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Andrés Gimeno Máster en tenis

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El precursor de la actual época dorada se perdió la oportunidad de una Copa Davis al pasarse a profesional

Día 12/12/2011

En los años sesenta, el norteamericano Kramer organizó una «troupe» profesional con los mejores tenistas del mundo: los aficionados disfrutábamos con la fuerza del «bombardero» Pancho González, la picardía del patizambo y débil Pancho Segura, la completa técnica de los australianos Rod Laver y Ken Rosewall... Criticaban algunos que estos «globe trotters» del tenis, al margen de los campeonatos oficiales (reservados entonces, con cierta hipocresía, a los llamados «amateurs»), sólo se exhibían. La realidad es que, apenas surgía una nueva estrella, Kramer la contrataba: jugando cada día con los mejores, avanzaba enormemente.

Uno de estos brillantes profesionales fue el español Andrés Gimeno. Había nacido en 1937, en Barcelona. Hijo de un entrenador de tenis, fue enseguida campeón infantil y juvenil.

A la vuelta de una estancia de aprendizaje en Australia, Arilla y él jugaron un partido de dobles contra el campeón de España, Pedro Massip, y su habitual acompañante, Bartrolí. Al ver a los jóvenes, comentó Massip: «No tenemos ni para empezar». En el primer saque de Gimeno, su raqueta salió volando...

A los 17 años, Andrés era ya campeón de España absoluto. Ganó los torneos del Club Queen's, de Barcelona, de Montecarlo. Proclamaba el ABC, en 1958: «Por fin, volvemos a tener una raqueta de gran talla internacional». En 1960, recibió la oferta de Kramer. (Santana le dijo: «Andrés, si no lo coges, tú, lo cojo yo»). A los 23 años, se hizo profesional: no pudo participar en campeonatos hasta 1968, cuando se abrieron los torneos «open».

Con los profesionales, aprendió mucho: «Por ejemplo, cuando hacía viento, lanzar la pelota más baja en el saque». Sus mayores amigos eran Pancho Segura, Rosewall y Laver: «Habitualmente, Laver cocinaba y yo lavaba los platos». Jugaba cerca de 150 partidos al año; ganaba 17.000 dólares, pero tenía que pagarse todos los gastos.

Todavía pudo obtener su mayor éxito, en un «open»: en París, el Roland Garros, en 1972. (Santana lo había ganado ya en 1961 y 1964). En el azar de las eliminatorias fueron cayendo los grandes favoritos, Laver, Rosewall y Ashe. Al otro finalista, el francés Proisy, le dijeron: «Ya has ganado». Pero le derrotó en cuatro sets Gimeno, que estaba a punto de cumplir los 35 años: «Aproveché la oportunidad de mi vida: la ilusión fue de locura». Conserva todavía el récord de haber sido el vencedor de mayor edad en ese torneo.

Se retiró al año siguiente, en 1973. Fundó un club de tenis en Barcelona, fue entrenador, comentarista de televisión. Publicó un libro: «Máster en tenis». La crisis económica le ha golpeado: el pasado 22 de octubre, todas las estrellas del tenis español participaron en un festival de homenaje, en Barcelona: «Todos con Andrés».

Le dijeron que cambiara unas bolas con Rafa Nadal, ese día, aunque llevaba quince años sin coger una raqueta: «Que no me tire muy fuerte, para no romperme el brazo...». Orantes declaró: «Es el precursor de la época dorada del tenis español, que vivimos desde hace años: una leyenda».

No tenía Gimeno el aspecto habitual de los tenistas españoles de entonces: alto (1,85), muy elegante, calvo prematuro. No destacaba por la «furia española», sino por una técnica depurada, con un repertorio de golpes muy completo. Lo recuerdo bien en el revés bajo, flexionando la pierna, levantando con facilidad la bola.

No regatea elogios para el tenis actual: «Los jugadores son mejores cada día: más potentes, más competitivos». Pero matiza: «Me habría gustado que Nadal hubiera jugado con nuestras raquetas de madera (una Dunlop Maxply), y yo, con su raqueta. Entonces se igualaría la cosa».

Valora al máximo a Rafa: «Si no tienes instinto, no importa que te pases días, semanas, meses, entrenándote: no ganarás... Lo más importante: tener una cabeza como la que tiene Nadal».

¿Por qué se hizo profesional? «No creí que Santana ganara Roland Garros un año más tarde. Pensaba que yo estaba muy solo en España. Veía la Copa Davis como un sueño irrealizable y me hice profesional. Luego, me arrepentí».

Si en el equipo español hubieran coincidido, en su mejor momento, Gimeno, Santana, Gisbert, Arilla, Orantes... ¿hubiéramos podido ganar la Copa Davis? ¡Quién sabe! Andrés Gimeno compitió con los mejores tenistas del mundo, pero, probablemente, no ha dejado de soñar con eso muchas noches...

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