Fallece Pedro Buenaventura Gil, historia del Betis
Tenía 86 años y dedicó toda su vida a trabajar por y para el Real Betis Balompié


Pedro Buenaventura Gil ha fallecido en Sevilla a la edad de 86 años. Hablar de Pedro Buenaventura relacionado con el Betis es hacerlo de una persona muy importante en los casi 110 años de historia del club verdiblanco, puesto que a su sentimiento bético incansable hay que unir sus años de servicio a la entidad heliopolitana. Buenaventura ha desempeñado varios cargos en el Betis, ya sea en la cantera, como ejerciendo de entrenador del primer equipo, así como también como secretario técnico en diversas etapas. Buenaventura Gil se integró en el cuerpo técnico del Betis a comienzos de la década de los años 70, procedente de las categorías locales sevillanas, y durante la década de los 80 accedió tres veces al banquillo del primer equipo heliopolitano.
Joaquín Vázquez, a la derecha, sentado en el banquillo junto a Vicente Montiel, Pedro Buenaventura y Diego Soto (Foto: RBB)
La primera ocasión que Buenaventura se hizo cargo de ‘su’ Betis fue en la temporada 81-82, sustituyendo al que en 1977 había ganado la I Copa del Rey, Rafael Iriondo, para las últimas cinco jornadas del campeonato en Primera división que concluyeron con una clasificación para la disputa de la Copa de la UEFA la siguiente campaña. De los diez puntos en juego (eran las ligas donde la victoria valía dos puntos), el Betis consiguió siete, el definitivo ante el Barcelona en el Camp Nou. Los verdiblancos consiguieron su segunda clasificación para Europa de su historia. Después, en la campaña 87-88 Buenaventura sustituyó al británico John Mortimore a partir de la 23ª jornada. El inglés no pudo poner todas sus ideas en práctica ante la llegada de los malos resultados. Fue un año en el que la plantilla se desmanteló y hombres como Hadzibegic, Calderón, Parra, Álex, Ortega y Casado abandonaron el club. La temporada pintaba agónica y el Betis se metió en los puestos bajos. Retamero, después de que su gestión se pusiese en duda durante todo el curso, decidió darle la confianza a Buenaventura quien, junto a Eusebio Ríos en la sombra, fueron los encargados de salvar la situación. Eso sí, no fue hasta la última jornada cuando el Betis logró salvarse, con un agónico 1-2 en Las Palmas. Pero después de dos etapas exitosas, la tercera no fue tal, e incluso estuvo a punto de costarle la vida a Buenaventura en el banquillo del Villamarín. En la campaña 88-89, el sevillano fue el tercer entrenador del curso y no pudo evitar el descenso a Segunda división. Después de trece partidos de Ríos como técnico, Buenaventura hizo de puente entre el vasco y el paraguayo Cayetano Ré, pero luego le sustituyó hasta el final del curso desde la 33ª jornada y luego fue el que dirigió la promoción para evitar el descenso. La derrota en Tenerife por 4-0 fue una losa que el Betis no pudo levantar y, pese al 1-0 con gol de Chano en el encuentro de vuelta, los verdiblancos acabaron con sus huesos de en Segunda división. Aquella dramática tarde en Heliópolis pudo ser peor, por una historia que el propio Buenaventura ha contado en más de una ocasión y que ahora recuperamos: “Tras el pitido del árbitro, yo me estaba muriendo por el Betis y los béticos me salvaron”. Y es que, después de consumarse la pérdida de la categoría, los 45.000 béticos que poblaban las gradas del Villamarín mostraron su apoyo incondicional al club coreando ese “¡Betis, Betis, Betis!” reconocido en todo el mundo. Después, Pedro Buenaventura ha trabajado como empleado del Betis de la mano de hombres como Eusebio Ríos.
Buenaventura Gil estará siempre en la memoria de los béticos que vivieron aquel Betis de tantas fluctuaciones deportivas en los años 80 y ha recibido multitud de reconocimientos públicos. Pero últimamente también fue condecorado por la Real Federación Andaluza de Fútbol. Y es que el 1 de febrero de 2016 recibió por sorpresa en su casa al presidente de la RFAF, Eduardo Herrera, quien le hizo entrega de la ‘Llave del Centenario’, distinción que Buenaventura recogió tremendamente emocionado y que se le entregaba en “reconocimiento a toda una vida de servicio al Real Betis y al fútbol andaluz”.
Un emocionado Pedro Buenaventura recibe el homenaje de la Federación Andaluza de Fútbol (Foto: Benito Castellanos)
Una prueba del beticismo de Buenaventura fueron estas frases que dejaba en medios de Pamplona pocos días antes de la disputa de la final de la Copa del Rey frente al Osasuna en junio de 2005: “Si mis hijos no fuesen béticos, no habrían crecido. No les habría dado de comer y hubieran muerto de anemia… Es una manera de explicarlo. He tenido una gran suerte en ese sentido. Los hijos son en un 90% como lo que ven en su casa, y los dos míos (en referencia a Pedro Buenaventura Ugía y su hermano Lorenzo), como mis cuatro nietos, son socios del Betis desde que nacieron. No quiero que eso se deteriore a lo largo de su vida. Hay que hablarles continuamente de las virtudes nuestras y de los defectos del rival”. El legado que deja no puede ser más bético como se puede leer en estas declaraciones. De hecho, hoy en día su hijo Pedro es el director deportivo de la cantera del club heliopolitano. Desde ABC de Sevilla y Alfinaldelapalmera.com nos unimos al dolor de la familia y sus más allegados. Descanse en paz.
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