Athletic - Betis
Dos penaltis severos desarbolan al Betis
A los de Pellegrini les faltó personalidad para manejar el partido tras ponerse con 0-2 en diez minutos primorosos
La imagen del pasado viernes de los árbitros españoles rompiéndose las manos en aplausos a Luis Rubiales describe hoy por hoy al fútbol español mucho mejor que la fotografía de un o una futbolista levantando un trofeo. En el balompié nacional todo está bajo sospecha, ... porque en una federación presidida por un personaje como Rubiales cualquier teoría es admisible. Dos penaltis rigurosos sacaron ayer del partido al Betis, pero no esperen leer aquí que perdió por culpa del árbitro, porque los de Pellegrini cometieron errores fatales cuando tenían el partido medio solventado. A nadie se le escapa, sin embargo, que el juez fue determinante en el devenir del encuentro, ni que el VAR, una herramienta que venía para disipar dudas, se convierte en objeto de sospecha cuando es gestionado por gente que aplaude a rabiar a Rubiales.
El Betis ha empezado la temporada saliendo al campo a resolver los partidos. Lo hizo en Villarreal, con una primera parte primorosa en la que marcó y pudo resolver el partido; lo hizo ante el Atlético, aunque marcarle al equipo del Cholo son palabras mayores, y lo volvió a hacer ayer en San Mamés. No habían transcurridos diez minutos cuando el Betis había dado dos uppercuts al Athletic para mandarle a la lona. A los dos minutos una conducción maravillosa de Ayoze en la frontal del área permitió asistir a Willian José, quien debería jugar todos los domingos a la orilla de Nervión. El brasileño, que ya marcó el año pasado, resolvió con un trallazo a la red. Y ocho minutos después, Guido se inventó un pase de cuarenta metros a Aitor Rubial, quien controló con calidad y asistió a Isco para que se estrenase como goleador en verdiblanco.
El Betis se encontraba con el partido más que encarrilado, con dos pequeños problemas: que quedaban 80 minutos por delante y que el partido se disputaba en San Mamés, que no es un remanso de paz precisamente. Aún así, los de Pellegrini se encontraban relativamente cómodos, sustentados sobre ese eje nuclear que conforman Guido y Marc Roca. Los bilbaínos explotaban la banda de Abner, quien lo pasaba peor ante Iñaki Williams que Sabaly ante su hermano Nico. El Betis cedió el balón a los vascos, y ese fue el origen de su estrepitosa caída.
Todo cambió en el minuto 25, y fue culpa de María Arthuer. Ustedes no la conocen, pero es la madre de los hermanos Williams. Una asistencia de Iñaki a Nico, que arrancó en más que posible fuera de juego, permitió al pequeño de la casa plantarse ante Rui Silva, quien salió a cerrar espacios retirando los brazos, consciente de que el delantero iba a buscar el choque. Soto Grado pitó penalti, pero le llamaron desde el VAR para que revisase el contacto. Pese al apercibimiento de su colega monitorizado, el árbitro ratificó su decisión y permitió a Vesga recortar distancia.
El gol encendió la caldera de San Mamés, y el Betis se amilanó. Perdió la solidez en el centro del campo y el Athletic empezó a llegar al área con demasiada facilidad. Con Soto Grado en el campo y Del Cerro Grande en el VAR eso es demasiado riesgo. Los verdiblancos jugaban con fuego esperando llegar al descanso con ventaja en el marcador, pero ocurrió lo que podía ocurrir: un contacto de Guido Rodríguez con la bota de Nico Williams fue interpretado como penalti por el VAR. En el campo nadie vio la acción, pero las multicámaras siempre proporcionan la captura de imagen necesaria. El fútbol de antes se decidía por los goles, el de ahora por los frames.
Vesga volvió a convertir y el Betis se descompuso definitivamente, circunstancia que aprovechó Guruzeta en el descuento del primer tiempo para rematar desde el centro del área un pase de Iñaki Williams, esta vez de forma inobjetable.
Quedaba la segunda parte para medir la capacidad de superación del Betis. Pellegrini refrescó las bandas con Rodri y Miranda, más ofensivo que Abner, pero el muro de contención que conformaban Vesga y Ruiz de Galarreta desmontaban cualquier maniobra ofensiva de los verdiblancos. La tarjeta amarilla de Guido, por lo de más, pesaba demasiado en el centro del campo bético. Pellegrini lo solventó cambiando al argentino por Paul, pero claro, no es lo mismo.
El Athletic, por lo demás, hizo lo que no había hecho el Betis cuando tenía la ventaja en el marcador, esto es, disputar la posesión del balón. El partido dejó de ser una locura derivó una batalla espesa con pocas ocasiones en ambas porterías. Lo normal, ahora sí, en San Mamés. Los visitantes no tenían ya, en cualquier caso, ni la clarividencia ni la vitalidad del arranque del encuentro, y apenas lograban acercarse con peligro al arco de Unai Simón.
En el minuto 83 un balón mal gestionado por Rodri cerca del área vasca permitió a los bilbaínos montar un contrataque que sorprendió descolocada a la defensa bética, y Unai Gómez liquidó definitivamente el encuentro batiendo a Rui Silva por cuarta vez.
El Betis perdió en San Mamés por dos penaltis rigurosos, pero sobre todo por su incapacidad para saber manejar el partido tras ponerse con dos goles de ventaja en le marcador. Y debe mejorar en este aspecto, porque lamentablemente en el fútbol español que comanda (todavía) Rubiales se va a encontrar muchos arbitrajes infames.
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