día de andalucía
Banderas de cambio en el 28-F
Las encuestas, el déficit andaluz y las protestas pusieron la banda sonora a un 28-F bajo el síndrome del 25-M, lo que descafeinó el acto conmemorativo en el Parlamento mientras las intrigas se trasladaban a los corrillos políticos
Griñán no se ha cansado de repetirlo en los últimos días. Como un náufrago aferrado a un tablón de madera para no estrellarse en el rompeolas del cambio del 25-M . Ayer, fiesta de la autonomía andaluza, con nuevos análisis demoscópicos ocupando las portadas de la prensa y compartiendo protagonismo con la escalada del déficit , volvió a decirlo con más motivo: «Somos un partido ganador, que ha ganado siempre». Lo proclamaba a una nube de periodistas —hasta medios nacionales se habían acreditado— que se arracimaba frente a él nada más terminar la ceremonia ritual de la izada de la bandera blanquiverde ante la fachada principal del Parlamento. Esta vez, la liturgia fue más desangelada que en otras ocasiones, por aquello de que la Cámara está disuelta y no es tiempo ya de discursos institucionales sino de que hable el pueblo en las urnas.
Lo dijo el presidente andaluz —«somos un partido ganador»— como si quisiera convencerse a sí mismo de que sus aspiraciones a la Presidencia de la Junta no suponen a todas luces un «haraquiri» político. Como si invocando la inercia que ha convertido al PSOE andaluz en un poder blindado ante cualquier coyuntura bastara por sí solo para conjurar los sondeos. Para neutralizar el paseíllo de imputados en vísperas electorales camino del despacho de la juez que investiga los ERE fraudulentos . El candidato socialista apeló una vez más a la tradición como queriendo hacer ver en plena efeméride que su partido es una seña más de la identidad andaluza , un hecho diferencial en sí mismo frente a los impulsos «centralistas» de la derecha. Éste fue el eje sobre el que giró su intervención institucional en la posterior entrega de medallas de Andalucía en el Teatro de La Maestranza . No en vano, la instantánea del acto principal de reafirmación andaluza ha sido siempre la misma durante treinta años: la foto fija de un gobierno de un mismo color, incluso cuando las cámaras gastaban carretes en blanco y negro.
En los corrillos que se formaron en el patio del Parlamento muchos cargos, particularmente del Gobierno andaluz , meneaban la cabeza con gestos de desaprobación. Entre los murmullos se fue propagando el mismo runrún, el ruido de las agoreras encuestas y del déficit, que en 24 horas había crecido del 1,4 al 3 por ciento —la consejera de Hacienda enmendó las previsiones de Griñán de cierre de 2011— y que el pasado lunes pegó un nuevo estirón, situándose en el 3,2% del PIB andaluz.
Griñán tuvo oportunidad de regatearle la cifra al responsable de acabar con el suspense presupuestario, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro . El también diputado por Sevilla asistió al acto rodeado por la plana mayor del partido encabezada por su candidato a la Presidencia y líder del PP-A, Javier Arenas . Es el único evento autonómico donde se citan todas las fuerzas políticas, incluido el candidato de UPyD, Martín de la Herrán , que podría tener la llave del futuro gobierno si los populares no logran la mayoría absoluta.
La ansiedad electoral flotaba en el ambiente, contagiándolo todo, en un día de primavera adelantada, preludio de la jornada electoral. Pero como no era día de guerra, reinó el «fair play» y la diplomacia. Griñán y Arenas se saludaron al comienzo del acto y se despidieron después. El presidente del PP, fiel a la costumbre, no acudió a las distinciones porque «se deberían dar por consenso», se justificó Arenas, que prosiguió con su precampaña en Alcalá de Guadaíra .
Protestas en las puertas
El aire fresco de la mañana sólo se cortó con los gritos de bomberos indignados convocados por el sindicato CGT . La algarada ni siquiera enmudeció cuando la orquesta tocaba el himno y se trasladó luego a las puertas del Teatro de la Maestranza, donde se entregaron las medallas, mientras entre consigna y consigna daban sorbos a una cruzcampo. Pero, para escenificación de la discrepancia la que llevaron a cabo alrededor de 10.000 propietarios de viviendas ilegales que pidieron en las calles de Sevilla la modificación del decreto de la Junta para regularizar 40.000 de las 300.000 casas sin licencia. No faltaron tampoco los nostálgicos de la memoria histórica en el Paseo de Colón agitando sus banderas tricolor. Las inmediaciones del teatro estaban tan blindadas como un búnker, con policías apostados en cada esquina para sorpresa de algunos transeúntes y turistas que tuvieron que dar la vuelta.
Dentro, se quedaron más asientos vacíos en la platea que en otras ocasiones. Aunque no faltaron empresarios —menos que en anteriores citas—, dirigentes sindicales, intelectuales y autoridades civiles, algunos parecen haber dado ya por bueno el recambio por la alternativa popular, a pesar de que los socialistas ni los populares —cosas del bipartidismo— insistan en que todavía queda partido.
El paseo de la Maestranza a San Telmo hubo quien lo hizo en vehículo oficial, pero predominaron los que cubrieron el trecho a pie hasta el patio donde les recibió el ágape palaciego. Se impuso la ola de austeridad y a los comensales les pareció más frugal que otros años. En el patio charlaban dos «rubalcabistas», las exministras de Zapatero como Trinidad Jiménez y Rosa Aguilar . El expresidente Manuel Chaves comentaba a periodistas y consejeros su retorno a la docencia. Parecía estar en su salsa, como si jugara en su propia casa. Griñán intercambiaba confesiones en otro corrillo, metido en su papel institucional, repitiendo tal vez en petit comité que el PSOE es un partido ganador. Que no puede ser él quien lo haga perdedor por primera vez en treinta años.
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