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caso marta del castillo

Carcaño está protegido en prisión para evitar la venganza de otros presos

El asesino de Marta está en un módulo terapéutico de la cárcel de Morón; asiste a clases de inglés y sigue incluido en el protocolo antisuicidios

Carcaño está protegido en prisión para evitar la venganza de otros presos JESÚS SPÍNOLA

cruz morcillo

«A ese me lo cargo yo mismo, si lo tengo cerca». La bravuconería salió disparada de la boca de un preso el pasado miércoles en la cárcel de Sevilla. Esa mañana estaba previsto el traslado de Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo , desde esa prisión hasta la de Morón de la Frontera, una vez acabado el juicio. El interno, uno cualquiera con un largo historial delictivo, sólo tuvo que oír el apellido de Miguel para revolverse. El traslado se había adelantado y Carcaño ya había sido conducido al centro de Morón en el que lleva en situación preventiva desde febrero de 2009.

El episodio ilustra el odio que despierta este joven incluso entre quienes no cuelgan en su casa diplomas de ciudadano del año. Y explica la protección a la que tiene que ser sometido entre rejas. No es un terrorista, ni el jefe de una mafia, pero está incluido en el fichero de internos de especial seguimiento : es un FIES-5 (características especiales), el nivel menos duro dentro de esta catalogación. Incluye a delincuentes comunes autores de «delitos extraordinariamente violentos contra la libertad sexual, que además hayan causado gran alarma social».

Ni protestas ni partes

Huelga explicar el delito que se le atribuye a este individuo, así como las ampollas que levanta por haberse negado, casi tres años después, a contar dónde ocultaron él y sus cómplices el cadáver de Marta. Carcaño se ha enfrentado durante más de veinte jornadas al Tribunal con la misma impasibilidad que despliega en prisión. No protesta por nada ni crea problemas; no tiene partes y se relaciona con muy poca gente.

Se le sigue aplicando, desde que fue detenido, hace casi tres años, el protocolo de prevención de suicidios, aunque algo atenuado. No se libra, por ejemplo, del preso de apoyo o «interno sombra» que vela por él. Poco después de que lo encarcelaran intentó quitarse la vida en un aseo del centro penitenciario con un cordón. Acababa de cambiar de nuevo su declaración y de confesar al juez que él mismo y «El Cuco» habían violado a Marta antes de asesinarla . La psicóloga que lo atendió contó al tribunal hace unos días que ese intento de suicidio fue «real».

A Carcaño se le impone además el artículo 75 del Reglamento Penitenciario, es decir, es un preso «protegido» para salvaguardar su vida y su integridad física. Ese parapeto implica limitaciones en su régimen de vida. Está ingresado en un módulo terapéutico que además funciona como módulo de respeto. En esa zona carcelaria convive con algunos minusválidos psíquicos y, en general, con internos tranquilos con los que no corre peligro. Al ser una zona de respeto, la convivencia es mucho más fluida, una especie de «oasis» en la dureza que habita tras los muros.

«Ningún director querría tenerlo en su cárcel. No es fácil. Es una persona muy odiada y muy marcada», explica su abogada Paloma Pérez Sendino. Ella está convencida de que su cliente se siente «importante» por la protección que se le brinda y porque casa con su gran dosis de ego.

Carcaño, semianalfabeto a tenor de su escritura, ha asumido que va a pasar mucho tiempo a la sombra y parece no importarle. Está integrado en las actividades en las que participa —eso sí con poca gente, algo separado por la razón esgrimida—. Ha conseguido el título de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) y está estudiando el Bachillerato de Letras, según su letrada.

Una medio novia gallega

Asiste puntual a clases de inglés y en su celda estudia italiano —la propia letrada le facilitó un diccionario de esta lengua—; en los ratos libres acude al gimnasio del módulo. Su catalogación de «Fies-5» alcanza para que se sepa con quién mantiene correspondencia, pero sin abrírsela. La habitual es con una chica gallega, una medio novia por correo , aunque se escribe con alguna otra con menos asiduidad. Según Pérez Sendino también se cartea con alguno de los presos de apoyo que ha tenido y que ya están en libertad.

No recibe visitas de nadie, salvo de su abogada a la que llama todas las semanas. « Yo creo que agota el tiempo de teléfono conmigo porque no tiene a quien llamar », reflexiona la letrada. Pérez Sendino —que reconoció en la última sesión del juicio su frustración por que ni Carcaño ni sus cómplices hubieran revelado el paradero del cuerpo de Marta— no quiere implicarse emocionalmente con Miguel, que sigue utilizando el argumento de su orfandad —plagado de mentiras—para dar pena.

Los psiquiátras que trazaron su perfil hablan de «una persona egocéntrica, con dificultades para establecer fuertes y estables vínculos afectivos, así como para comprender o ponerse en el papel de los otros». La abogada conoce de cerca al dueño de este diagnóstico. Pese a ello —«casi como un acto de caridad»— se ha llevado a su sobrino más de una vez de compras para adquirir prendas para Carcaño. «No tenía nada, ni un triste pijama; ni calcetines, ni bufandas, nada». Carcaño espera sentencia. Ya ha dicho a su abogada que no recurra, salvo si lo condenan por violación.

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