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El presidente que erró diez veces

A Griñán no sólo le ha salido mal lo que puede salir mal, sino lo que prometía terminar bien. Tras tres años de gestión, sus errores dejan al PSOE fracturado y al bastión andaluz al borde de un ERE institucional, el tercero en diez meses

El presidente que erró diez veces

ANTONIO R. VEGA

Congreso extraordinario del PSOE

Griñán logró acabar con la bicefalia, pero nada volvió a ser igual. Provocó que surgiera un sector crítico afín a Chaves

Adiós al mapa financiero andaluz

El presidente resucitó el sueño de la Caja Única de Chaves, pero sus injerencias para que se fundieran entidades fracasaron

Derrota sobre derrota, crisis sobre crisis, error sobre error, José Antonio Griñán ha demolido a un ritmo vertiginoso la herencia de tres décadas de hegemonía socialista en Andalucía. Algún día, si cierra el círculo de su maleficio con otro descalabro en las urnas el 25 de marzo, la sociología política reservará un capítulo especial a analizar este hecho inédito: cómo se pudo perder tanto en tan poco tiempo. Llegó de rebote, en abril de 2009, a la Presidencia de la Junta, por la ocurrencia de Zapatero de buscarle un retiro dorado a Manuel Chaves en su Gobierno. Pero el aura de solvente consejero de Economía que lo había encumbrado se esfumó al poco de mudarse a San Telmo. Hoy se ha convertido muy a su pesar en la imagen misma de la derrota, un líder sin baraka, un presidente amortizado que ha errado demasiadas veces. Un estigma de perdedor que incluso ha corrido por las redes sociales tras el fiasco de su apuesta por Chacón.

Cuesta imaginarse un saldo más fatalista al cabo de tres años: ha fracturado a un partido que antes se mecía en una balsa de aceite y que queda a merced del tercer ERE institucional en diez meses si pierde la Junta. Como gestor, su legado es igual de calamitoso: deja a un Ejecutivo sobrepasado por los escándalos, sin reflejos ante la virulencia de la crisis, negado hasta con la eficaz maquinaria de propaganda que permitió al PSOE encadenar mayorías absolutas sin despeinarse. Por último, aunque no sea suya toda la responsabilidad, deja a una sociedad resignada a no ver más horizonte que la cola del paro. Diez errores explican el rápido desmoramiento de la herencia recibida.

1. Forzar el congreso regional del PSOE

No llevaba ni seis meses en San Telmo cuando a Griñán, elegido por Chaves en contra del criterio de Zapatero (que postulaba a Mar Moreno), le entraron las prisas por desembarazarse de la tutela de su «padrino» político y asumir el liderazgo del PSOE-A. A regañadientes de Chaves, forzó un congreso extraordinario en marzo de 2010. Griñán logró enterrar la bicefalia, pero lo pagó caro. Nada volvió a ser igual. Se distanció de su mentor y provocó que surgiera un sector crítico en torno al «chavismo» con gran peso orgánico en Cádiz y Jaén.

2. Destierro del «chavismo»

No le bastó con desalojar a Chaves. El nuevo secretario general del PSOE-A perseveró en su error y arrinconó a sus partidarios. Las hostilidades alcanzaron su punto álgido con la confección de las listas para las municipales del 22 de mayo y continuaron con la preparación de las generales. La apuesta de Griñán por la reelección de la exalcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez (otro fracaso), y el cese del delegado del Gobierno en Cádiz, Gabriel Almagro, precipitaron la dimisión del consejero de Gobernación, Luis Pizarro. El hombre que controlaba los resortes del poder interno con Chaves y, paradójicamente, valedor de Griñán en la carrera sucesoria, se fue porque se sentía ninguneado.

3. Ninis en el partido, tecnócratas en el Gobierno

Con la vieja guardia en el destierro, Griñán delegó el mando del partido y el Parlamento andaluz en jóvenes sin experiencia en las intrigas y fogones de la vida orgánica. Todo lo contrario que su antecesor, que se rodeó de dos avezados estrategas para administrar las cañerías del poder, Pizarro y Gaspar Zarrías. La «pax chaviana » dio paso a una guerra de guerrillas provinciales. Su número dos, Rafael Velasco, dimitió al conocerse que la Junta había subvencionado la academia de su esposa. Le relevó Susana Díaz, que ha dejado muchos «cadáveres» con su particular modo de controlar el partido. Colocó a Mario Jiménez como portavoz parlamentario relegando al veterano Manuel Gracia. En la gestión, Griñán ha ido de crisis en crisis. Frente al gobierno de los prestidigitadores políticos, ha construido otro con tecnócratas. El resultado es un liderazgo cada vez más cuestionado, dentro y fuera.

