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Drones en los campos de cultivo / Agrónoma
Innovación

La digitalización del sector agrario

«El gran cambio de paradigma consiste es transformar la cadena de valor desde un enfoque lineal a uno en red, donde todo el ecosistema está conectado para colaborar con una visión centrada en el consumidor final»

08/11/2021 a las 07:14

El sector agrario afronta grandes retos y oportunidades globales a medida que una población creciente y con mayor renta disponible demanda más alimentos al tiempo que las amenazas medioambientales, tales como el cambio climático o la escasez de agua o tierras fértiles, dificultan la capacidad del sector para satisfacer dicha demanda.

Según la FAO, se estima que las tierras cultivables a nivel global se reduzcan de 0,38 ha / habitante en 1970 a 0,15 en 2050, con el 75% del suelo fértil degradado y el 33% muy degradado. El crecimiento de las plagas, la resistencia a los herbicidas y la escasez de mano de obra por la creciente urbanización, entre otros factores, añaden complejidad a los retos planteados. Por otra parte, y del lado de la demanda, unos consumidores cada vez más formados e informados exigen productos más seguros y de mayor calidad, más saludables, sostenibles y con trazabilidad completa a lo largo de toda la cadena de valor.

La primera revolución agrícola, la mecanización del campo, y la segunda, el desarrollo biotecnológico, incrementaron los rendimientos y la rentabilidad del eslabón productivo hasta niveles inimaginables; sin embargo, la tercera revolución agrícola, la digital, es la que presenta un mayor potencial transformador: el gran cambio de paradigma consiste es transformar la cadena de valor desde un enfoque lineal a uno en red, donde todo el ecosistema (proveedores de inputs, productores agrícolas y ganaderos, transformadores, distribuidores mayoristas y minoristas, etc.) está conectado para colaborar con una visión centrada en el consumidor final.

La tecnología como facilitador del cambio

En este contexto, la tecnología digital es un facilitador del cambio con gran potencial de disrupción. Así, la explotación agrícola del futuro consistirá en una empresa de nueva generación que aplicará tecnologías digitales y prácticas operativas «lean» de manera parecida a los modelos de Industria 4.0.

Dispondrá de operaciones digitalizadas a partir de un conjunto amplio de dispositivos (sensores, imágenes satelitales, drones, vehículos autónomos, etc.) que alimentarán algoritmos de datos con Inteligencia Artificial y que serán monitorizados a través de Cuadros de Mando con información en tiempo real que permitirán optimizar decisiones sobre la cantidad optima de inputs a utilizar (fertilizantes, biocidas) o el momento óptimo para irrigar o cosechar, en un entorno conectado con el resto de partners de negocio a lo largo de la cadena.

Los avances en impresión 3D permitirán al profesional agrario manufacturar sus propios inputs, incluidos repuestos de maquinaria, creando un sistema de economía circular con menor impacto ambiental. Los invernaderos industriales y los cultivos ‘verticales’ podrán desarrollar tecnologías de irrigación y optimizar los inputs para mejorar el perfil nutricional de sus productos para un creciente segmento de consumidores con dietas de base vegetal.

Las explotaciones dispondrán de sistemas de trazabilidad basados en Block Chain para mejorar la información y la transparencia a lo largo de toda la cadena de valor. Sistemas de pricing optimizado, basados en información de los mercados en tiempo real, permitirán diversificar riesgos y generar beneficios más predecibles.

A medida que la conectividad 5G sea prevalente en entornos rurales, esta transformación beneficiará a todo tipo de explotaciones, si bien aquellas de mayor tamaño y más profesionalizadas se beneficiarán en mayor medida.

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Dron de proyecto de Corteva y Agrosap / Corteva

Agricultura de precisión

La agricultura de precisión se basa en la aplicación de tecnologías digitales que proporcionan y utilizan «Big Data» tanto del lado de la oferta (datos históricos de I+D, inputs y niveles de producción, datos de climatología y estado del suelo, etc.) como del lado de la demanda (precios, costes de distribución, preferencias del consumidor, etc.).

Sin embargo, el factor fundamental para que la tecnología y los datos realicen todo su potencial transformador es su integración en nuevos modelos de negocio rentables y sostenibles. Por ejemplo, las compañías de semillas y fertilizantes están desarrollando modelos en los que ofrecen al productor combinaciones de inputs optimizadas a partir de analítica de datos con un pricing basado en resultados.

El «Farming-as-a-service» permite reducir costes ofreciendo, por ejemplo, servicios de drones para inspección de cultivos y provisión de analítica de datos a los agricultores. El desarrollo del e-Commerce permite al productor transformar la cadena de suministro, tanto del lado de la compra como de la venta, incluyendo modelos de servicio directo desde la granja al hogar. Los modelos de suscripción en venta online permiten conectar todavía más a productores y consumidores finales incrementando la frecuencia de compra y por tanto su fidelización; incluso se están desarrollando modelos de «Crowd Farming» donde los consumidores reciben productos específicos, agrícolas o ganaderos, en los que han invertido.

Este nuevo paradigma tecnológico, que podríamos denominar «AgriTech», en un sector todavía percibido como tradicional, requiere grandes inversiones de capital y formación para evolucionar hacia un modelo de economía del conocimiento. Por eso no es de extrañar que las compañías de inversión de capital privado estén acelerando sus inversiones en Agribusiness, ya que sus principales aportaciones, capital y capacidad de gestión, están alineadas con la oportunidad del cambio. Para un país como España, y en particular Andalucía, que son potencias agroalimentarias por su climatología, posición geográfica cercana a los grandes mercados consumidores de la Unión Europea, capacidad instalada y conocimiento acumulado, la digitalización del sector agrario es una oportunidad única que no se puede dejar escapar, sobre todo en el contexto de los fondos Europeos Next Generation que pueden actuar como auténtico catalizador del sector.

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