Joan Plaza, siempre fiel a su cita con la obligación, se ha dejado algún que otro jirón de solidez en dos compromisos, en teoría, asequibles, que de algún modo impulsan al alza a otros equipos más modestos de la competición al tiempo que otorgan validez a ese especie de axioma que asoma en el templado y racional discurso del técnico cajista para que sus muchachos no se les duerman en los laureles. «Al cien por cien, competimos con cualquiera, pero si no lo estamos...» Los puntos suspensivos los rellena cualquiera que haya visto al equipo desenvolverse ante el Fuenlabrada y el Joventut. Una palabra resume la imagen del grupo en ambos choques: desconocido. Más que suspenso por sus dos actuaciones, merecido, en la casilla de la nota daban ganas de colocar un interrogante.

Nada tuvo que ver ese Cajasol, de mentalidad y defensa quebradiza , con el que deleitó a su feligresía ante Estudiantes o Manresa, también frente al Barcelona, por supuesto, o en Bilbao, la única victoria que ha logrado hasta ahora a domicilio. Esa es otra asignatura pendiente, ahora mismo secundaria , ya que se tiene la sensación de que acudiendo a la raíz de la transitoria enfermedad, las victorias han que llegar de nuevo porque potencial tiene esta plantilla. Eso sí, no puede competir a bajas revoluciones sino respondiendo a las directrices de un modelo de juego, testado en plazas grandes contra rivales de categoría, que en el balance de la temporada suele reportar más victorias que derrotas. Es decir, que hay que aplicarle al baloncesto ardor y cabeza.

Más verticalidad

Quiere Plaza que el equipo gane en verticalidad, pero en esta aspiración, otra fase más en la evolución natural del juego del equipo en la campaña, no se pueden olvidar las enseñanzas previas. Y el equipo las ha olvidado. Cimientos, muros, tejado, revestimiento, pintura, un proceso gradual. Ya dijo Al Pacino en aquel mítico discurso inspirador y motivador, que se avanza pulgada a pulgada, y que existen dos opciones: ganar como colectivo o perder como individuos . Son éstas líneas de conducta que se escuchan habitualmente a los profesionales. Más difícil es llevarlas a la práctica con continuidad. Y eso necesita el Caja, retomar las buenas costumbres.

Hoy, ante el Blancos de Rueda Valladolid, colista, con el peligro germinal que encierra tal concepto, está en la obligación de tocar las teclas adecuadas para recuperar la imagen granítica, desagradable para algunos por su pelea infatigable por cada balón , que le permitió vivir con desasosiego y hacer correr la voz entre los expertos analistas del país respecto a las posibilidades esta temporada del morador de San Pablo. Sigue pujante en la carrera por la Copa, aunque la autopista que conduce al Palau Sant Jordi cada vez tiene más atasco.

Y a todo esto, con el equipo buscando su extraviada coraza, llega el Valladolid, ahogado con sólo dos triunfos, muy necesitado, con la mente centrada en la salvación y la supervivencia (en su caso no es lo mismo), un hombre nuevo en sus filas (Anagonye) y argumentos de cierta entidad de los que deberá cuidarse el Caja: Nacho Martín y Seawright bajo los tableros , la dirección cerebral de Dumas, la anotación de Diego García y Robinson, y sobre todo, el liderazgo Touré, el hombre franquicia del equipo de Casimiro, un conjunto de defensa feble, con una media de 79 en contra. En sólo dos de los diez partidos evitó que su rival le endosase menos de 75.

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