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josé ignacio blanca garcía, agricultor

«Nos han reventado y es imposible competir con la naranja de Marruecos»

El campo sufre las siete plagas de Egipto. Pero actualizadas por los tiempos. Este mediano agricultor trata de sobrevivir a todas y aspira a que su hijo sume la cuarta generación de agricultores

«Nos han reventado y es imposible competir con la naranja de Marruecos» JUAN FLORES

j. félix machuca

—Dicen que no se registraba una sequía como esta desde hace setenta años

—Más o menos es así. Yo conocí la sequía del 92 al 96. Pero no creo que trajera las dramáticas consecuencias de esta. La que sufrimos ahora es más intensa.

—Pero es curioso: me han enseñado fotos de su campo de cítricos del pasado año donde había que llegar a los naranjos en barcas…

—Así es. Mi finca está cercana al embalse de Alcalá del Río y una compuerta no funcionó y me anegó la finca en su totalidad. Los perjuicios alcanzaron las quinientas mil pesetas por hectárea más el daño de los frutales.

—Las heladas tampoco ayudan mucho. ¿Qué ha perdido con el frío?

—Todo. Tengo 600.000 mil kilos de naranjas navel-power y navel-late perdidas de momento. Ahora estoy en manos del seguro y del peritaje. Pero temo que la valoración sea a la baja y me apliquen la franquicia del seguro, que es mucho menos dinero.

—Imagino que el acuerdo alcanzado con Marruecos también lo habrá dejado helado. ¿Cómo se compite con una naranja marroquí con los costes de producción que tiene nuestra agricultura?

—Imposible de competir. Nos han reventado. Un salario allí son mil pesetas. Aquí son ocho mil pesetas largas. Añada usted los gastos en tecnología de riego y mantenimiento. Imposible competir.

—¿Se siente protegido por la Unión Europea?

—No, todo lo contrario. Desprotegido y las cuentas no me salen. Se le ponen aranceles a las mandarinas de Marruecos y curiosamente a las naranjas no.

—Por qué…?

—Porque en Valencia hay mandarinas y tienen más fuerzas que nosotros. La Junta nos tiene desatendidos.

—Los hay que se han sentido tan desprotegidos que han convertidos sus tierras en fincas para turistas…

—Algunos sí.

—¿Quién es menos sensible con nuestros agricultores: las políticas europeas o los políticos españoles que tiene que defender vuestros intereses en Bruselas?

—De momento la menos sensible fue la anterior ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, que no se opuso al acuerdo de la Unión con Marruecos.

—¿Nunca ha estado tentado a convertir su finca de cítricos en un atractivo turístico?

—De momento no. Pero no me de usted ideas. Yo creo que en el campo acabaremos haciendo de todos menos agricultura.

—Si el campo no es un buen negocio ¿usted por qué sigue en el empeño?

—Porque aquí he echado los dientes desde pequeñito. El agricultor, además de buscar dinero, es ante todo un romántico que pelea por conservar la naturaleza y el medio ambiente en el que se crió.

—Póngame un ejemplo claro. A ver, ¿qué precios pagaba el pasado año por el abono y qué paga hoy?

—En el 2010 pagaba por el abono «184600» setenta y dos pesetas el kilo. Y ahora lo pago a 98,90. Aquí le enseño las facturas.

—¿Es verdad que un kilo de naranjas en el campo cuesta 0.09 céntimos de euros?

—A ese precio las he vendido.

—Y entonces ¿por qué mi mujer paga en el mercado por el kilo 1, 73 euros?

—Tampoco me lo explico. Es una barbaridad sabiendo además que el único valor añadido son los transportes y la recogida. Es un precio que espanta al consumidor y eso es malo para todos.

—Siempre se habla de la intermediación como factor distorsionador de los precios del mercado. ¿No hay forma de corregirlo?

—Creo que si. Pero nadie echa el pie para adelante para solucionarlo. Todo tiene arreglo en esta vida menos revivir a un muerto.

—¿Es imposible para un mediano agricultor convertirse en productor y mercado sin pasar por los intermediarios?

—Como está la situación, imposible. Las grandes superficies lo acaparan todo. Y ellos marcan la ley de la oferta y la demanda y, en consecuencia, ponen los precios que paga tu mujer. El gobierno andaluz aún no ha hecho una campaña de consumo de la naranja andaluza.

—Aspira a que su hijo y, luego, su nieto, sumen la cuarta y quinta generación familiar de agricultores. ¿Está seguro de que no heredarán una ruina?

—Heredarán una hipoteca para cincuenta años.

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