4. Fracaso de la Caja Única

El presidente resucitó este sueño de Chaves nada más aterrizar en el Gobierno. Pero no hubo manera. Primero perdió Caja Granada, que se echó en brazos de las cajas mediterráneas. Luego se le escapó la ansiada entidad de la Iglesia, Cajasur, que acabó intervenida por el Banco de España pese a sus injerencias en favor de una fallida unificación con Unicaja, primero, y de la caja malagueña con la sevillana Cajasol, después. También naufragó este proyecto. Adiós a la quimera del sistema financiero andaluz y nuevo fiasco de su infalible oráculo.

5. «Funcionariazo» Si hay un campo donde ha quedado patente que Griñán se da una maña especial para crearse problemas donde no los hay, éste es el «funcionariazo». Con la aprobación hace un año de la norma que permitía la entrada sin oposiciones en la Junta de 20.000 empleados de la administración paralela, se echó encima a un sector numeroso y beligerante, el de los funcionarios, que no dudará en pasarle la factura en las autonómicas. Imbuido de arrogancia, el Gobierno impuso por las bravas una reforma que no ha contentado a nadie. Le faltó cintura para negociarla y pedagogía para explicarla.

6. Contradicciones en los ERE

Griñán ha intentado desvincularse del fraude de los ERE con la consigna de que su Gobierno —no el de Chaves— lo ha denunciado. Pero este ejercicio de amnesia voluntaria no puede soslayar que él fue durante cinco años consejero suyo y jefe del órgano que avisó de las irregularidades. Se equivocó al minimizar el caso y al querer dimitir de sus responsabilidades políticas. La supuesta destrucción de informes y la defensa de su director de Trabajo, al que mantiene en el cargo tras su imputación por subvencionar a falsos prejubilados, desmontan su caótica estrategia. Por no hablar de la «mordida» que se fue en comisiones ilegales y la compra de cocaína con dinero de los parados, que abrió los telediarios de la sobremesa. Hasta antiguos aliados mediáticos le han abandonado tras tomar partido por Chacón. Prácticamente le han puesto las maletas en la puerta de San Telmo.

7. Ley «antialcaldes»

Quiso recobrar el aliento con un paquete de leyes por la regeneración democrática que, en realidad, encerraba un rejonazo al PP. Con la legislatura en periodo de descuento hizo una norma para borrar a los alcaldes populares de los carteles electorales. Pero la llegada de Rajoy a La Moncloa, cuyo recurso al Constitucional desactivará la ley, le ha desbaratado el invento. Tampoco está claro que haya acertado al agotar la legislatura para pescar en el río revuelto de los descontentos con la agenda de recortes del presidente. Consciente de lo que se juega, éste ha retrasado sus presupuestos hasta después de los comicios andaluces. Batacazo al canto.

8. Gestión de la crisis

Frente a una tormenta económica de proporciones catastróficas, ha improvisado medidas paliativas y de pirotecnia electoral como las becas a jóvenes para estudiar o las obras en colegios (Planes OLA y SOE). Sólo ha logrado engordar más el déficit, sin evitar que la crisis acabe devastando la estructura productiva y laboral (1.248.500 parados) de Andalucía.

9. Apoyo a Chacón

Con su apuesta fallida por Chacón para liderar el PSOE se ha puesto en contra a la vieja guardia, que la vio como la reencarnación femenina de Zapatero. Rubalcaba le ha salvado la cara con un puesto simbólico en su ejecutiva, la presidencia, que equivale a un «indulto» político, a una salida airosa a un candidato que han colocado como un jarrón chino en la estantería más alta para evitar que se quiebre antes del 25-M.

10. Dos derrotas electorales

Los descalabros de las municipales y generales pesan como un saco de plomo en su liderazgo y los sondeos le auguran una tercera derrota, inevitable, como candidato. Para colmo, sus críticos, crecidos tras la victoria de Rubalcaba, no están por la labor de arrojarle un salvavidas y facilitarle la confección de unas listas donde se juega quién mandará en el posgriñanismo . A Griñán, como al capitán Schettino, sólo le salva un milagro del enésimo naufragio. Porque en su intuición está visto que puede confiar poco.

SEVILLA

Polémica por el «funcionariazo»

Su maña para crearse problemas donde no los hay quedó de manifiesto con su caótica gestión de la reforma

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