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Paquirri y El Fandi triunfan con una sensacional corrida

RAFAEL CARRIÓN

Con la llegada de los toreros mediáticos, cambió por completo el semblante de la plaza de Valencia. Nada que ver con lo que se vivió el sábado, un público totalmente distinto en cuanto a exigencia con los toreros y un presidente al que quizás se le fue la mano a la hora de conceder algunos trofeos. La corrida de Borja Domecq, con los dos hierros de la casa, estuvo bien presentada y su comportamiento dio argumentos suficientes para triunfos mayores, tanto por su movilidad como por su calidad. De los seis, tan solo el cuarto sacó peligro en los inicios, llegando noblón aunque deslucido al último tercio. El primero y el sexto fueron dos grandes toros y quizás merecieron algunos honores más que la ovación con la que fueron despedidos.

El Fandi fue el gran triunfador tras una notable y completa actuación ante sus dos toros. Muy buenas fueron las verónicas de recibo a su primero, tras dos largas cordobesas. Lances lentísimos y de mano baja, pero a medida que el toro fue acortando el viaje, el granadino se decantó por el toreo más vistoso de las chicuelinas y después un buen quite por el mismo palo mezclado con tafalleras. Con el cuarto también destacó en el manejo del capote, aunque la ejecución de los lances no fue tan lenta.

Con las banderillas puso la plaza boca abajo ante su lote, en dos tercios en los que una vez más exhibió su dominio de los rehiletes, haciendo gala de unas grandes facultades. Sus faenas de muleta fueron muy similares. En la de su primero, más reposada en sus comienzos, terminó por rentabilizar su toreo, dándole al público la vistosidad que le demanda. La faena al sexto la inició en los medios, con las dos rodillas en tierra, y finalizó con circulares que llegaron con fuerza al tendido. Con la espada cobró dos espectaculares estocadas: la del sexto precedida de un pinchazo.

Paquirri, que le acompañó en su salida a hombros, cuajó una primera parte de faena a su primero más reposada de lo habitual. Destacaron las series con la mano derecha; con la izquierda disminuyó la intensidad de su labor, que volvió a recobrar fuerza en los circulares finales. Ante el quinto, Rivera Ordóñez estuvo más pendiente de contentar al respetable y amarrar el trofeo necesario para salir en volandas. Banderilleó con voluntad a sus dos enemigos, a los que despachó de dos buenas estocadas.

El Cordobés se llevó un trofeo de su excelente primero tras una faena reposada en sus inicios y rematada con los saltos de la rana. En cambio, Manuel Díaz no se acopló con el noble pero deslucido cuarto.

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