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patrimonio

«El Tesoro del Carambolo es una lección de conocimiento de la orfebrería»

Fernando Marmolejo Hernández, hijo del orfebre que hizo las copias del ajuar, cuenta detalles de las técnicas con las que se realizaron las joyas

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aurora flórez

La polémica levantada por la retirada del original del Tesoro del Carambolo de la que ya iba a ser su ubicación definitiva en el Museo Arqueológico, a causa de que la Junta no puede asumir el coste de su seguridad -145.000 euros anuales-, ha vuelto a traer a la actualidad ese misterioso ajuar hallado hace más de cincuenta años en las obras del Real Tiro de Pichón en Camas.

En el Arqueológico vuelve a exhibirse ahora una de las cuatro copias del tesoro que realizara el prestigioso orfebre Fernando Marmolejo Camargo . Su hijo, que lleva su mismo nombre y realiza su mismo oficio, ha narrado para ABC de Sevilla algunas de las curiosidades de estas 21 piezas, que tienen más de 2.500 años y que siguen rodeadas por el misterio y la leyenda de su funcionalidad, tras pasar de ser joyas del rey Argantonio a exornos para bueyes destinados al sacrificio y sacerdotes en rituales de un templo dedicado a Baal y Astarté.

Sea como fuere, lo que sí está meridianamente claro es la calidad del Tesoro del Carambolo. Fernando Marmolejo Hernández , que tiene el taller en Santiponce, junto al museo dedicado al orfebre, fallecido en 2006, detalla que " existen cuatro copias realizadas por mi padre, con quien sostiene que las reproducciones nunca deben llegar al extremo de confundir , no es necesario, esa no es su misión. La primera, de 1964, fue regalada a Sevilla por el Ministerio de Educación y Ciencia en agradecimiento por haber cedido temporalmente el original al Arqueológico de Madrid. Es propiedad del Ayuntamiento. La segunda, de 1971, fue para el Museo Arqueológico de Sevilla; la tercera, de 1978, para el de Madrid, y la cuarta, de 1980, pertenece a la colección particular Fernando Marmolejo Camargo».

El orfebre no llegó a tocar las piezas. Las replicó con fotos y dibujos

Pero, curiosamente, su padre no llegó a tocar el Tesoro del Carambolo . Replicó las piezas con fotografías, mirándolas detrás de los cristales y con dibujos de las mismas. Por eso, el hijo aún se indigna recordando la ocasión, con motivo de la Expo 92, en que un joyero de Madrid , Jesús Yánez, iba a llevarse las piezas para hacer copias que se exhibirían en el Pabellón de Sevilla, merced a un contrato firmado con el alcalde, Manuel del Valle, que no refrendó su sucesor en el cargo, Alejandro Rojas-Marcos.

Con los conocimientos de su oficio, Fernando Marmolejo hijo, considera el Tesoro del Carambolo como "una lección de conocimiento y cultura que merece más estudio y difusión ". "Es -dice- una joya de incalculable valor artístico y de oficio, a parte de ser de oro puro. Tiene su valor intrínseco, material, pero su valor histórico y artístico es más incalculable aún ".

En cuanto a las técnicas que utilizaron los artesanos hace más de dos milenios y medio, el orfebre opina que " estaban super dominadas , con empleo de repujado, cincelado, troquelado, soldaduras de distinta fusión, forjado, embutido, tallado y acabado bruñido con piedras de ágata... parece imposible que se hicieran en aquel tiempo con esa perfección, y más tratándose de piezas huecas".

Trabajo complicado y costoso

Según Marmolejo, "hoy sería complicadísimo y costosísimo realizar ese trabajo inigualable", añadiendo la perfección de los detalles en los dos ajuares que hay en el Tesoro , realizados con distintas técnicas. Dos juegos de los llamados "pectorales", los que parecen una piel de toro, unos más sencillos y otros más anchos, con calles de bolas, e igual los dos brazaletes. En cuanto al collar, con siete colgantes , sellos o cascabeles, que conservan restos de esmalte, fue hecho con una técnica muy depurada".

El orfebre se refirió especialmente a las pequeñas cadenas que unen los sellos con otras cuatro veces más grandes, " son complejísimas . Actualmente se conoce su hechura como "cola de zorro", y esas no tienen más de dos milímetros . Aún sigue sorprendiéndose de que las piezas, con esos detalles, fueran hechas a mano hace 2.500 años.

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