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Antonio Fernández; el paro como solidaridad

Antonio Fernández; el paro como solidaridad jesús spínola

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Antonio Fernández García (Jerez de la Frontera, 1956) responde al perfil tradicional de consejero de Empleo andaluz: socialista de viejo cuño, curtido en las reivindicaciones laboralistas y, sobre todo, con unas magníficas relaciones con los sindicatos mayoritarios, UGT y CC.OO., piezas fundamentales en el complejo engranaje de subvenciones y ayudas para el empleo utilizado por la Junta de Andalucía.

Fernández, licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, es especialista en Derecho de Empresa y, como abogado laboralista, ejerció en las asesorías jurídicas de los sindicatos CC.OO. y UGT. Es muy conocido en los ambientes bodegeros de Jerez por su vinculación con la empresa González Byass, donde entró a trabajar con sólo 15 años como embotellador. Cuenta con una dilatada carrera política, que le llevó a ser concejal en Jerez de la Frontera once años, entre 1983 y 1994, y diputado provincial de Cádiz durante siete (de 1985 a 1994), cuatro de ellos ocupando el cargo de vicepresidente. Desde 1986 fue elegido parlamentario andaluz.

En 1994 se incorporó a la Administración autonómica como delegado de Agricultura y Pesca en Cádiz. A partir de este momento, su ascensión es imparable, siempre de la mano del factotum del PSOE gaditano, Luis Pizarro, y con la aprobación del presidente andaluz, Manuel Chaves. En 1995 fue nombrado viceconsejero de Trabajo y Asuntos Sociales y en junio de 1996 pasa a ser viceconsejero de Trabajo e Industria.

Su vinculación con el mundo laboral y sindical le convierte en poco tiempo en una pieza fundamental en el engranaje de la Junta. De carácter abierto y extrovertido, dotado con una gran simpatía natural, Fernández se consolida como uno de los principales interlocutores con los sindicatos y uno de los ideólogos de toda la política de Empleo del Gobierno andaluz.

En la sexta legislatura ocupó los cargos de viceconsejero de Empleo y Desarrollo Tecnológico y vicepresidente del Instituto de Fomento de Andalucía, una responsabilidad clave en el funcionamiento del sistema de ayudas investigado por la jueza Alaya. En abril de 2004, tres años después de firmar el discutido convenio que instauró el pago de los ERE, fue designado consejero de Empleo, cargo que ocupó hasta el 22 de marzo de 2010, cuando lo destituyó el actual presidente andaluz en funciones, José Antonio Griñán, y pasó a presidir el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Jerez.

Fernández es uno de los artífices de una filosofía política según la cual la gestión de las ayudas del Empleo tiene un factor solidario, casi benéfico, ya que su finalidad es permitir la subsistencia de familias. El propio consejero explicó en una entrevista con ABC en 2004 que «por cada parado que se produce, se generan tres demandantes de empleo. Esto es debido a que si el padre o la madre llega a casa y dice que le han echado del trabajo se produce una reacción solidaria y la pareja y el hijo se inscriben también en los servicios públicos de empleo». Fernández casi presumía de que «la tarjeta de paro es la mejor tarjeta de crédito en este momento, ya que supone descuentos en muchos servicios y productos». Un modelo que recuerda a los argumentos del principal imputado en los ERE, el ex director general Francisco Javier Guerrero, cuando justificaba el reparto indiscriminado de los fondos en la necesidad de «ayudar a las criaturitas» que habían perdido su trabajo.

Tras década y media en la Consejería, la explosión del escándalo de los ERE fraudulentos alcanzó de lleno a Fernández. Y más aún cuando trascendió no sólo que se benefició del ERE de González Byass —le correspondía como trabajador, aunque fue otrogado estando él en la Consejería—, sino que en el escrito que presentó el representante de la empresa ante la Delegación provincial de Cádiz de la Consejería de Empleo el 23 de abril de 2008, la fecha de antigüedad de Fernández en González Byass coincide con la de su nacimiento –16 julio de 1956–. Es decir, que el exconsejero entró a trabajar nada más nacer. Fernández lo achacó a un fallo mecanográfico. El resto de fallos en su gestión imputados por Mercedes Alaya tienen más difícil explicación.

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