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Las zapatillas o la vida

Cualquier padre un poco tardón en sus compras de Reyes sabe que una tienda puede convertirse en un campo de batalla y que adultos aparentemente normales son capaces de llegar a las manos por cosas absurdas, como el último Transformer o la última Monster High. Pero el gran conflicto de estas navidades en los comercios de Estados Unidos no ha tenido nada que ver con los niños y sus caprichos de obligado cumplimiento: medio país fue escenario de disturbios, en algunas ocasiones muy violentos, por el lanzamiento de un producto que miles de personas ya crecidas ansiaban más allá de toda sensatez, igual que si fuese la clave secreta para la felicidad. Muchos blogs habían previsto la que se iba a liar: «Hoy es el día que tenemos marcado en nuestros calendarios desde hace meses», avisaban. Porque el 23 de diciembre Nike sacaba a la venta la reedición de las «Air Jordan XI Concord», uno de los modelos más deseados de la serie de zapatillas que

toman su nombre del mito del baloncesto Michael Jordan.

D «Las “Air Jordan”, desde el principio de la saga, siempre han sido unas zapatillas especiales. Su importancia es brutal, sobre todo en Estados Unidos, como se comprueba por los éxitos de ventas de cada modelo y sus reediciones, o por los precios que alcanzan ciertas ediciones en páginas tipo eBay», explica Cristian Ortiz, de Spainkicks, web española dedicada a la cultura de la zapatilla y el fenómeno «sneakerhead», apelativo con el que se conoce a los apasionados coleccionistas de este tipo de calzado. Las «XI Concord», con un precio de venta al público de 180 dólares, desbordaron las medidas de seguridad y desencadenaron el caos. En Seattle, la Policía tuvo que utilizar aerosoles de pimienta contra una veintena de clientes que empezaron a pelearse en un centro comercial. En New Jersey, un hombre resultó acuchillado en una reyerta similar. En Richmond (California), llegaron a producirse disparos. En Taylor (Michigan), un centenar de personas entraron por la fuerza en la tienda y se

dedicaron a destrozarla. En Georgia, fue arrestada una mujer que dejó cerrados en el coche a sus dos bebés mientras hacía cola. Y son solo unos pocos ejemplos de los desórdenes que provocó esta loca carrera por conseguir un par antes de que, inexorablemente, se agotasen de un tirón.

Lo curioso es que los episodios de violencia vinculados a las «Air Jordan» —las J’s, como abrevian los entendidos— no son nada nuevo. En el último cuarto de siglo, diversos modelos de zapatillas y prendas deportivas se han convertido en botín habitual del crimen callejero: la cultura urbana, sobre todo entre la población negra de EE.UU., las ha elevado por encima de su utilidad práctica hasta convertirlos en prueba de estatus social.

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