Teatro

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La belleza de la perversidad

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Juan Echanove interpreta, junto a la compositora e intérprete Maika Makovski, un espectáculo dirigido por Calixto Bieito a partir de los textos de Edgar Allan Poe

Día 02/03/2012 - 03.24h

Calixto Bieito llamó a Juan Echanove para que volvieran a trabajar juntos —ya lo habían hecho en el controvertido montaje de «Plataforma»—. En aquel momento no sabían todavía en qué. «Hay dos directores fundamentales en mi vida —confiesa Echanove—, que son Lluís Pasqual y Calixto Bieito, a los que digo que sí antes incluso de saber qué quieren de mí». Así que una vez aceptada la propuesta, faltaba concretarla. «Me habló en principio de hacer algo sobre los ensayos de Montaigne y la idea de la muerte. Estuve un año leyéndolo, pero no era el momento de hacerlo. Y Calixto volvió los ojos hacia Edgar Allan Poe, pensó en Maika Makovski, y empezó a labrar el espectáculo. Aunque hablaba de una lectura, yo sabía ya que él no sabe hacer otra cosa sino teatro, así que yo tendría que ser ese personaje atormentado que habita en todos los cuentos de Poe, ese asesino, ese incontrolado, ese tipo malo, horrible, voy a tener que ser esa persona a la que se le aparece el cuervo y cuya sombra le persigue; voy a tener que ser el que va en el barco de los muertos y que está condenado a vagar eternamente creyendo que no está muerto, cuando lo está igual que los demás; voy a tener que estar perdido en el infinito... Y efectivamente. En cuanto lo olí y en cuanto escuché el primer tema de Maika Makovski, supe que este espectáculo iba a tener duende, y que iba a ser un reto subirse cada día al escenario».

Juan Echanove se autodefine a sí mismo, con expresión resignada, como un actor de «cosas imposibles». «Siempre me llaman para ello, mi repertorio es el imposible. El ochenta por ciento de las cosas que he hecho últimamente en teatro no han vuelto a representarse porque no hay forma de hacerlo; en el fondo tienen que ver más con las jam sessions que con la dramaturgia convencional. Y en ese terreno he de decir que me siento muy a gusto. Con casi cincuenta y un años me encuentro con ganas de acometer esa función contemporánea necesaria del teatro. Y Calixto Bieito, como otra gente, todavía está en ese camino de hacer un teatro vivo que remueve las conciencias de los espectadores, pero sin adoctrinarle».

«¿Quién no ha querido desaparecer en un momento dado? —sigue el actor— Decir: «Se acabó; emprendo otra vida». ¿Quién no ha querido que se le trague la tierra? ¿Quién no ha querido tirar la toalla? Ese miedo, ese vértigo que te producen los acontecimientos, está en la función. Esa presencia al borde de un precipicio y ese preguntarte a ti mismo: ¿Qué hago, salto? ¿Acabo con todo? ¿Digo la verdad o no digo la verdad? ¿Digo lo que siento o no digo lo que siento? ¿Soy políticamente correcto o no lo soy? Ese vértigo es lo que Poe llamaba “el demonio de la perversidad”. Eso que mueve el espíritu del hombre, que todos llevamos dentro, y que a veces, en algunos seres humanos se manifiesta de una manera enormemente violenta y peligrosa y lleva al crimen, al asesinato, a la violación, al genocidio... Eso es común a todo, todos los seres humanos tenemos dentro una perversidad que nos habita. Aprender a dominarla y tenerla controlada es el resultado de toda una vida cultural. Es una de las razones por las que uno puede asegurar que la cultura vale para algo.

No hay, sigue Echanove, ni una palabra en el espectáculo que no sea de Edgar Allan Poe. Y Bieito, a través de sus textos, intenta dar con esas claves que nos hagan ver cómo somos los seres humanos en determinados momentos. Y Poe decía que tan seguro estaba de que su alma existía como de que la perversidad es uno e los impulsos primordiales del ser humano. Y lo que es fascinante es que con esos elementos tan telúricos y negros este director haya conseguido un espectáculo que es totalmente blanco, y que habla de belleza».

La música de Maika Makovski no es un mero acompañamiento. «Juega un papel primordial. Es la primera vez que Maika se sube a un escenario a hacer teatro, pero ella es una reina del underground, del pop y del rock... Y es un cañonazo. Estoy seguro de que no va a ser su última experiencia teatral, porque es pura carne de escenario. Canta, toca el piano y la percusión, e interactúa en este extraño espacio. Bieito ha subtitulado el espectáculo como “Poema concierto en la niebla sobre la atracción del abismo”, lo que da una idea de lo que es».

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