RANGERS - BETIS
Al Betis le sacan colesterol
El equipo de Pellegrini está atascado. En Glasgow duró lo que duró Abde y cayó derrotado (1-0) en su estreno en la Europa League
La maldición de las islas británicas se mantiene para el Betis, que ofrece sensaciones inquietantes. Derrotado en Glasgow ante un Rangers simplemente ordenado y hasta silvestre, el conjunto de Manuel Pellegrini hace patente que está atascado. Le han sacado colesterol alto. Sangre espesa. Ni encuentra ... soluciones ofensivas ni tampoco sabe ser sólido atrás. En el estreno en esta edición de la Europa League, estuvo blando en defensa y muy limitado en ataque a pesar del ramillete de nombres que coloca sobre el tapete, que dan para pensar que se debe jugar mucho mejor a la pelota. Pero no. El equipo duró lo que duró Abde, apenas media hora y unos cuantos desbordes, y después la pérdida de confianza y la endeblez hicieron el resto.
El partido, en teoría, era el más complicado para los béticos de la fase de grupos de esta edición de la Europa League, pero resulta evidente que el cuadro verdiblanco tiene que dar para mucho más que caer de la manera en la que cayó frente al otro gallo del cuadro, sin argumentos futbolísticos suficientes, sin vínculos entre los dos pivotes del centro del campo y los cuatro hombres de arriba y con fallos graves en la zaga y en las coberturas. Se planteó el partido por las alas, pero el Rangers acabó cortándoselas al Betis a base de buena presión.
Como él mismo destacaba en las horas previas, el entrenador buscó más profundidad y desborde por los costados del ataque con los explosivos Luiz Henrique y Abde sacrificando a Ayoze, jugador que ataca menos el espacio pese a su solvencia con la bola en los pies. Había que entrar por las bandas y el equipo verdiblanco lo hizo desde el mismísimo pitido inicial apoyado en los desdobles de Bellerín y Abner y en un ritmo propio de la Premier. La puesta en escena fue buena, con mando, liderazgo e insistencia encerrando al oponente en los veinte metros que iban del portero al punta. La sensación de peligro en las inmediaciones del marco local era evidente, sobre todo con las internadas de Abde. La del minuto 20 estuvo a punto de estrenar el marcador, pero acabó desviando Butland el lanzamiento del marroquí después de que éste dejara atrás a su par. La música sonaba bien.
El fútbol ultradirecto, hasta arcaico, de los escoceses no incomodaba en absoluto a los albiverdes, pero ese dominio claro de los tiempos y los movimientos por parte de los de Pellegrini no terminaba de cuajar en el resultado. Había que insistir e insistir. Picar piedra con cierta paciencia. Abde por aquí, Abde por allá. Ahora lo ves, ahora no lo ves. Casi un extremo a la antigua usanza que le hacía mucha falta al cuadro de Heliópolis y que atormentaba a Tavernier con cada galopada cabeza abajo. En el 34 otra incursión suya rematada con zurdazo desviado por muy poco por el arquero de los gers, que sobrevivían como podían. Hasta que se olió el descanso, momento en que los de Glasgow se estiraron y superaron por primera vez a los béticos moviendo la pelota hasta el área del retornado Bravo. Sin más que un poco de apretón, realmente. Con todo, era evidente que había que aportar más desde la banda derecha, pues las prestaciones de Luiz Henrique, inconstante, estaban siendo mucho menores que las de Abde.
El brasileño levantó la mano admitiendo que le estaba faltando protagonismo y en el arranque de la segunda parte pidió más el esférico y hasta se atrevió a disparar, aunque de lejos. Fue un espejismo, un leve destello que ni mucho menos era producto de una mejoría en el juego verdiblanco. El partido iba cogiendo un colorcito raro para el Betis por el mero hecho de no haber tumbado a los de Michael Beale. A los balones divididos llegaban cada vez más los locales y menos los de verde, que no terminaban de quedarse con la pelota ni de encontrar a su mago, Isco. Un tiro al palo y otro al larguero de Bravo en una falta metieron el miedo en el cuerpo una vez se constató que las fuerzas se habían igualado. Siendo generosos con el término, pues los escoceses se habían ido creciendo hasta que acabaron marcando en el 67 en un córner pésimamente defendido por los de Pellegrini, que permitieron ganar cuatro disputas a los locales, cuatro, hasta que machacaron la red de Bravo. Uno de los rechaces había dado en el brazo de un atacante del Rangers, pero el VAR no consideró que el desvío del esférico fuera decisivo y dio validez al gol de Sima. Otro balón parado mal defendido. Otro más.
Con el equipo desconectado y los extremos desaparecidos, desde el banquillo se pensó, obviamente tarde, que era la hora de variar planteamientos y remover el avispero para que las cosas funcionaran. El Ingeniero se impugnó a sí mismo y varió todo el ataque tras el tanto en contra, dando entrada a Ayoze, Rodri y Willian José por Abde, Luiz Henrique y el Panda; que vaya racha de intrascendencia que acumula, por otra parte. Da que pensar. Dicho y hecho, un par de chispazos de Ayoze y Rodri volvieron a hacer trabajar al meta blue como al comienzo del partido. Por mera calidad, el cuadro hispalense terminó arrinconando a su enemigo. Entonces entró Assane, a sus 18 años, para sustituir a Isco y debutar con el primer equipo enseñando sus potentes galopadas. Pero no hubo margen para reaccionar ni grieta en el muro rival. Visto ese tramo final, quizás los cambios se hicieron demasiado tarde. Tanto que se viene de vacío de Escocia y, de hecho, se complica el pase directo a octavos de final de la competición. Puede que ese cálculo aún quede lejos, pero la realidad a corto plazo tampoco es menos preocupante. Sin gol, este invento no vale para nada.
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