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Athletic Bilbao - Betis: Un desastre absoluto (4-0)

El Betis cae goleado con merecimiento ante el Athletic debido a su enorme debilidad defensiva y a su nula capacidad de reacción en una noche terrible

Capa supera a Bravo para hacer el 2-0 a favor del Athletic EFE
Mateo González

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Fue de los partidos que ya dicen algo desde el saque inicial. Se echaba atrás el Betis . Tenía la pelota el Athletic . Un miedo que se palpaba, una inseguridad que se transmitía. Los verdiblancos habían saltado al campo a verlas venir, como si la tarea tuviera que hacerse sola. No encontraban fluidez con la pelota, se les oscurecía el panorama cuando buscaban a un compañero. La intensidad, esa vieja aspiración, no aparecía en clave bética. Pellegrini , que sabe de lo que va esto, ya no quería ni mirar. Autogol de Víctor Ruiz como mensaje de bienvenida. El desastre no había hecho más que comenzar. La tibia respuesta en un tanto anulado por fuera de juego previo era un paréntesis en el monólogo de un Athletic que necesitaba una noche como la que le regaló el Betis. Deslavazado, hundido, catastrófico. Poco a poco se fue llenando de malas noticias. No sólo en forma de goles, que cayeron en cascada hasta cuatro repartidos en las dos mitades del duelo, sino que pudieron ser más y, sobre todo, no apareció nada potable de un Betis que salió como si no le hubiera dolido lo sucedido en los 90 minutos. Con esa imagen indolente de otros años que fulmina el efecto Pellegrini. O, más bien, pone el foco ahora en si el chileno es capaz de darle la vuelta a este recurrente bochorno por el que transitan los béticos a causa de su equipo en tiempos recientes.

Porque no es tolerable salir de San Mamés con esta goleada en un día en el que el triunfo hubiera puesto quinto a un equipo que ha querido tener el sello de la portería a cero y ya lleva 21 tantos encajados. Garitano le traspasó todos sus problemas a Pellegrini, que ni en la pizarra previa ni durante el partido se enteró bien de lo que tenía entre manos ni del peligro del oponente. O, si lo hizo, sus jugadores no supieron interpretarlo. En todo caso, es una culpa colectiva. Se salvaron, de alguna manera, el joven Rodri y la vergüenza torera de Guido y los mexicanos que salieron en la segunda mitad, Guardado y Lainez . Fueron los únicos que lucharon de verdad por la pelota, que se ofrecieron y a los que pareció dolerles algo lo sucedido. No estaba Canales para ser uno de ellos y su ausencia, así como la de Fekir, se notó en exceso el primer día de su larga baja.

La facilidad con la que el Athletic encontraba fisuras en una defensa que no cumplía con su cometido evidenciaba que el Betis no sabía a lo que estaba sobre el césped. Con el 1-0 fijado en el marcador todo lo malo pudo ser peor. Perdonó Alberola un penalti por manos de Álex Moreno que la lógica indica que era involuntario pero la norma, no. En todo caso, no necesitó este recurso el Athletic, que firmó el 2-0 a la media hora tras un centro plácido de Williams, remate cómodo de Villalibre y rechace fácil para Capa. Como si no tuvieran rivales.

Todo lo dividido era para el Athletic y el Betis se iba al vestuario resoplando, pensando que este partido ya lo había vivido y que aún quedaban 45 minutos de pesadilla. William estuvo desastroso en el pase en corto y largo, Joaquín no se atrevió a encarar a Yuri y Tello siempre estuvo tapado y sin espacios para su carrera. Los vascos fueron empujando a los béticos del partido hasta hacerse únicos dueños. Con el 2-0 le tocaba interpretar el contragolpe ante un Betis que no sabía cómo hacer daño y cuyo único remate fue un disparo desde fuera del área de Joaquín que atrapó cómodo Unai Simón.

Lo que pintaba mal se iba a confirmar en una sucesión de ocasiones que tenían que acabar en desastre bético. Bravo salvó la primera ante Villalibre pero no pudo hacerlo dos veces con Muniain , que remató y remató con la complacencia de una defensa mirona. Sólo ahí se despertó Pellegrini para activar tres cambios que sólo sirvieron para retratar a los que salieron y para que Guardado demostrara que sí debe tener un sitio habitual en el centro del campo. Aunque eso no activó a un equipo que languidecía como el partido, que nunca estuvo y que deseaba más el triple pitido que luchar cada pelota. Un desaire al escudo porque no puede salir gratis este 4-0 que selló Berenguer con el mismo escenario de pasotismo bético a su alrededor.

El suplicio fue para el aficionado que en su casa esperaba más de un Betis que vuelve a las peores andadas de los últimos años. No se esperaba esto con Pellegrini y el equipo se ha hundido repitiendo el camino tenebroso de la dejadez y la indolencia. Ahora sin el faro de Canales la luz debe venir de un grupo que ha de hacer autocrítica y reflexionar profundamente porque el lunes ante el Eibar todo ha de ser diferente . Ya dijo Joaquín que esta debacle tenía que doler y también debe pasar factura a un equipo para el que esta imagen es intolerable.

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