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Navarro opta a liderar el PSC y dejar atrás el debate identitario

El antiguo granero socialista afronta su congreso tras sus peores resultados

Día 12/12/2011
Navarro opta a liderar el PSC y dejar atrás el debate identitario
INÉS BAUCELLS

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El domingo 18 de diciembre José Montilla dejará de ser, un año después de su renuncia oficial, primer secretario del PSC. Si se cumplen las previsiones, el ex alcalde de Cornellá cederá el cargo al alcalde de Tarrasa, Pere Navarro, que llega al congreso con el apoyo de las federaciones mayoritarias. Pero el largo camino hasta el cónclave —doce meses de prórrogas justificadas en convocatorias electorales que se cuentan por derrotas— ha dejado entrever las debilidades de un proceso que amenazan con seguir lastrando el futuro del socialismo catalán.

El que hasta 2008 pasaba por ser uno de los mejores graneros electorales del socialismo español junto a Andalucía se mira ahora en el espejo del socialismo valenciano, metido en un pozo sin fondo del que se aprovecha sin piedad el PP. En el cónclave del próximo domingo, el PSC debe redefinirse para recuperar su papel como fuerza de referencia en el mapa político catalán, y esa redefinición pasa también por revisar la relación con el PSOE. El debate sobre el catalanismo del PSC —tras el fracaso de la reforma estatutaria— y la revisión del protocolo de relaciones entre ambos formarán parte de los debates congresuales del socialismo catalán.

Aunque el objetivo del principal candidato, Pere Navarro, es superar el debate sobre el catalanismo del PSC para volver a un discurso entrado en el eje derecha-izquierda. Pero no podrá evitar la discusión sobre cómo hacer que el PSC sea visible en el Congreso y si este objetivo pasa por romper el Grupo Socialista o «sólo» la disciplina de voto cuando los diputados catalanes no compartan la opción de la mayoría en cuestiones que afecten a esta comunidad. La opción que se imponga respecto al papel del PSC en el Congreso marcará también el papel de los socialistas catalanes en la Ejecutiva del PSOE. Punto trascendental para las aspiraciones de Carme Chacón a la secretaria general de los socialistas.

Control del «aparato»

Pese a este panorama, que incluye la pérdida de 700.000 votos el pasado 20N, el «aparato» de la calle Nicaragua ha conseguido controlar con mano de hierro el camino hacia el congreso. El pasado verano el debate en torno al PSC vivió una cierta efervescencia, especialmente en las redes sociales, pero esa ebullición al margen de los cauces habituales de poder en el PSC se ha diluido en las férreas medidas de control impuestas en el reglamento de organización del congreso. Un cónclave con menos delegados que en las dos últimas convocatorias —por motivos de economía organizativa, según el secretario de Organización, José Zaragoza— y en el que se ha elevado del 10 al 20% el número de avales necesarios para presentar candidatura. En estas condiciones, era casi imposible que un candidato sin apoyos orgánicos por lo menos en alguna de las familias del PSC presentara candidatura.

Así, cuando llegó el momento de oficializar candidaturas, la «generación blackberry», uno de los grupos que debía simbolizar el cambio, ha dado un paso atrás que la descalifica de momento para el relevo. Los jóvenes del PSC tendrán que ser menos pusilánimes si quieren tomar el poder, por mucho que a Navarro se le escape de vez en cuando que habría que jubilar a todos los mayores de 50 años de los puestos directivos del partido.

Candidato del aparato

El alcalde de Tarrasa es el candidato del aparato, alcalde metropolitano que empezó la carrera sucesoria con el apoyo garantizado de las dos grandes federaciones, Bajo Llobregat y Barcelona, además del Vallés que es su cuna. Àngel Ros, primer edil de Lérida, es su principal rival, aunque las malas lenguas aseguran que ni siquiera cuenta con el apoyo en bloque de su Federación. Se ha erigido en candidato del sector catalanista del partido y aboga insistentemente porque el PSC vuelva a ser el referente de un catalanismo mayoritario en la sociedad civil catalana que hace tiempo que ha dado la espalda a los socialistas. Su gran apuesta, sin embargo, parece más encaminada a las primarias que todos los candidatos se han comprometido a celebrar para escoger al futuro presidenciable de PSC que a la primera secretaría.

Joan Ignasi Elena vio sus aspiraciones truncadas al perder la alcaldía de Vilanova i la Geltrú en las pasadas elecciones, pero tiene garantizado un espacio en la nueva dirección como representante de Nou Cicle, la corriente obiolista del partido. Y Miquel Iceta mantiene abierta la puerta a presentar candidatura pero parece claro que no puede aspirar a mucho más que un puesto de cierta relevancia en la nueva ejecutiva.

Al margen de los cuatro candidatos, parece claro que dirigentes como Antoni Balmón, alcalde de Cornellá, Núria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma, las portavoces parlamentarias Rocío Martínez Sampere y Laia Bonet y los diputados Daniel Fernández y Francesc Vallés deben jugar un papel relevante en el futuro. Falta por ver, en el caso de los últimos, cómo desarrollan ese papel a nivel institucional con un PSC en la oposición en el que la «vieja guardia» ha copado los primeros puestos institucionales.

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